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¿Conoces las diferencias entre un híbrido autorrecargable y un híbrido enchufable?

El futuro del automóvil está marcado por la reducción de la contaminación, por una movilidad más limpia y respetuosa con todos y con todo. Un futuro que todavía queda un poco lejos, no mucho, pero hay camino por recorrer. El primer paso ya está dado, gracias a los coches híbridos, que incluyen un segundo paso con los híbridos enchufables. Dos formas de aplicar la electrificación muy similares, pero diferentes en ciertos detalles que pueden hacer una más interesante que la otra.

Toyota es el fabricante que más a invertido en la hibridación, con resultados más que satisfactorios y unas ventas que acaparan, aproximadamente, el 70% de la producción. Los híbridos son la carta de presentación de la marca, aunque su principal ‘campo de batalla’ es la hibridación convencional. Es decir, se centra en los grupos propulsores híbridos autorrecargables, aquellos que no requieren de una conexión a la red para proveerse de electricidad. Así comenzaron en 1997 y así han ido evolucionando hasta hoy.

Sin embargo, la hibridación enchufable o ‘plug-in’ tiene sus ventajas, muy interesantes además. Por eso, Toyota no la descarta ni olvida, ofreciendo el Prius Plug-in y, con motivo del LA Auto Show (Salón del Automóvil de Los Ángeles), llega también una variante PHEV del Toyota RAV4. Una vez conquistado el mercado de los híbridos convencionales, el siguiente paso son los enchufables y, posteriormente, los eléctricos, para lo cual se han llevado a cabo diversos acuerdos que faciliten el desarrollo.

¿Que diferencias hay entre un híbrido y un híbrido enchufable?

Básicamente, un híbrido enchufable y un híbrido convencional son casi iguales. Ambas opciones tienen un grupo propulsor compuesto por un motor híbrido y un motor eléctrico, que trabajan en solitario o combinados, según las condiciones y los requerimientos de potencia por parte del conductor. Para ello, incorporan una gestión electrónica muy compleja, pero cuyo funcionamiento pasa totalmente inadvertido sin que el conductor pueda apreciar diferencias reales con cualquier otro vehículo con motor convencional. Y esto es, precisamente, uno de los mayores logros de esta tecnología.

La mayor diferencia entre un híbrido autorrecargable y un híbrido enchufable está, principalmente, en el tipo de baterías, en su capacidad y en la posibilidad de conectarse a una toma de corriente para recargarse. Los PHEV (Plug-in Hybrid Electric Vehicle), por tanto, presentan unas características que no tienen los convencionales, aunque sigan siendo muy parecidos. Por ejemplo, el motor eléctrico es más potente en los enchufables, gracias a contar con una batería de mayor capacidad. Esto último, además, les permite recorrer una mayor distancia en modo totalmente eléctrico.

Toyota RAV4 Plug-in Hybrid 2020

No obstante, los híbridos enchufables no recuperan energía con tanta eficiencia como los híbridos convencionales. En este apartado, los híbridos autorrecargables cuentan con un sistema mucho más eficiente y cada frenada o deceleración, se convierte en energía acumulada en la batería con mayor soltura que un híbrido enchufable. En contrapartida, un híbrido autorrecargable no puede recorrer mucha distancia usando únicamente el motor eléctrico, aunque en determinadas circunstancias los recorridos pueden llegar a ser hasta un 80% del tiempo en modo cero emisiones, como certificó recientemente un estudio del Instituto Universitario de Investigación del Automóvil (INSIA) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

La mayor ventaja del híbrido enchufable reside en la posibilidad de conectarse a la red y recargar las baterías. De esta forma, con las baterías totalmente al completo, el sistema de gestión dará prioridad al motor eléctrico pudiendo circular sin emisiones durante bastantes kilómetros. Además, si supera los 40 kilómetros de autonomía eléctrica, en España recibe la etiqueta CERO de la Dirección General de Tráfico, frente a la etiqueta ECO que tienen los híbridos autorrecargables.

¿Cómo se conduce un híbrido autorrecargable y un híbrido enchufable?

Una de las cosas que quizá genere más dudas es la conducción de cada uno de estos tipos de híbridos. Pero realmente no hay nada sobre lo que dudar, pues se conducen como cualquier automóvil convencional con cambio automático. La única diferencia que se puede apreciar, es el silencio de marcha cuando se circula con el motor eléctrico y el tacto del freno, ya que el primer recorrido del mismo no acciona el sistema de frenos mecánicos, sino el motor eléctrico, que aprovecha para generar electricidad y recargar las baterías.

No obstante, hay cosas que se pueden hacer para conseguir una conducción más eficiente y así, un menor gasto de combustible, aunque requiere adaptarse un mínimo a sus funciones. Por ejemplo, las aceleraciones hay que hacerlas con suavidad, para así aprovechar el motor eléctrico cuando más energía se necesita (mover un objeto desde su estado de reposo, es una acción que requiere de grandes cantidades de energía). Si mantenemos esa suavidad con el acelerador para ganar velocidad, también estaremos sacando partido al apartado eléctrico del grupo propulsor.

El poder circular por ciudad con el motor eléctrico y sin gastar gasolina es la mayor ventaja de estos coches. En un recorrido urbano con constantes frenadas e inicios de marcha, el consumo de combustible se dispara y el motor eléctrico, con una entrega de par elevada y constante, hace que no sea necesario emplear combustible reduciendo los consumos exponencialmente. Es aquí donde los híbridos enchufables tienen cierta ventaja, siempre y cuando la batería tenga suficiente carga y podamos contar con puestos de recarga durante nuestros desplazamientos.

Imágenes | Toyota Global Newsroom y elaboración propia

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