Porsche Cayman S, prueba (parte 2)

En todas nuestras pruebas esperamos ansiosos la llegada de la segunda parte, en la que analizamos más a fondo la dinámica de cada coche e intentamos buscarle las cosquillas para contáros qué nos parece. Cuando el coche es un Porsche Cayman S, el ansia es todavía mayor. ¿Por qué? Pues porque como os contábamos ayer, este modelo es un deportivo de los de verdad.

Porsche ha sabido mejorar la receta del Cayman, que ya era buena, de la misma forma que nuestras abuelas han ido perfeccionando sus habilidades para cocinar a lo largo de los años. Sí, es así de bueno. Que se quiten las comidas sofisticadas y a precio de oro. El Cayman es como el plato estrella de la abuela, ¡y vaya abuela! Sigue leyendo y no te pierdas el vídeo, a continuación.

Esta nueva generación de Cayman se sigue ofreciendo en dos sabores: Cayman y Cayman S. Nosotros hemos probado la versión más potente, pero también hay una opción mucho más asequible, con un 2.7 litros bóxer de seis cilindros y 275 CV. Y digo mucho más asequible porque la diferencia entre un Cayman (57.461 euros) y un Cayman S (74.388 euros) es cercana a los 17.000 euros. Aún así, no hay coches en ese rango de precios tan gratificantes como el Cayman.

3.4 litros bóxer y PDK

La unidad de pruebas que hemos conducido durante alrededor de 1.300 kilómetros monta el mismo 3.4 litros bóxer que equipa el Porsche 911 Carrera (350 CV), aunque con 25 CV menos, por aquello de que el pequeñín de la casa no le pise el terreno al todopoderoso cincuentón. A igualdad de potencia, es probable que el 911 quedara sonrojado ante su hermano el reptil. ¿Os imagináis un Cayman Turbo? Quizá sea demasiado para el chasis, pero me temo que nunca lo sabremos.

Este 3.4 litros de seis cilindros, con bloque y culata de aluminio, está refrigerado por agua y es atmosférico. Desarrolla 325 CV a 7.400 RPM y un par máximo de 370 Nm entre las 4.500 y las 5.800 vueltas. Cuenta con inyección directa de gasolina, distribución variable y función Start/Stop, que tiene mucho que ver con la reducción de consumos. Tiene una potencia específica de 94,6 CV por litro, una cifra muy buena en un motor sin sobrealimentar.

Esta variante S del Cayman acelera de 0 a 100 km/h en 5 segundos con el cambio manual, 4,9 segundos con el cambio PDK y 4,7 segundos si equipamos el paquete Sport Chrono, que incluye el modo Sport Plus. Alcanza además una velocidad máxima de 283 km/h con la caja manual y de 281 km/h con el cambio PDK.

El Cayman S se ofrece de serie con una caja de cambios manual de seis velocidades, aunque con la transmisión de doble embrague PDK cuesta sólo 365 euros adicionales, y son todo ventajas. A diferencia de la manual, tiene siete marchas, y permite reducir el consumo de forma importante. Homologa 8 litros a los cien kilómetros con cambio PDK y 8,8 litros con la caja manual.

Además de lo relativo al consumo, la caja PDK es mucho más rápida que cualquier conductor con una manual y facilita en gran medida una conducción animada. También permite mucha mayor comodidad a la hora de maniobrar o circular por ciudad y, si lo queremos, podemos cambiar manualmente tanto mediante la palanca (arriba o abajo) como mediante las levas incorporadas tras el volante (que no son fijas, se mueven con él), que resultan fantásticas por tacto y funcionamiento.

Cuando le pedimos el máximo al coche, ya sea reduciendo manualmente o simplemente hundiendo el pie derecho, la caja PDK se encarga de reducir velocidades como un rayo; dos, tres, las que haga falta. Sin ser disparatadas, las prestaciones del Cayman S son muy buenas, a un nivel que hace unos años estaba reservado para la créme de la créme, y muy accesibles con este cambio, de los mejores del mercado.

Disfrutando de las curvas

Una vez arrancamos el coche y ponemos las manos sobre el volante sentimos que no estamos en cualquier cosa. El cuentavueltas en posición central, protagonista, ya nos avanza que la experiencia va a ser especial, pero... ¿hasta qué punto?

