EcoTour RACC: a por el mínimo consumo con un Ford Focus 1.0 EcoBoost

Este sábado se celebró en Barcelona la competición EcoTour RACC, una acción de la división deportiva del club automovilista catalán donde se dieron cita una buena colección de vehículos respetuosos con el medio ambiente, ya fueran eléctricos, híbridos de gasolina, híbridos diésel o bien vehículos con motor de combustión y emisiones de CO2 inferiores a 120 g/km.

En la prueba hubo un total de 42 inscripciones: 15 eléctricos, 12 híbridos y 15 vehículos de emisiones reducidas. En Motorpasión Futuro competimos en esta última categoría, ya que Ford nos invitó a participar con el Ford Focus 1.0 EcoBoost – ya sabéis, el que ha sido elegido como Motor del Año -, y creímos que podía ser interesante ver desde dentro esta competición.

Conocía el coche gracias a la presentación que hice para Motorpasión, la carrera se celebraba en una zona que conozco al dedillo en un 90 % y, además, me daban de comer, así que, ¿por qué no?, me dije. Era mi primera incursión en la competi y encima me estrenaba en el mundo del miniconsumo. Seguro que estaba más verde que una lechuga, pero, ¿y qué? Lo importante es participar, ¿verdad?

En el EcoTour RACC se valoran dos aspectos: la regularidad y el consumo. La regularidad viene marcada por unas tablas donde un punto cada 100 metros está cronometrado a la décima y donde hay que clavar los tiempos: si te retrasas, te penalizan; si corres demasiado, te penalizan más. Al fin y al cabo somos parte del tráfico y, tal y como nos recalcan, debemos cumplir las normas de circulación.

Sí, somos parte del tráfico. Esta es una competición de miniconsumos, no se trata de correr como locos sino de mantener una cierta regularidad a lo largo de todo el recorrido, una regularidad que ha sido calculada por tramos en función de la velocidad media a la que efectivamente se puede transitar entre el resto de usuarios de la vía. Parece complicado. Y lo es.

El consumo se calcula por el carburante que sea necesario reponer tras la prueba, ya que la iniciamos con el depósito lleno hasta los topes. A los coches eléctricos sólo se les puntúa en regularidad. En su caso, la calificación por consumo viene dada por el mero hecho de conseguir llegar a la primera meta de las dos etapas en que se estructura la prueba. Vamos a ver cómo se desarrolló todo.

Antes de empezar con el EcoTour RACC

Llego a Montjuic a las 8:50, unos minutos antes de la hora convenida. Me presentan a la que será mi pareja de baile: Juan Carlos Grande, de coches.net, un probador de coches cuya forma de ser hace honor a su apellido. Los dos somos igual de inexpertos en esto de competir, pero vamos a seguir una máxima durante de día: hemos venido a pasárnoslo bien. Bueno, vale: y a contarlo luego.

Con otros dos Focus participan Víctor Piccione y Josep Autet, de Ford España, y los periodistas Joan Dalmau y Kim Salomon, de Cotxes/Solo Auto y El Periódico, respectivamente. Llevamos los coches hasta el parque cerrado, donde la organización revisará que todo está en orden y nos colocará unos precintos en el capó y en la tapa del depósito de carburante para evitar que hagamos trampas.

Nos entregan el libro de ruta. Cuando lo abro, veo que buena parte del recorrido me lo conozco de pe a pa. De hecho, desde que me ofrecieron participar en esta competición mi mente ha estado pensando en las rutas más complejas para evaluar un coche en materia de consumo. Y mira por dónde, lo he clavado bastante, al menos en lo que respecta a la primera etapa. Sufriremos si queremos ser eficientes.

