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¡Atascos! No pierdas los nervios (ni seas tú quien los provoque)

Los atascos en carretera son a veces un fenómeno que parece inexplicable. Algunos son previsibles, se repiten casi día a día, pero otros nos sorprenden en el momento más inoportuno. ¿Por qué se producen?, ¿los podemos evitar?, ¿por qué, a pesar de los navegadores, acabamos embotellados en uno de ellos?

Esta y muchas preguntas se las hacen cada día en el mundo cientos de miles de conductores que van tranquilamente por la carretera y, de repente, se encuentran con una multitud de coches parados sin una razón comprensible a primera vista. Los factores que desencadenan una retención van desde los meramente físicos a la propia actitud del conductor.

La capacidad de la vía, ¿la única causa?

El espacio del que disponemos no es infinito. En un tramo de carretera, la superficie que pueden ocupar los vehículos está definida por su sección y longitud. Y, lógicamente, tiene una capacidad determinada. La capacidad de una vía es la máxima intensidad que puede atravesar una sección dada de una vía en un determinado período de tiempo (generalmente 15 minutos), o dicho de forma sencilla, los vehículos que caben en ese tramo en un cuarto de hora.

Dejando de lado circunstancias puntuales que puedan detener el tráfico, como pueda ser un accidente, la congestión se forma porque el número de vehículos presentes en una vía supera la capacidad de la misma.

La capacidad es limitada y, cuando se supera este límite, los coches no pueden avanzar

Por otra parte, las características de la pista y de la circulación pueden provocar una merma en la capacidad. En este sentido, influyen circunstancias tales como la velocidad, la señalización o el tipo de vehículos que circulan por el tramo.

En principio, este escenario es habitual en momentos puntuales, ya sea hora punta u operaciones de salida o retorno. En estos casos, cuando la densidad de tráfico es alta, cualquier maniobra inesperada puede reducir la velocidad de los vehículos que se encuentran más cerca, produciéndose una sucesión de retenciones y movimientos lentos hasta que por fin se consigue salir.

El efecto acordeón

Este instrumento musical define perfectamente la situación que se produce durante los atascos: nos movemos, nos paramos, nos volvemos a mover y así sucesivamente. La explicación es sencilla. Una vez detenidos, los vehículos tardan un poco en recuperar la velocidad, siendo crucial los segundos que invierte cada conductor en reaccionar, ya que se va acumulando a lo largo de la fila de coches.

Las velocidades dispares propician el efecto acordeón, mientras que una homogénea aumenta la fluidez

El tiempo que se tarda en iniciar la marcha se va incrementando a medida que los coches van comenzando a desplazarse. Además, las desigualdades en este aspecto provocan que, dentro de la misma cola, se generen incluso varios “acordeones”.

La Dirección General de Tráfico (DGT) de España realizó hace unos años un cálculo aproximado para este efecto. Según este organismo, en una fila de 2000 coches, que provoca un atasco de unos 16 kilómetros, cuando el primer vehículo consume un segundo en iniciar la marcha, el que va detrás tardaría dos y así secuencialmente. El último automóvil puede necesitar hasta 30 minutos para volver a estar en movimiento.

Se puede evitar este efecto de varias formas. Entre ellas, mantener constante la distancia de seguridad o conducir sin frenar ni acelerar bruscamente (lo que también evita que seamos los causantes de un accidente).  De igual modo, si todos los conductores mantienen la atención, reaccionarán con más antelación y harán que la espera sea menor.

La curiosidad mató al gato

Si hablamos de un tipo de atasco absurdo, el más común sería el que se forma en el carril de una vía cuando se produce una incidencia, normalmente un accidente, en el carril del sentido contrario, con lo que se acaban congestionando los dos sentidos de la carretera. En uno de ellos, por el correspondiente corte de tráfico y, en el otro, por la curiosidad de las personas. De hecho, la actitud de algunos conductores genera todos los ingredientes para que se produzca una retención sin causa objetiva.