Con sólo rodar unos metros aparece ese sonido ronco del motor trabajando a bajas vueltas que nos encanta, pero lo bueno está por llegar. Es a partir de las 3.500/4.000 vueltas cuando empieza a dar lo mejor de sí y por encima de las 6.000 cuando aúlla como los mejores seis cilindros de la casa. Es un sonido que invita a explorar la zona alta del cuentavueltas y que deja bien claro que lo que conducimos tiene una chapita en el frontal donde se lee Stuttgart. No hay duda. Es un seis cilindros Porsche.

Se trata de un motor muy progresivo, que ofrece su máximo a muchas vueltas, concretamente a 7.400 RPM, cuando se alcanza la potencia máxima. El reloj analógico marca 9.000 vueltas, pero el régimen máximo de este bóxer lo encontramos a 7.800 RPM. Es una pena que los motores atmosféricos estén en peligro de extinción, porque algunos, como éste, son una auténtica delicia.

Quizá en el Cayman S esperamos una aceleración más fulgurante, una patada más bestia, como la de un modelo con turbo, y no la vamos a encontrar, pero lo cierto es que a cambio obtenemos otros beneficios como una respuesta inmediata al acelerador y un sonido que enamora a cualquiera, y más teniendo el motor justo detrás de la cabeza, que inunda el habitáculo por completo con su melodía.

A diferencia del anterior Cayman, esta nueva generación es más refinada y más cómoda. Los ruidos de rodadura y del motor son menos audibles circulando a ritmos de carretera, aunque es cierto que si pasamos muchas horas con el bóxer zumbándonos al oído, incluso a bajas vueltas, sí puede resultarnos algo molesto todavía. Aún así, es en conducción deportiva donde se disfruta de verdad de su aullido.

Los más puristas han puesto el grito en el cielo por la dirección de asistencia eléctrica, como en el 911 (991), pero lo cierto es que la dirección tiene un tacto muy bueno, durito, y es muy precisa. El coche sigue la trayectoria marcada al milímetro y lo encauzamos por donde queremos con gran facilidad.

El Cayman se siente pequeño, manejable y no tenemos la sensación de conducir un coche grande ni pesado, aunque tampoco lo es para los estándares actuales: 4,38 metros de largo, 1,80 metros de ancho y 1.350 kilogramos de peso. Monta además unos generosos neumáticos en dimensiones 235/40 ZR 19 y 265/40 ZR 19, delante y detrás, respectivamente. Y, antes de que se me olvide, hay que comentar también que el alerón retráctil se despliega a partir de 120 km/h, aunque podemos sacarlo asimismo de forma manual, mediante un botón de la consola.

Es en un tramo de curvas donde más se disfruta este coche. Es su habitat natural, desde luego. Sin necesidad de utilizar el modo Sport Plus podemos aprovechar gran parte del potencial del coche y tendremos entre manos un compañero más comedido, menos travieso. Los cambios de marcha no son tan vertiginosos, pero son más suaves y la zaga apenas se menea. Es un coche muy equilibrado, rápido de reacciones y neutro en el paso por curva.

Tanto el modo Sport como el Sport Plus avivan la respuesta del acelerador, hacen que el cambio estire más las marchas y sea mucho más rápido, y que el control de estabilidad sea más permisivo y podamos buscar más deslizamiento del eje trasero. En el Sport Plus, esta permisividad es todavía mayor. Por supuesto, se puede desconectar el control de estabilidad por completo, aunque eso mejor lo dejamos para circuito.

Cuando se encienden las dos palabras del radio izquierdo del volante, el coche cambia ligeramente de carácter. Ahora parece que está cabreado. Los cambios son rapidísimos y se aviva tanto la respuesta del motor como la del propio coche, que tiende a sacudir la trasera de forma más evidente en los cambios de marcha. Si cambiamos de marcha en apoyo, por ligero que éste sea, la zaga nos dará un toque de atención en forma de leve y rápido vaivén lateral.