Los modelos que participan en la competición

El primer coche, un Mitsubishi i-MiEV conducido por un equipo de la marca, saldrá del podio a las 11:30, así que tenemos un poco de tiempo para pasearnos entre los 42 vehículos participantes. Junto a las fuentes de Montjuic, bajo un tórrido sol, hay un poco de todo y para todos los gustos:

Los eléctricos llaman poderosamente la atención de todas las personas que nos hemos congregado en el lugar y de los turistas que merodean por la zona. La gran duda es si los coches movidos sólo con la carga de las baterías podrán llegar hasta el final de una primera etapa que se intuye bastante dura. Lo sabremos en unas horas. Por mi parte, pienso seguir un consejo que me han dado en Ford: no me obsesionaré con el consumo que marque el display. Más vale ir haciendo camino al andar.

Etapa 1: Barcelona – Montmeló


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Según Google Maps, desde Montjuic hasta el Circuit de Catalunya, en Montmeló, hay 32,1 kilómetros que se cubren en 32 minutos. Claro, que eso es contando con las maravillosas infraestructuras que tenemos hoy en día, esas que siempre ponemos a caer de un burro… hasta que te dan un libro de ruta que te lleva por las carreteras de nuestros abuelos y eres consciente de muchas cosas.

Pero no adelantemos acontecimientos, que los primeros kilómetros ya presentan batalla. Salimos con la idea de cruzar Barcelona de punta a punta a la antigua usanza: por la Gran Vía y la Meridiana, como antes de que existieran las rondas. Conduzco yo. Nada más partir, el GPS Garmin que nos ha colocado el jefe de prensa de Ford en la cara interior del parabrisas se nos muere.

Estupendito: ha tardado menos de 4 minutos en dejarnos tirados. Juan Carlos, que no conoce mucho Barcelona, se ha quedado blanco, pero yo confío en mi GPS mental y en sus indicaciones de copi a ritmo de libro de mapas. Menos mal que llevamos el display con el cuentakilómetros parcial muy bien calibrado, y por más kilómetros que hagamos no se desajustará en todo el trayecto.

No, tampoco es eso lo más fastidiado de la etapa.

El tráfico es denso a eso de las 12 en medio de la capital catalana. Denso como el tráfico que se genera en un sábado soleado, cuando la gente coge el coche con cualquier excusa. Oh wait, ES un sábado soleado y Barcelona rebosa ruedas por todas partes. En esas circunstancias, defenderse del tráfico sabiendo que no puedes dar acelerones al cambiar de carril es una tragedia griega.

Por fin salimos de la ciudad e iniciamos los primeros tramos de carretera. Son carreteras estrechas y reviradas, las conozco y sé que a esas alturas del día es frecuente encontrar ciclistas que resultan difíciles de adelantar por la falta de visibilidad, y más si queremos hacerlo sin que al acelerar nos suicidemos con los consumos. ¡Buf! La falta de aire acondicionado ya hace rato que nos pasa factura y poco a poco entramos en ebullición. Ahorrar es duro cuando estás demasiado hecho al climatizador.

Llegamos a una de las zonas que más me ha preocupado desde que intuí cuál podía ser la ruta: la B-500 a la altura de Tiana, en la Sierra de la Conreria, una cima de 460 metros de altura a escasos kilómetros del litoral. El consumo puede ser discreto con el Focus si tenemos la suerte de no encontrar coches en el camino. Si no, se nos disparará al tener que usar marchas cortas.

Bueno, la noticia positiva es que no es un coche. La negativa es que hemos pillado un autobús. Y ahí vamos nosotros, chupando rueda por la revirada carretera, sin posibilidad de hacer nada. Aquí ya hemos perdido la competición, en consumo y sobre todo en regularidad. Detrás de nosotros, uno por uno van llegando todos nuestros rivales. El trenecito que montamos debe de ser como para verlo desde fuera.

Mientras subimos a ritmo de funeral, el funeral con el que decimos adiós a la ilusión de no hacer el ridículo en las tablas, le cuento a Juan Carlos que me estoy sintiendo como se debían de sentir aquellos pioneros del automovilismo que, en tiempos de los hermanos Michelin y de John Boyd Dunlop, se dedicaban a triscar por las montañas a la aventura, haciendo frente a los imponderables.

