Especial mantenimiento: Frenos (parte 1)

Vamos con los frenos, esos elementos de nuestro coche que nos pueden hacer tanto suspirar aliviados al evitar un choque inminente funcionando a pleno rendimiento o pegarnos un susto morrocotudo por llevarlos en mal estado. De ellos depende nuestra seguridad y por ello es muy importante llevarlos en buen estado.

Los dos componentes de nuestro sistema de frenos que normalmente se ven afectados por el mantenimiento son las pastillas o las zapatas de freno y el líquido de frenos (fluido hidráulico). Mientras los elementos frenantes se sustituyen cuando están desgastados, el fluido hidráulico se sustituye cada cierta cantidad de kilómetros/años o dependiendo del vehículo adicionalmente cada cambio de pastillas/zapatas. También los discos de freno pueden entrar en el mantenimiento, por lo que también dedicaremos un poco de espacio en este especial de mantenimiento a hablar de ellos.

Vibraciones al frenar, pastillas que gritan por un cambio, comprobar el desgaste de un disco de freno, entre otras cosas que trataremos en este post. No podemos evitar intentar que os manchéis un poco las manos, aunque solo sea para comprobar el estado de las pastillas de vuestros coches.

Vamos allá.

Ya sabemos que un sistema de frenado sirve para detener nuestro vehículo, ahora vamos a echar un ojo desde el punto de vista del mantenimiento. Sin embargo para ello nos hace falta volver a los básicos del sistema de frenado. El frenado de un vehículo se produce por la aplicación de un elemento fijo unido al automóvil (la pastilla o la zapata) contra uno móvil unido a las ruedas (disco o tambor).

Cuando se aplica la pastilla contra el disco o la zapata contra el tambor, se produce un rozamiento por el que disipamos la energía cinética en forma de calor. Este rozamiento produce que poco a poco la pastilla y el disco se desgasten. Al igual que los neumáticos que tratábamos hace una semana, los frenos son altamente sensibles al uso, con una conducción agresiva nos comeremos los elementos frenantes en poco tiempo, mientras que con un uso tranquilo unas pastillas pueden durarnos más de 100.000 kilómetros, mientras la vida de los discos pueden incluso exceder la vida útil del vehículo.

Comprobando el estado de los frenos

Estado de las pastillas de freno

Esto es una operación algo complicada, sobre todo si nuestro coche lleva llantas de acero, porque en ese caso seguramente nos tocará desmontar la rueda para mirar cuanto queda de pastillas. Para comprobar como llevamos el desgaste de las pastillas necesitamos visión directa de las mismas, si para ello hace falta desmontar la rueda, pues habrá que desmontarla.

Obviamente no vamos a desmontar las ruedas para revisar las pastillas cada mes como es recomendable con el estado de los neumáticos o el nivel de aceite, tenemos que mirarlas cuando tengamos indicios de que las pastillas están llegando a su final de vida útil.

Estos indicios pueden ser varios, el más normal es el avisador acústico de desgaste que llevan prácticamente todas las pastillas de freno que se venden actualmente. Este avisador hace que cuando frenamos oigamos un sonido agudo cuando la pastilla está llegando al final de su vida útil. Mucha gente pasa olímpicamente de este sonido, porque han sido (y son) muchos los coches en los que las pastillas suenan prácticamente desde el primer día tras ponerlas y obviamente la pastilla no se gasta en una semana.

Existe otro tipo de avisador eléctrico, que llevan las pastillas de ciertos modelos, que mediante un conector se comunican con el coche y nos dan un aviso en el panel de instrumentos cuando la pastilla está llegando al final de su vida útil. Si no contamos con avisador, nos tocará mirarlas directamente de cuando en cuando para ver su nivel de desgaste.

Las pinzas de freno llevan normalmente una abertura a través de la cual se ve la parte superior de las pastillas. Normalmente las pastillas llevan una hendidura para orientarnos, cuando esa hendidura desaparece completamente deberíamos cambiar las pastillas. Si no tenemos hendiduras, debemos calcular unos 3 o 4 milímetros como margen de seguridad.

A la hora de tocar los frenos, tenemos que tener cuidado de no inhalar el polvo de las pastillas de freno, ya que es bastante tóxico. Las pastillas de freno pueden ser de varios materiales, aunque actualmente las más comunes son las de metal sinterizado mezclado con resinas (tipo semimetálico).

Anteriormente se utilizaba amianto en las pastillas, pero se han ido desechando por su altísima toxicidad. Las pastillas orgánicas que antes contenían el amianto, son ahora una mezcla de fibras de origen orgánico con resinas resistentes a la temperatura, estas son normalmente las más blandas.

Adicionalmente a estos tipos están las de bajo contenido metálico, que son una mezcla entre las semimetálicas y las orgánicas (con una mezcla de propiedades de ambas) y las cerámicas, que son más caras, pero duran mucho, frenan muy bien a altas temperaturas y causan poco desgaste al disco.

En cuanto a la elección de unas pastillas, unas más blandas nos otorgarán una frenada más potente (generalmente, no todas) pero durarán menos, mientras unas más duras nos darán una frenada de menos potencia pero durarán más tiempo.

Si podemos elegir, lo normal es que escojamos unas que se adapten a nuestro estilo de conducción, pero ante todo que sean para nuestro coche.

Solo tendremos capacidad de elección si lo hacemos en un taller independiente o nosotros mismos, en el taller oficial pondrán siempre las pastillas que tengan, normalmente unas igual de útiles que las que podamos escoger nosotros pero con el logo del fabricante del coche.

Lo principal es cambiar las pastillas antes de que lleguen a la chapa de soporte, como hemos dicho cuando queden 3 o 4 milímetros es una buena medida para tomar como referencia.

Continuará...

Fotografías | Flickr (I, II, III, IV)
En Motorpasión | Especial mantenimiento del coche

También te puede gustar

Portada de Motorpasión

Ver todos los comentarios en https://www.motorpasion.com

VER 37 Comentarios