La innecesaria Semana Santa

"Nos podríamos haber ahorrado esta Semana Santa", comentaba el pasado jueves en Twitter Jordi Évole, y le cayeron leches de todos los colores, propinadas por quienes seguramente no entendieron a qué se refería el periodista, y que aparentemente se lo tomaron como un ataque a la religión. Se quejaba Évole de todo lo malo que ha ocurrido estos días: de atentados, de fallecimientos de personajes populares y, por supuesto, de graves siniestros viales. Y tenía más razón que un santo: nos lo podríamos haber ahorrado; no era necesario tanto dolor.

Évole se quedaba en 2016, pero podría haber ido mucho atrás. La Semana Santa es relevante en seguridad vial. Es la prueba de fuego para cualquier dispositivo de control del tráfico, y más aún: es un indicador de cómo funciona la gestión de la seguridad vial en cualquier legislatura.

Gallinas que salen y gallinas que entran

En pocos días, son muchos los vehículos que saturan nuestras carreteras. 14,5 millones de desplazamientos, anunciaron este año desde la sede central de la DGT, antes de avisar de que se intensificaría la vigilancia con patrullas y con 12 helicópteros, de los cuales ocho montarían un radar Pegasus como ese que ahora celebra su tercer aniversario. Si sumamos Cataluña y el País Vasco, donde las competencias están transferidas, fácilmente superamos los 15 millones.

Y en pocos días, no sólo nos encontramos 15 millones de vehículos saliendo y entrando de y hacia las grandes ciudades, sino que en España se producen, como mínimo, cinco operaciones salida y dos operaciones entrada, teniendo en cuenta que no todas las Comunidades Autónomas celebran los mismos días de fiesta. Con las fechas de 2016, estas operaciones se habrán producido en los siguientes días:

  • El viernes 18, desde el mediodía.
  • El sábado 19, todo el día.
  • El miércoles 23, desde el mediodía.
  • El jueves 24, desde el mediodía.
  • El viernes 25, todo el día.
  • El domingo 27, todo el día.
  • El lunes 28, todo el día.

Es decir, un verdadero quebradero de cabeza de la movilidad, que complica la vida a cualquiera que pretenda estos días utilizar la carretera para buscar el ansiado descanso. Tanto es así, que la DGT contempla una larga operación dividida en dos fases: en el caso de 2016 ha sido desde las 15 horas del viernes 18 de marzo hasta las 24 horas del domingo 20 de marzo, y desde las 15 horas del miércoles 23 de marzo hasta las 24 horas del lunes 28 de marzo.

A la práctica, la operación de la Semana Santa es un dispositivo especial que dura una semana entera. Las carreteras de todo un país, patas arriba.

También se trata de una sobreocupación puntual de las carreteras, y eso conlleva la imposibilidad de resolver el problema invirtiendo en nuevas infraestructuras con las que dar salida a esa demanda elevada pero circunstancial. Sencillamente, no sale a cuenta pagar kilómetros de un asfalto que el resto del año estará medio vacío. En la DGT hacen lo que pueden con lo que tienen en la mano, es decir, dan rutas alternativas para evitar el caos, pero de forma invariable se registran retenciones... y siniestros viales. Más que en cualquier otra semana del año.

Fallecidos que se acumulan año tras año

Echando la mirada hacia el principio de este siglo, tenemos una gráfica que indica la tendencia, pero también una realidad mucho más dura que la aparente buena noticia de la reducción de la mortalidad vial. El discurso oficial apunta a que cada vez la cifra de fallecidos va bajando, pero lo cierto es que los muertos nunca restan, sino que suman y acumulan.

Entre 2001 y 2015, un total de 1.136 personas perdieron la vida en siniestros viales registrados durante la Semana Santa.

Y, con estas cifras en la mano, hablamos solamente de muertos a 24 horas. Ni consideramos los fallecidos después de 30 días, ya que esos números quedarán diluidos en los balances definitivos de todo el año, ni consideramos tampoco la aberrante cantidad de heridos viales de diversa consideración: con secuelas psicológicas y, en demasiadas ocasiones, con secuelas físicas de toda índole.

