Tricomparativa: Chevrolet Matiz, Citroën C1 y Renault Twingo (parte 1)

Ahora toca una comparativa de coches cucos para moverse por la ciudad y alrededores, con potencias en torno a los 700 70 CV y con cambios automáticos. Os hablaré del Chevrolet Matiz 1.0 SX, Citroën C1 1.0 Audace Sensodrive y el Renault Twingo 1.2 Dynamique Quickshift. En el caso del Matiz no hay cambio automático para esta potencia.

Empezamos por el Matiz, que es el benjamín de la gama Chevrolet, antaño Daewoo. Sus precios de base bajan siempre de 10.000 euros, este es el tope de gama y piden por él 10.360 euros a los que hay que descontar la promoción vigente. El motor analizado es un tetracilíndrico de 66 CV con el que alcanza 156 Km/h y el 0-100 en 14,1 segundos, similar al C1 en prestaciones.

Sus dimensiones son compactas (largo/ancho/alto : 3.495mm/1.495mm/1.518mm), con carrocería monovolumen 5 puertas y 5 plazas. El maletero es de 170 litros de capacidad (mejor que el C1 pero por debajo del Twingo), con bandeja partida 60/40 y rueda de repuesto con herramientas bajo el plano de carga.

Para personas que rebasen 1,75m de estatura, delante irán muy justos, detrás, tocando el techo con la cabeza. Ha sido diseñado fundamentalmente para gente menuda y las tres plazas traseras sólo tienen sentido si hablamos de niños o de adultos delgados y bajitos.

En el puesto de conducción, los que pasan de 1,70m (aproximadamente) tocan con facilidad el salpicadero con las rodillas. Como el volante no se puede regular, las posibilidades de ajuste son muy limitadas. La instrumentación se dispersa en dos zonas, dejando los testigos para la zona sobre el volante.

El interior es práctico, con diversos portaobjetos como un portagafas, hueco para monedas, posavasos, portatiquet de parking, bolsillo para móviles/MP3, guantera, bandejas bajo salpicadero, bandeja bajo el asiento del copiloto, ganchillos para colgar bolsas, etc. El espacio se aprovecha de la mejor forma posible, aunque estos huecos no tienen suelo de goma y los objetos deslizan.

En cuando a la bandeja del maletero (descolgable del portón) es únicamente para objetos que pesen poco o nada, pues en caso de frenazo se proyectan hacia el interior. La terminación es buena, no se ven piezas de color carrocería y los materiales son más satisfactorios que en el C1. Postural y ergonómicamente me gustó más que el Twingo, el Chevy es el más práctico del trío.

Es un cochecillo fundamentalmente urbano, con prestaciones muy modestas. Su motor no da para más, tiene chispa en marchas cortas pero para adelantar necesita mucha recta. Todo lo que sea pasar de 120 Km/h (3.500 RPM en 5ª) le cuesta, y cargado sufre para mantener cruceros a nada que vienen las rampas. El A/C le quita un poco de potencia, y no es muy ruidoso, aunque en autopista se hace un poco pesado. El consumo medio parece inferior a 5,5-6 l/100 Km y tiene poca autonomía.

Su comportamiento es predecible. La suspensión es blandita y confortable, la carrocería balancea, y si entramos pasados en una curva basta con soltar el acelerador para cortar el subviraje. En algunos giros urbanos bruscos el tren trasero se menea un poco por el tarado, bajo peso del coche y por el empleo de suspensión de eje rígido. En las curvas, da una sensación de “planeo” cuando se pasan los límites de velocidad, lógicamente no se ha diseñado para ese propósito.

Los frenos parecen correctos para su planteamiento urbano, no tienen el tacto esponjoso del Twingo y por las dimensiones del neumático en mojado debería comportarse bien. La dirección asistida es lo suficientemente directa, con un tacto tirando a preciso. El cambio de 5 velocidades es satisfactorio, aunque el pomo no termina de estar bien colocado. Resulta muy fácil de conducir y tiene buena visibilidad para recorridos urbanos.

Tiene carencias, lógicamente. El chivato del cinturón sólo se ilumina, no pita. Las luces de posición se quedan encendidas si se nos olvida apagar las de cruce, y no avisa. Además, faltan luces de cortesía atrás, los reposabrazos traseros están de adorno, los cristales tienden a quedarse opacos con poca suciedad, los seguros funcionan a la antigua, el portón del maletero no tiene un asa para ayudar a cerrarlo, etc.

De serie trae A/C, elevalunas eléctricos, reloj digital, radio-CD ¿MP3?, ajuste manual de retrovisor izquierdo (el derecho es eléctrico), llantas de acero con embellecedores, antinieblas, mando a distancia, frenos ABS, etc. La política de equipamiento está cerrada, aunque hay accesorios de concesionario para elegir. En seguridad pasiva es el más flojito de la comparativa, con 3 estrellas EuroNCAP y una de ellas va tachada. La garantía es de 100.000 kilómetros o 3 años, lo que ocurra antes.

Mañana nos ponemos con el C1 automático, con motor 1.0 de 68 CV.

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