¿Es que nadie va a pensar en los niños?

Te lo diré sin ambages: No te entiendo. De verdad que no. Estoy seguro de que recuerdas cómo fue tu último viaje antes de que él llegara: completamente alocado, con prisas por llegar a la Clínica. Y estoy seguro de que recuerdas cómo fue tu primer viaje con él a bordo: como si el tiempo se hubiera detenido, fuiste incapaz de dar un acelerón brusco o un simple frenazo.

De aquello, ¿cuánto hace? ¿Unos cuantos meses? ¿Dos, tres o cuatro años? ¿Cuántas velas ha soplado tu hijo? ¿Sólo esas? ¿Y cómo has perdido en este poco tiempo todo el celo que ganaste de repente, toda aquella conciencia sobre su fragilidad? ¿Crees que en tan poco tiempo tu retoño ha aprendido a ser irrompible? Pues déjame que te diga que no tienes ni idea, chaval.

Que sí, que ya lo sé. Que no eres consciente de lo que pasa. Porque si lo eres y aun así haces estas cosas... en fin, en ese caso mejor no te digo nada más. ¿Sabes qué ocurre? Que esa criatura te tiene a ti para que veles por su seguridad hasta que pueda defenderse por sí misma. Y si tú no cumples con tus obligaciones, ya me dirás quién se encarga de eso.

Para que quede claro de una vez: cualquier crío de estatura inferior a 1,35 metros debe usar un sistema de retención infantil homologado que le vaya bien por talla y peso. Como de pequeños somos eminentemente cabezones, cuanto más se tarde en poner al crío de cara al sentido de la marcha, mejor para su cuello y para sus cervicales. Y por supuesto, siempre con todos los anclajes y cinturones correctamente ajustados y abrochados.

Por favor, no me vengas con lo del cochecito de antaño cargado hasta los topes camino de la playa, con niños colgados de los dos retrovisores y burlando la vigilancia de los gemelos del Sur, no me cuentes lo de los tres niños hacinados en el maletero, no me expliques lo de que en aquellos tiempos no nos íbamos con tantas tonterías y bien que salimos todos vivitos y coleando.

No me lo cuentes... porque no es verdad. Quizá tú viajaste así y sobreviviste. Yo ya te digo que lo hice, y sí, aquí ando. Y aquel de allí, seguro que también. Pero en España (y en Argentina y en México y en Francia y en Alemania) hubo muchos miles de niños que no sobrevivieron. Porque no, porque cuando un chavalín no va correctamente sentado y atado a su sistema de retención infantil, corre el riesgo de salir volando y matarse en el impacto. Así de bestia. Así de cotidiano.

La siniestralidad es causal, a menudo multicausal y también circunstancial

No me sirve que me digas que total, vas aquí al lado. Ya hemos comentado muchas (¿demasiadas?) veces que uno no lleva apuntados en la agenda el día y la hora a la que le toca ahostiarse con el coche. Tú tampoco lo llevas apuntado (espero), de manera que no sabes si mientras vas aquí al lado se te echará encima un camión sin frenos.

¿Que ya sería mala suerte? Depende. Según yo lo veo, sería una suma de factores de riesgo que es completamente circunstancial, pero suma al fin y al cabo. Porque el mayor problema que tienes cuando llevas al chaval sin su sillita es que no comprendes que la siniestralidad vial, además de causal (y no casual) suele ser multicausal y circunstancial.

-- Por una tontería. Todo pasó por una tontería.

Lamentos de estos, a punta pala. Y quéhubierasidodemividasis, también: los que quieras y más. ¿No es absurdo? Una vez que trazas una línea en el camino de tu vida, lo haces con rotulador permanente, no con plastidecor. Lo que pasó... pasó. En el coche no hay Control+Z, no existe el comando Deshacer. ¿De qué sirven los lamentos a posteriori? Lo único verdaderamente útil es la conciencia a priori.

Así que no me entra en la cabeza que te pases por la bragadura toda esta cuestión relativa a la prevención. No me cabe que no pienses en las consecuencias de llevar un niño en el coche dando tumbos. No quiero ni pensar en lo que podría sucederle a consecuencia de un simple instante de esos que todo lo cambian. Cada año se producen millones de esos instantes en todo el mundo. 1,3 millones de personas fallecen como consecuencia de uno de esos instantes. 50 millones pasan a ser heridos viales de diversa consideración.

Lionel, tío, de verdad que no te entiendo. Te diré que yo paso de tu gremio, de manera que no suelo enterarme de lo que haces y dejas de hacer en el trabajo, pero me consta que eres un ídolo para muchos críos. Y esto de tu hijo me ha llamado la atención. Y, por qué negarlo, me ha tocado las narices, tanto como cuando pasó algo parecido con tu compañero Gerard. De todas formas, sé que no me vas a leer, de manera que tu conciencia quedará tal y como la tienes ahora.

Ojo, y si por una de aquellas me leyeras y te sintieras algo mal contigo mismo, piensa que esto que te he dicho no es nada contra ti específicamente, que todo esto que te he dicho es lo que le espetaría a más de uno, si pudiera, cada mañana, cuando veo el panorama en las proximidades de cualquier colegio de mi ciudad. Y de la tuya. Y de la de aquel de allá. Pero no puedo dividirme entre tanto cenutrio.

Joder... ¿Es que nadie va a pensar en los niños?

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