Mercedes SLS AMG, prueba en carretera (parte 3)

A pesar de haberme acostado más tarde de las dos de la mañana, el viernes me desperté pronto de forma automática. No se trataba del reloj biológico que hace que te acostumbres a una hora concreta para despertarte, se trataba de que en mi cabeza tenía muy presente que un Mercedes SLS AMG me esperaba en el garaje y no debía despreciar ni un segundo.

La noche anterior lo había pasado mal al meter el coche en mi garaje. El Mercedes SLS AMG no es un coche para meterlo en cualquier garaje de un edificio corriente, y deberás tener mucho cuidado si el tuyo tiene muchas pendientes. Es fácil que el largo morro roce contra el suelo en los cambios de inclinación. Me pasó a mi a pesar de hacerlo con el máximo cuidado posible. Lo siento Mercedes.

Tal vez algunos penséis que la apertura de las puertas, con su característico movimiento, son poco prácticas en una plaza de garaje. Pero al contrario he de decir que necesitan mucho menos espacio lateral para abrirse que las de cualquier otro coche.

Lo único que necesitas es tener una altura considerable libre por encima de dónde aparcas el coche. Por lo demás, como cualquier otro coche. Montamos una vez más en su habitáculo, estiramos el brazo mucho para poder cerrar la puerta y ponemos en marcha el motor. ¿Queréis montar un día más con nosotros en el Mercedes SLS AMG?

Para salir del garaje debía introducir la llave de apertura en la correspondiente cerradura que acciona la puerta mecánica. Nunca la había visto desde tan abajo, y es que en el Mercedes SLS AMG vas a ras de suelo y estas maniobras, acostumbradas a hacerlas sin ningún esfuerzo en un coche normal, se convierten en contorsionismo. ¿Cómo será ir al McAuto con el?

Lo primero que hice nada más sacarlo del garaje, fue dirigirme a un centro de lavado a dejarlo bien reluciente. El viaje de la noche anterior y la lluvia que nos cayó en una zona, hacían que la carrocería estuviese llena de restos de tierra pegada que deslucía su preciosa silueta.

Después de un potente manguerazo y su correspondiente secado, teniendo en cuenta que el cielo estaba amenazante con claros y nubes, me dirigí a la zona de playas para tratar de buscar un emplazamiento dónde hacerle las fotos estáticas.

Era viernes por la mañana, la gente estaba trabajando y el tráfico hacia las afueras de la ciudad era poco. ¿El momento perfecto para pisarle? No, yo lo interpreté como el momento perfecto para comprobar si en un superdeportivo de verdad también se puede pasear cómodamente.

Y así es, el Mercedes SLS AMG tiene la magia de la electrónica al alcance de la mano. En la consola central, que tiene el nombre de AMG DRIVE UNIT tienes todo tipo de mandos al alcance a tu lado. En la parte superior más cercana al salpicadero, hay un mando giratorio que te permite elegir entre los cuatro modos del cambio “Controlled Efficiency”, “Sport”, “S+” y “Manual”.

Así el cambio de marchas “AMG SPEEDSHIFT DCT 7” de doble embrague y siete marchas como su propio nombre indica, te permite elegir el modo de funcionamiento que mejor se adapta a las necesidades de cada momento.

En ese momento la razón me pedía colocarlo en el modo “Controlled Effiencincy” que evidentemente es el más indicado para dar un paseo. Por otro lado, mi corazón me pedía olvidarme de esos cuatro modos y poner en cada semáforo el modo “race start” que te convierte en Sebastian Vettel cuando la luz se pone verde… Habrá que hacerle caso a la razón.

Durante el paseo hacia la zona de playas, me quedé impresionado con la elasticidad de la que hace gala el V8 de 6.208 c.c. El motor te permite absolutamente de todo, desde rodar a menos de mil revoluciones con una velocidad de 40 km/h hasta pisarle a fondo y tener una respuesta casi instantánea.

Lo más sorprendente de todo es lo dócil que se convierte cuando viajas contemplando el paisaje. El sonido ronco del motor que me había enamorado la noche anterior parece esconderse cuando el coche interpreta que no es el momento de “armarla”. El cambio lo más rápido que puede se va a la séptima marcha y todo parece fluir como la seda. He de admitir que para este tipo de cosas, la electrónica aplicada a los coches hace auténticas maravillas.

