En muchas calles de ciudades y pueblos de Estados Unidos está ocurriendo algo extraño. Y no, no hablamos del apoyo festivo e incondicional que recibe cierto personaje naranja de gorra roja. Es algo mucho más benigno, de California a Delaware, las calles se están volviendo de color púrpura cuando cae la noche.
Antiguamente, al igual que en Europa, la luz de las faroles emitía una luz entre amarillenta y naranja. Hasta no hace mucho, todavía se veía esa tonalidad de luz en algunos túneles, pero con la llegada de los LEDs, la luz pasó a ser blanca, aportando una mejora en la visibilidad, la seguridad y un notable ahorro energético. Pero resulta que el uso de los LED elegidos para el alumbrado público ha tenido algunas consecuencias imprevistas al otro lado del charco.
Luces moradas, pero no por estética o seguridad
En este vídeo de The Drive, nos explican por qué tantas farolas de Estados Unidos se han vuelto moradas. A pesar de que a más de uno le gustará la idea de conducir o caminar por una calle iluminada como en un viñeta de Youtube para música synthwave, no es el objetivo de esas farolas.
"En la década de 2010, los gobiernos locales, estatales y federales dieron el primer gran impulso a la sustitución de las viejas bombillas incandescentes por farolas con tecnología LED, que son mucho más eficientes. También producen una luz blanca azulada mucho más dura y fría que mucha gente no soporta”, explica Kyle Cheromcha en el vídeo.
Y sin embargo, ¿por qué se vuelven ahora moradas?, se pregunta Cheromcha. Todo tiene que ver con los “LED blancos” que equipan las farolas. Los LED blancos como tal no existen. Inicialmente para producir un LED de luz blanca, los fabricantes utilizaban varios LED que emitían luces de color azul, rojo y verde. Una vez combinados esos colores, el resultado es una luz blanca.
En 1996, la japonesa Nichia creó lo que se conoce como el primer LED de luz blanca, aunque en realidad no es exactamente así. La firma combinó el LED azul que fabricaba desde 1993 con una capa de fósforo (fósforo granate de itrio y aluminio). El resultado fue un LED con una luz muy blanca.
"Y resulta que en la loca carrera por convertirlo todo a LED, nadie se dio cuenta de que la capa de fósforo se descompondría mucho más rápido de lo que nadie esperaba, lo que hace que las luces se vuelvan moradas. O azules, dependiendo de lo completo que sea el desgaste", añade Cheromcha.
Al final, todo se debe a unos LED de mala calidad que no duran más que cinco años sin deteriorarse.
Imágenes | Delaware Online, The Drive
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