Lo más bruto de Mercedes no es el Clase G, es un camión que se ha convertido en legendario y no cabe en ningún garaje

Hay vehículos que se compran para ser vistos y otros para cumplir una función. El Unimog siempre ha estado en el segundo grupo: el que llega donde el resto se rinde, ya sea en un monte, una obra o una misión complicada. Y justo por eso sorprende que ahora Mercedes-Benz Special Trucks haya decidido llevarlo a un territorio casi opuesto: el del lujo.

No es una ocurrencia puntual. En 2026 el Unimog cumplirá 80 años y Mercedes ha querido celebrarlo con algo más que un logotipo conmemorativo. Para ello ha trabajado junto a Hellgeth Engineering, una empresa del propio grupo especializada en desarrollos a medida para clientes con necesidades muy concretas. Todo lo que sale de su garaje tiene soporte oficial, mantenimiento garantizado y vocación de uso real. Nada de bellezas de escaparate.

Un Unimog con traje de gala, pero con los mismos genes de cabra montesa

La base de esta bestia es un Unimog U 4023, uno de los camiones más extremos de la gama actual. Un vehículo de expedición concebido desde el principio como herramienta. Sus ejes pórtico elevan la altura libre al suelo muy por encima de la de cualquier 4x4 convencional; el chasis está diseñado para retorcerse y mantener las ruedas en contacto con el terreno cuando otros se quedan cruzados. Y la transmisión prioriza avanzar siempre, incluso a velocidades muy bajas. El Unimog no está hecho para correr, sino para no detenerse.

Unimog más potente de la historia

La gran novedad aparece bajo el capó. Donde normalmente hay un cuatro cilindros diésel, aquí Mercedes ha instalado un OM 936 de seis cilindros y 7,7 litros. Rinde 220 kW o unos 300 CV, y entrega hasta 1.200 Nm de par. Más que la cifra, lo importante es cómo empuja desde abajo, justo donde un vehículo así trabaja la mayor parte del tiempo. La transmisión se ha ajustado para gestionar ese par con mayor suavidad, algo clave cuando se arrastran cargas pesadas o se circula durante horas por terreno complicado.

Por fuera también se nota que no es un Unimog cualquiera. La pintura gris, los acabados específicos en paragolpes, parrilla y estribos, las llantas beadlock de aluminio y el paquete de iluminación LED le dan una presencia distinta, más cercana a la de un todoterreno grande moderno que a la de un vehículo industrial. Solo que aquí las proporciones, la altura y las ruedas devuelven rápido a la realidad: sigue siendo un Unimog, y se nota.

Una bestia pensada para llegar lejos, pero también para impresionar

Pero quizá lo más llamativo en este caso está en el interior. La cabina doble para cuatro ocupantes abandona cualquier enfoque espartano y apuesta por asientos de cuero con costuras en contraste, alfombrillas del mismo material e iluminación ambiental LED. Un contraste casi chocante en un vehículo asociado históricamente al barro, el frío y las jornadas interminables.

También incorpora MirrorCam, con cámaras que sustituyen a los retrovisores tradicionales. En un vehículo ancho y alto como este, pueden ser una ayuda real para mejorar la visibilidad en pasos estrechos o con poca luz.

Este Unimog no se quedará guardado en un garaje. Mercedes lo entregará a un cliente en los próximos meses para que lo utilice en condiciones reales. Será esa experiencia la que determine si algunas de estas soluciones acaban llegando a una serie limitada o sirven de inspiración para futuros desarrollos. En el fondo, es una forma muy Unimog de celebrar un aniversario: poniéndose a trabajar.

Y es que el Unimog nació así. El primero apareció en la Alemania de posguerra como una máquina agrícola y multifunción, pensada para arar, transportar y reconstruir cuando no había recursos ni margen para errores. Ocho décadas después, sigue fiel a esa idea original. La diferencia es que ahora, por primera vez, puede hacerlo rodeado de cuero, luz ambiental y un motor descomunal bajo el capó.

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