La curiosidad produce atascos completamente evitables

La distracción derivada de ese "análisis" concienzudo de la escena es total. En consecuencia, la distancia de seguridad queda completamente olvidada y, cuando el conductor da por terminado su examen, acelera para recuperar el tiempo que ha perdido, pudiendo llegar a colisionar con otro conductor que siga haciendo su particular inspección ocular. Por eso, no es nada raro que tras un accidente en una autovía se produzca algún alcance en el sentido contrario.

Un ejemplo que seguir: las hormigas

Seguro que alguna vez has tenido oportunidad de observar a las hormigas, cómo se trasladan en hileras perfectas y, sobre todo, el gran número de ellas que se mueven de forma organizada y muy coordinada. Incluso, si pruebas a romper la columna, en seguida te das cuenta de que se han reorganizado y prosiguen su marcha.

En la hilera no hay retenciones ni adelantamientos ¡qué envidia! ¿Por qué los humanos no nos podemos organizar igual? ¿Cuál es la clave del éxito?

El secreto: buscar el bien común. Así de sencillo

Podríamos decir que la clave es la comunicación y el respetar unas normas básicas. Una de ellas es la distancia existente entre unas y otras, distancia que se mantiene aunque la velocidad varíe.

Este prodigio se ha investigado en muchas ocasiones. Un estudio de referencia realizado por la universidad alemana de Halle-Wittenberg se basó en la observación de 1865 hormigas, las cuales se desplazaban por una pista. Se observó que estos insectos adaptaban su velocidad en función de una serie de parámetros, por ejemplo, la disponibilidad de comida y la velocidad de la hilera. Es más, aun cuando se daba un mayor número de hormigas, lejos de resentirse, esta última aumentaba hasta en un 25 %.

La explicación de este modus operandi no es difícil: se coordinan por el bien de toda la comunidad. Se trata de aprovechar las oportunidades. La comida no estará siempre ahí, por lo tanto, si toda la comunidad trabaja armonizada para aprovecharla y recogerla más rápidamente, el beneficio será para todos. En consecuencia, lo más inteligente es acelerar la evacuación aumentando la velocidad a medida que se van sumando individuos a la ruta.

El vehículo conectado ¿la solución?

Siguiendo con el ejemplo de las hormigas, los estudios concluyen que, mediante sus antenas, estas transmiten constantemente la información necesaria para adaptar su comportamiento a cada situación, algo que no sucede entre los coches que estén en un atasco.

Comunicación e información, piezas claves para coordinar el tráfico

Quizá si consiguiésemos esta comunicación efectiva, los atascos podrían desaparecer. Un vehículo que recibe y envía datos en tiempo real sobre su posición, la posición de los demás conductores, emergencias o incidencias podría parecerse mucho al ejemplo de las hormigas.

Asimismo, los vehículos estarían conectados a las carreteras, que a su vez estarían conectadas entre sí e incluso con las autoridades de tráfico para que puedan solucionar cualquier episodio que altere la circulación. Tecnologías como 5G, big data o edge computing ya están haciendo posible esta realidad. De momento, muchos vehículos ya incorporan sistemas, como el caso del control de crucero adaptativo, que funcionan con la premisa de mantener distancias y velocidades constantes para evitar las retenciones.

¿Me voy a encontrar con algún atasco?

Antes de iniciar un desplazamiento, conviene informarse del trayecto que se va a realizar. Puede ser que haya obras u otra clase de eventualidades que, en determinadas fechas, favorezcan la densidad de tráfico.

Esta información se puede obtener desde la página de la DGT. Junto a las incidencias, en ella es posible consultar el nivel de servicio de ese tramo de carretera. Será negro si la circulación está interrumpida, rojo si está difícil, amarillo si es irregular y verde si está condicionado a algún factor, como el viento o la lluvia.

De otro lado, la información más cercana la tenemos en el propio navegador del coche. Conviene programarlo y echar un vistazo antes de emprender camino tanto por seguridad como por efectividad.

Pero, ante todo, si te encuentras con una retención, calma… no pierdas los nervios.

Imágenes | Pxhere, DGT, Pixabay/Blende12/cocoparisienne/yamabon, Unsplash/Kathy

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