China ha construido 40.000 km de líneas de tren de alta velocidad en sólo 15 años. Su objetivo es ser líder en ese campo. De hecho, es el país con la red ferroviaria de alta velocidad más densa del mundo, por delante de Japón, España y Francia, los campeones del sector.
Mientras en Europa se debate si se deberían o si es posible eliminar los vuelos entre las ciudades unidades por trenes de alta velocidad para reducir las emisiones de CO2, en China ya tienen la respuesta. El puente aéreo entre Pekín y Shanghai, separadas por 1.300 kilómetros, está aplastado actualmente por el tren de alta velocidad. 52 millones de pasajeros viajaron en alta velocidad en 2024, frente a sólo 8,6 millones que lo hicieron en avión.
Por primera vez, el tren supera al avión
Casi el 90% de los 60,6 millones de viajeros que se desplazaron entre Pekín y Shanghai optaron por el tren de alta velocidad. La línea generó 42.000 millones de yuanes de ingresos (unos 5.400 millones de euros), con un beneficio neto de casi 1.800 millones de euros. Ante semejante éxito, incluso las clases más acomodadas, durante mucho tiempo cautivas del transporte aéreo, dan ahora la espalda al avión.
¿A qué se debe este éxito? En primer lugar, la rapidez. Los trenes chinos de alta velocidad unen Pekín con Shanghai sin paradas en 4 horas y 18 minutos. Es algo todavía impensable en Europa. ¿Alguien se imagina un tren que cubra una distancia equivalente a la que separa Sevilla de Burdeos, en Francia, en poco más de cuatro horas? No, obviamente. Incluso en la línea con paradas, el tren tarda menos de 8 horas. Con 100 trenes diarios en esta línea, la frecuencia es óptima.
La velocidad no lo es todo. La conectividad juega un papel importante en un país donde sin un smartphone no se puede ni comprar un café. A diferencia del transporte aéreo, los pasajeros permanecen conectados durante todo el trayecto, una ventaja clave para los profesionales y las nuevas generaciones. Esta exigencia se ha visto reforzada desde los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, cuando la accesibilidad digital se convirtió en una prioridad nacional.
Por último, la comodidad y la practicidad son también fundamentales. Las estaciones están situadas en el centro de las ciudades, la puntualidad es digna de los trenes suizos y los servicios a bordo igualan -o incluso superan- los de un vuelo nacional en clase preferente.
Ante esta oleada de viajes en tren, las aerolíneas chinas dan la voz de alarma. Air China y China Eastern Airlines han unido recientemente sus fuerzas para frenar la hemorragia de pasajeros. A pesar de sus 55 vuelos diarios en la ruta, tienen dificultades para competir.
Intentan ganarse a los pasajeros con servicios premium como traslados en limusina al centro de las ciudades y horarios flexibles, pero la oferta de las aerolíneas sigue viéndose obstaculizada por los tiempos de facturación, los controles de seguridad y la falta de conectividad a bordo. Puede que ni siquiera la reducción de las tarifas bastará para invertir la tendencia.
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