Más allá del autobús, que se aparta al llegar al punto más alto de la montaña, encontraremos un par de coches cuyos conductores van extremadamente calmados. No podemos hacer nada. Hay rivales que ignoran las advertencias de la organización y realizan algunas infracciones para ganar la posición. Juan Carlos y yo nos indignamos, pero hacemos un esfuerzo por recordar que lo importante es participar.

Pese a eso, la sangre nos hierve porque nos hemos visto manejados por la situación, sin posibilidad de hacer nada. En plena indignación me descubro a mí mismo, en un momento dado, sobrepasando los límites de velocidad. ¿¡Pero qué estoy haciendo!? Meneo la cabeza con resignación y aflojo la marcha. Llegamos a Montmeló. La cosa ha ido mal, para qué nos vamos a engañar, pero es lo que hay.

Tomàs Molina, meteorólogo de TV3 y ganador en Eléctricos con un Peugeot iOn

Los eléctricos acaban aquí su recorrido, después de que Tomàs Molina, muy conocido en Cataluña por ser hombre del tiempo en TV3, haya ganado la competición de regularidad, la única que se evalúa para estos coches. El consumo no se considera porque la prueba de fuego ha consistido en acabar el recorrido. Los ocupantes de uno de los Nissan Leaf nos explican que la batería les ha llegado justita.

Han sido 79,24 kilómetros de sufrimiento. ¿Tan poco kilometraje y las baterías ya se resienten? Bueno, es que había mucha, pero que mucha irregularidad en el terreno, unas pendientes de mucha consideración. Cualquiera que recorra el mapa que he puesto arriba, sobre todo si selecciona las visiones de Satélite o Terreno, verá que la orografía es bastante peculiar durante todo el trazado.

De repente recuerdo que por el camino hemos visto dos de los Twizy tirados en una gasolinera. ¿Qué habrá pasado con ellos? No disponemos de mucho tiempo para averiguar nada. Tenemos que comer y descansar un poco de la estresante primera etapa, que a continuación nos toca el trayecto de vuelta, que además resulta ser más largo que el trayecto de ida. A ver cómo nos va…

Etapa 2: Montmeló – Barcelona


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Nos esperan 99,73 kilómetros por un trazado que domino un poco menos que las carreteras de la etapa 1, ahora le toca el turno de conducción a Juan Carlos Grande, no tenemos GPS, no nos queda agua en las botellas, el habitáculo está calentito y al cuerpo y acumulamos el cansancio de la primera etapa. Sabemos que nos han penalizado de lo lindo por tardones, así que lo único que podemos hacer es jugar a no descuadrar tiempos y, sobre todo, centrarnos en el consumo.

¡Ay, el consumo! Por las nubes. La última vez que he mirado la media íbamos por 7,1 l/100 km, una barbaridad para un coche de 5,0 l/100 km. Pero es que el trazado se las traía y los imponderables nos han machacado por todas partes. Vuelvo a pensar en el consejo de no mirar el display. Al fin y al cabo, todo se decidirá en la gasolinera, al final de la prueba.

Estamos de suerte en esta segunda etapa. No hay nada de tráfico que nos condicione. Juan Carlos conduce rápido y bien, con suma precisión, sacándole todo el jugo al Focus y a la extraordinaria estabilidad que tiene ese coche y que tanto me cautivó cuando lo probé. Esto es algo que nos permite ir en marchas largas en todo momento, evitando acelerar. De eso se trataba, claro que sí.

Nos concentramos en el trabajo, ahora que tenemos algo que hacer. Cronómetro en mano, voy siguiendo las tablas que nos ha dado la organización. Vamos algo adelantados y decidimos aflojar. Al entrar en Castellar del Vallès, sin embargo, un semáforo nos hace entrar en un agujero espacio temporal y se nos van casi dos minutos del tirón. Con tranquilidad los vamos recuperando.