Eso sucede cada Semana Santa. Aunque en esta Semana Santa de 2016 se ha juntado otro componente.

El componente mediático y las orejas del lobo

Foto | 20 minutos

Este año la Semana Santa ha contado con un componente mediático claro, a raíz del tremendo siniestro vial registrado en la autopista AP-7, a su paso por Freginals (Tarragona). El autocar que transportaba a unos estudiantes de vuelta a Barcelona tras haber asistido a las Fallas de Valencia acabó con la vida de 13 personas al atravesar la mediana y colisionar con un turismo que viajaba en sentido Castellón.

El autocar siniestrado en la AP-7 viajaba con estudiantes de Erasmus procedentes de Alemania, Bulgaria, Finlandia, Francia, Hungría, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Palestina, Perú, Polonia, Reino Unido, República Checa, Suiza y Ucrania, según detallaron los Mossos d'Esquadra.

El dolor seguido al minuto a través de los medios tradicionales y las redes sociales dio paso estos días a, como mínimo, dos reacciones curiosas. La primera: el vídeo sobre la compañía de autocares Plana, grabado también en la provincia de Tarragona y viralizado rápidamente en Facebook. En él se ve un minibus de dicha empresa que circula por una carretera algo revirada, invadiendo el carril del sentido contrario sin ton ni son, en ocasiones de forma más o menos justificada, y en otras sin un motivo aparente.

Según publicaba el diario local delCamp, tras estudiar las imágenes los Mossos d'Esquadra explicaron que la actitud del conductor "puede ser negligente pero no temeraria", ya que se tiene en cuenta que la carretera es muy estrecha, que el autocar iba vacío y que circulaba a la velocidad correcta. En cambio, los agentes consideraron que el comportamiento de la conductora que presuntamente grabó el vídeo era "más temerario que las maniobras del conductor del autocar".

En lo positivo, el incidente se ha resuelto con un expediente incoado en la empresa de autocares... y desestimado por la policía catalana, y con el acuerdo entre Autocar Plana y Mossos d'Esquadra para formar a los casi 400 conductores de la empresa en cuanto a conducción por este tipo de vías.

Conduce con cuidado o los números no salen

La segunda derivada curiosa de este seguimiento del dolor en esta Semana Santa, la encontramos en la petición de la directora del Servei Català de Trànsit, Eugènia Domènech, cuando rogó a los conductores "la máxima precaución" en la red viaria, "dado que en lo que llevamos de Semana Santa ya tenemos que lamentar 17 personas muertas [en Cataluña], de las cuales 13 fallecieron el domingo en el accidente de autocar de la AP-7 en Freginals".

Según explicó Domènech, se trata de los peores datos de siniestralidad de la Semana Santa desde que el Servei Català de Trànsit asumió competencias de tráfico, lo que fácilmente se puede voltear e interpretar de forma torticera como una petición de colaboración para que la gente elija otra fecha para morir. Pero dejando las manipulaciones al margen, esa es la importancia de los balances de siniestralidad en esta época del año: son cruciales.

Lo dicho: son muchos desplazamientos, concentrados en poco tiempo y en poco espacio, y existen demasiados factores humanos en el bombo, demasiadas inercias a la hora de tocar a fondo esos factores humanos, para que no acabe saliendo el número cuando se celebra este macabro sorteo que no funciona por azar, pero que cuando toca, toca más fuerte que la más dura de las pedreas.

Así que, sí, como dice Jordi Évole, nos podríamos haber ahorrado esta Semana Santa. Y la anterior, y hasta la otra. Y la del año que viene, también. Pero no lo haremos, porque vivimos en un estado cuasi permanente de estar hasta las narices de todo y, en consecuencia, estos días priorizamos nuestra necesidad de salir y desconectar, por encima de lo demás. Así que, sí, de nuevo asumiremos el riesgo y volveremos a sufrir, volveremos a chocar, volveremos a morir.

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