Tras el agradable paseo, llego a la zona de playas, desiertas como es lógico un viernes de marzo por la mañana. Un claro de sol se abre ante nosotros, se que es el momento perfecto para hacerle las fotos.

Me acerco al paseo marítimo, está desierto. Solo un par de jubilados pasean por la arena, y uno de ellos se queda viendo para el coche. Tal vez le recuerde al mítico Mercedes 300 SL. Es su nieto, señor.

Aparco el coche en una posición que me parece idónea para las fotos, con las ruedas delanteras un tanto giradas y la playa de fondo. Lo cierto es que con éste coche es fácil encontrar la postura idónea para hacerle fotos, porque con esa línea tan elegante y sutíl, cualquier emplazamiento es bueno para sacarle el máximo partido.

Las primeras fotos las hago con las puertas cerradas, captando cada detalle de su carrocería. El largo morro, las branquias laterales basadas en las del 300 SL, el pequeño alerón de la parte trasera que se despliega al pasar de 120 km/h o a través del botón del salpicadero…

Las gaviotas vienen a saludar al Mercedes SLS AMG “alas de gaviota”

Todo en él luce muy bien, elegante y deportivo al mismo tiempo. Entonces decido abrir ambas puertas para retratar el coche en su forma más característica, con las “alas de gaviota” desplegadas. Y algo mágico ocurrió en ese momento.

Un grupo de seis o siete gaviotas aparecieron desde el mar y comenzaron a revolotear alrededor del coche. No podía creer lo que veían mis ojos, las gaviotas habían acudido allí como atraídas por la línea del coche.

El leve viento que había permitió que las gaviotas se mantuviesen como paradas encima del coche durante unos minutos en una escena que ni buscada a propósito hubiese quedado mejor.

Tras hacer fotos desde la parte delantera y trasera, cierro las puertas del coche y las gaviotas comienzan a alejarse a lo lejos emitiendo su característico sonido. ¿Se estaban despidiendo? No podía dar crédito a lo que acababa de ocurrir…

Enciendo de nuevo el coche y me marcho hacia la frontera con Portugal, concretamente hacia la localidad de Tuy. Para llegar allí desde dónde estaba hay que pasar por un puerto de montaña que conocía bien, una carretera de curvas que cada fin de semana se llena de moteros y que ese día estaría vacía.

Tocaba volver a pasar por la gasolinera antes, y es que en conducción urbana los consumos del coche suben fácilmente hasta los 18 litros cada 100 kilómetros. Una vez más no me parecen consumos excesivos para tratarse de un coche de semejante caballería, un BMW M3 con solo 420 caballos puede consumir más o menos lo mismo que éste.

Me dirijo hacia la carretera y de nuevo el cosquilleo inicial vuelve a mi estómago. Voy a poder probar el coche en una zona dónde realmente me demostrará de lo que es capaz, una zona que conozco bien y una zona en la que la visibilidad de las curvas es amplia y permite circular sin riesgos.

La primera zona de inclinada pendiente, nos abre ante nosotros un doble carril para adelantar a vehículos lentos que, gracias a la potencia del motor y a los 650 Nm de par desaparecen ante nosotros en menos de lo que canta un gallo.

El Mercedes SLS AMG es una máquina de devorar rectas, pero también debemos estar bien atentos al marcador de velocidad ya que es fácil pasarse del límite legal, ya que el coche difícilmente da sensación de velocidad.

Pronto se sitúa ante nosotros la primera curva amplia de derechas, una curva rápida en la que el Mercedes SLS AMG parece ir sobre raíles. No se mueve ni lo más mínimo, y el cambio situado ya en la posición “S+” engrana en cada momento la marcha perfecta.

En las frenadas el equipo de frenos de serie (opcionalmente hay un equipo carbono cerámico por 10.544 euros más) responde con contundencia a nuestras solicitudes. Las pinzas muerden con fuerza, detienen el coche y no mostraron síntomas de fatiga en ningún momento de la prueba.

A medida que pisas el freno con fuerza el cambio de marchas se encarga de bajar marchas. Es muy preciso, y cuando lo probé en modo manual me gustó que te permite incluso bajar marchas cuando la lógica dice que no deberías hacerlo. En conducción deportiva a veces hay que hacerle un poco de caso a la lógica…y dejar que el corazón también opine.

Continuará mañana con la última parte de conclusiones, valoración y un video…

En Motorpasión | Mercedes SLS AMG, prueba en carretera (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4);

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