Esto sí que da para disfrutar. Nos sentimos dueños de nuestro destino. Juan Carlos puede acelerar más o menos sin más condicionantes que los de vigilar el consumo, y yo puedo indicarle cuándo vamos bien o mal de tiempo. ¡Así sí que se puede! Dentro del habitáculo, los dos inexpertos competidores vamos bromeando, haciendo payasadas, pasándolo realmente bien.

Entramos en la ciudad, pero la ruta de vuelta no está tan cargada como lo estuvo la ruta de ida. Recorremos el Eixample a una velocidad bastante acompasada con la del tráfico, ahora ya hace rato que nadie nos cronometra y este último tramo es sólo para seguir apurando en consumo de carburante. Se trata de no acelerar ni frenar, se trata de ver y prever.

Llega la hora de la verdad. La gasolinera de la calle Lleida, muy cerquita de la meta. Allí nos apelotonamos con todos los coches. El cronometro está cerrado, así que no hay prisa. Esperamos pacientemente nuestro turno para repostar mientras comentamos la jugada con otros participantes. Todos estamos de acuerdo en que la vuelta ha sido magnífica, nada que ver con la primera etapa.

La organización desprecinta la tapa del depósito y comienzan a reponernos la gasolina. 9,48 litros. Si el recorrido total han sido 178,97 kilómetros, eso quiere decir que hemos consumido casi 5,30 l/100 km. Maldita sea… Sé que lo podíamos haber hecho mucho mejor si durante la primera etapa no hubiéramos tenido tantas complicaciones. De momento no sabemos cómo han quedado los demás.

Sebastià Salvadó y Enric Cucurella, vencedores del EcoTour RACC 2012

Ya en la meta, comienzan a hacerse públicos los resultados. En la clasificación general han vencido los miembros del equipo del RACC Sebastià Salvadó y Enric Cucurella, con un Toyota Prius HSD que ha resultado primero en regularidad y segundo en consumo de híbridos, donde comparte podio con otro Prius, del equipo de Toyota España, y un Toyota Auris HSD conducido por Josep Sayós y Joan Manel Solà que queda tercero. 40,27 kWh, 63,58 kWh y 68,15 kWh son sus marcas.

En combustión, los más regulares han sido los miembros de Ford España Víctor Piccione y Josep Autet, y en consumo accede al podio el tercer Focus, el de los periodistas Joan Dalmau y Kim Salomon (61,30 kWh). Tercer puesto para ellos tras los diésel Kia Rio 1.1 CRDi WGT de Sergi Giralt y Magdala Prats (47,52 kWh) y BMW 320d EfficientDynamics de Eugeni Gallego y Lluís Bosch (57,44 kWh).

¿Y Juan Carlos y yo? Pues nada, nos buscamos en las listas. Hombre, en consumo hemos quedado octavos con 83,38 kWh, justo por delante de Piccione y Autet, con 84,34 kWh. ¡Les hemos superado! Y en regularidad, puf…, penúltimos en nuestro grupo. ¿Sabes qué? Nos hacemos la foto igualmente con las copas conseguidas por los compañeros de equipo, que si no llega a ser por las circunstancias, ¿quién sabe? Al final, haciendo media entre los tres coches, ha salido un consumo de 4,84 l/100 km.

Epílogo. ¿Qué pasó con los Twizy? Me encuentro con un miembro del equipo y le pregunto. ¿Acaso se han quedado tirados en Badalona, como quien dice nada más empezar? No, qué va. Lo que pasa es que uno de los integrantes del grupo se ha perdido por el camino, y los demás han decidido esperarle para continuar juntos hacia Montmeló. Lo dicho: los imponderables que hacen de una competición de miniconsumo una verdadera aventura.

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