Un proyecto pionero en Europa reutiliza palas de aerogeneradores fuera de servicio para levantar un aparcamiento sostenible
Economía circular aplicada al urbanismo, con carga para coches eléctricos y energía solar integrada
La energía eólica lleva años siendo uno de los grandes pilares de la transición energética en Europa. Pero incluso las tecnologías limpias generan residuos difíciles de gestionar cuando llegan al final de su vida útil. En este caso, uno de los mayores quebraderos de cabeza son las palas de los aerogeneradores: enormes, resistentes y casi imposibles de reciclar con los métodos tradicionales.
En Suecia han dado con una solución tan inteligente como llamativa: el primer aparcamiento de Europa construido parcialmente con palas de aerogeneradores recicladas. Ya habíamos visto cómo pueden hacerse parques infantiles o paradas de autobús con ellas, pero este sorprendente edificio lleva el upcycling a otro nivel, convirtiendo un residuo tan complejo en arquitectura urbana. Y ya está funcionando.
De residuo industrial a símbolo urbano de economía circular
El proyecto, bautizado como aparcamiento Niels Bohr, se encuentra en Brunnshög, un distrito sueco en plena expansión en la ciudad de Lund. En total, se han reutilizado 57 palas procedentes del parque eólico Nørre Økse Sø operado por Vattenfall, y ya desmantelado por completo.
El edificio cuenta con cinco plantas y 365 plazas de aparcamiento, de las cuales 40 disponen de puntos de recarga para vehículos eléctricos. En la cubierta hay paneles solares conectados a una batería de almacenamiento, lo que permite recargar coches incluso durante la noche.
Las palas recicladas de los aerogeneradores no soportan peso, pero forman parte clave de la fachada como muros cortina, aportando identidad visual y reduciendo el uso de materiales nuevos. Dicha fachada, además, está plagada de vegetación pensada para favorecer a los polinizadores, reforzando el enfoque ambiental del conjunto.
La idea nació del arquitecto Jonas Lloyd tras conocer que, en países como EEUU, “muchas palas acaban enterradas en vertederos”. Fabricadas con fibra de vidrio y fibra de carbono para resistir décadas de viento y climatología extrema, son ligeras y duraderas, pero muy difíciles de reciclar. “No es solo un problema medioambiental, también es un desperdicio de material”, explica Lloyd.
La energética se ha marcado como objetivo reutilizar o reciclar el 100 % de sus palas para 2030 y ya trabaja en otros usos alternativos: desde estructuras para paneles solares hasta materiales aislantes o incluso esquís. Este aparcamiento no va a resolver por sí solo el problema global de los residuos eólicos, pero solo en Europa, miles de palas llegarán al final de su vida útil en la próxima década. Proyectos como este muestran que el verdadero reto de la transición energética ya no es sólo generar energía limpia, sino qué hacemos con sus residuos cuando toca.
Imágenes | Vattenfall
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