Con el modo deportivo de la suspensión opcional PASM activado, el coche se vuelve más duro, incluso incómodo si el asfalto no está en buen estado, pero se siente más rápido todavía de reacciones y obedece sin rechistar a las órdenes del volante. Es más preciso y parece pedirnos que sigamos disfrutando y afrontemos curvas un poquito más rápido, porque él también disfruta con nosotros.

Aún sin haberlo podido probar en circuito, estamos casi seguros de que al Porsche Cayman le encanta una buena pista de velocidad tanto como las carreteras de montaña. En eso debe ser como el 911, se siente cómodo en un circuito. Si lo que nos gusta es dar rienda suelta a la trasera y quemar neumáticos por pura diversión, entonces el sitio indicado no es la carretera. El coche, desde luego, sí es el indicado para sacarnos sonrisas a diario.

A pesar de la enorme diversión que podemos encontrar conduciendo el Cayman, las cifras de consumo son mucho mejores de lo que podríamos pensar. De hecho, en un recorrido bastante largo por autovía conseguimos una media de 6,6 litros a los cien kilómetros. Donde no es tan bueno es en ciudad, ya que el consumo puede dispararse hasta los 12 ó 13 litros sin demasiada dificultad.

Gran parte de culpa de que el consumo en carretera sea bajo para un modelo así es el llamado modo "a vela" de la transmisión, que a efectos prácticos es como si el coche se quedara al ralentí y mantuviese su inercia en bajadas o zonas más o menos llanas. Se activa, o bien automáticamente si levantamos el pie del pedal, o bien activando la leva derecha, como si metiésemos una marcha superior. Funciona realmente bien y la inercia del vehículo se mantiene durante un tiempo sorprendentemente largo.

El consumo acumulado marcado por el ordenador de a bordo tras los casi 1.300 kilómetros que recorrimos, con aproximadamente un 70% de autovía, carreteras de montaña y algo de conducción urbana, fue de 9,1 litros. ¿Os parece una mala cifra para un deportivo de 325 CV y 3.4 litros de cilindrada, atmosférico, y capaz de hacerte disfrutar como un niño?

En definitiva, el Porsche Cayman S es un deportivo que poco o nada tiene que envidiar a su hermano mayor en lo que a deportividad, aunque quizá sí se echa en falta más potencia y versiones más radicales. Aún así, es un coche más que suficiente para un uso en carretera y del que se puede disfrutar todos los días del año. ¿Con escuadra y cartabón, o con compás? Tú eliges cómo dibujar las curvas.

En pocas palabras

Cayman S

  • A favor: Comportamiento sobresaliente, tacto deportivo, cambio PDK brillante, sonido del motor, calidades y acabados, consumo en carretera
  • En contra: Sobreprecio frente al Cayman, espacio interior, maleteros no demasiado amplios

  • Diseño exterior 9

  • Diseño interior 9
  • Calidad 8
  • Habitabilidad 7
  • Maletero 6
  • Motor 9
  • Seguridad 8
  • Comportamiento 10
  • Comodidad 7
  • Precio 7

  • Puntuación final: 8

Ficha técnica

Cayman S PDK (Sport Plus)

  • Cilindrada: 3.436 cm³
  • Motor: Seis cilindros bóxer (325 CV)
  • Par máximo: 370 Nm entre 4.500 y 5.800 RPM
  • Peso en vacío: 1.350 kg.
  • Velocidad máxima: 281 km/h
  • Aceleración de 0 a 100 km/h: 4,7 s
  • Transmisión: Manual de 6 velocidades
  • Consumo urbano: 11,2 l/100 km
  • Consumo extraurbano: 6,2 l/100 km
  • Consumo mixto: 8 l/100 km
  • Combustible: Gasolina
  • Capacidad del depósito: 64 litros
  • Capacidad del maletero: 150 + 275 litros
  • Neumáticos: 235/40 ZR 19 y 265/40 ZR 19

Precios del Porsche Cayman

Versión probada (sin extras)

  • Cayman S: 74.388 euros.

Alternativas

  • Cayman: 60.461 euros
  • Boxster: 55.108 euros
  • Boxster S: 69.908 euros
  • 911 Carrera: 104.388 euros
  • 911 Carrera S: 121.221 euros

Fotografía | Javier Álvarez En Motorpasión | Porsche Cayman S, prueba (parte 1)

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