Las cinco carreras más importantes de la trayectoria de Niki Lauda en la Fórmula 1

Niki Lauda, la gran leyenda del automovilismo, uno de los diez grandes de la historia de la Fórmula 1, nos ha dejado a la edad de 70 años después de mucho tiempo luchando contra sus problemas renales. El austriaco no deja como legado su espíritu indómito y un buen puñado de carrera memorables.

Y es que hablar de Lauda es hacerlo de un mito de los 70, del hombre que revivió Ferrari cuando su etapa en la Fórmula 1 empezaba a languidecer ante el crecimiento de los garajistas británicos. Una leyenda más allá del pilotaje cuyos momentos álgidos procedemos a repasar: estas son las cinco carreras clave de la vida de Niki Lauda.

Gran Premio de España de 1974

Sí, la primera victoria de Niki Lauda en la Fórmula 1 fue en España, concretamente en el Jarama. El austriaco acababa de de fichar por Ferrari y no había tenido el mejor arranque de año, con dos averías en tres carreras. Sin embargo en España sacó lo mejor de sí para lograr la pole position y el domingo ganar su primera carrera de Fórmula 1.

Además la carrera no fue fácil. La lluvia alagó el Jarama y convirtió la carrera en un ejercicio de supervivencia. En la salida Ronnie Peterson le quitó la primera plaza a Lauda y lideró durante varias vueltas, pero un problema mecánico le dejó tirado. Lauda ganó y terminó doblando a todos salvo a su compañero Clay Regazzoni.

Gran Premio de Italia de 1975

Había pasado un año y medio de aquello y Ferrari ya era el equipo de Niki Lauda. La temporada 1975 estaba siendo totalmente dominada por el austriaco, y en Monza tenía una nueva oportunidad de conseguir su primer mundial, después de haberla desperdiciado en Austria. Lauda haría la pole position y el resto fue historia.

En un domingo de los más emocionantes que se recuerdan en Monza, los tiffosi llevaron en volandas a Niki Lauda y Ferrari para conseguir su primer título mundial. Terminó tercero, y Regazzoni ganó la carrera con el otro Ferrari. Primer mundial para Lauda y una de las mayores fiestas que se recuerdan en Monza, el templo de la velocidad y de Ferrari.

Gran Premio de Alemania de 1976

No podía faltar la carrera que marcó la vida de Niki Lauda. Quizás una de las pruebas más memorables de la historia de la Fórmula 1. El Gran Premio de Alemania de 1976 en el que Lauda casi pierde la vida por su mítico accidente en el que quedó atrapado en su Ferrari en llamas. Un golpe que le hizo perder parte del rostro.

La carrera estuvo envuelta en una gran polémica desde el principio, ya que se barajó suspenderla por las fuertes lluvias que arreciaban en Nurburgring. Finalmente se dio el banderazo de salida y Niki Lauda comenzó a perder un mundial de 1976 que tenía prácticamente en el bolsillo tras un inicio arroyador.

Gran Premio de Italia de 1976

Otra carrera que no ganó, pero que es muestra del coraje de Lauda. Solo seis semanas después de estrellarse en Nurburgring, después de operaciones, transplantes y filtrados de líquidos, Niki Lauda se atrevía a volver a ponerse a los mandos de su Ferrari en Monza, donde un año antes había ganado el mundial.

Lauda fue cuarto en una carrera épica en la que se fue haciendo poco a poco a sus nuevas condiciones. Por entonces parecía que, pese a todas las carreras perdidas, terminaría ganando el mundial de 1976, pero la mítica carrera de Monte Fuji, primer Gran Premio de Japón de la historia y último de esa temporada, hizo caer la moneda del lado de James Hunt.

Gran Premio de Portugal de 1984

En 1984 Lauda estaba de vuelta en la Fórmula 1 después de tres años retirado y como bicampeón del mundo. Lauda buscaba su tercera corona con McLaren, y en Portugal, última carrera del año, le bastaba ser segundo para conseguirlo. Así fue, Lauda sacó su versión más cerebral para no entrar en guerras con su compañero, Alain Prost, y acabar justo detrás de él.

El austriaco conseguía su tercer mundial siete años después del segundo y por solo medio punto de ventaja. Y todo gracias a que en Mónaco la FIA paró la carrera antes de tiempo para hacerle un favor a Prost, un regalo envenenado ya que al no haberse cumplido media carrera solo se repartieron la mitad de puntos, lo que benefició a Lauda, que ya se había retirado. El último truco de un maestro único.

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