Comprar un coche en 2021: gasolina, diésel, híbrido, microhíbrido, eléctrico... ¿Qué me conviene más?

Gasolina, diésel, de gas, híbrido, híbrido enchufable, eléctrico, de hidrógeno... Nunca en la historia habíamos tenido tantas opciones en el sector de la automoción. Los fabricantes de coches están ofreciendo poco a poco más alternativas a los motores exclusivamente de combustión, y eso puede resultar confuso para alguien que quiera comprarse un coche nuevo.

Con tantas opciones es normal tener dudas, así que hoy vamos a intentar dar respuesta a alguien que se tenga que enfrentar a la pregunta ¿qué coche me compro?

Hasta hace bien poco la única duda que nos teníamos que plantear era entre diésel o gasolina, pero la industria está cambiando motivada por una mayor concienciación medioambiental y los coches han virado hacia planteamientos más sostenibles obligados por unas normativas anticontaminación cada vez más restrictivas.

Esta sostenibilidad se traduce en mecánicas más eficientes para los motores de combustión con consumos y emisiones impensables hace no demasiado, pero también en mecánicas alternativas como las electrificadas mediante sistemas mild hybrid para los propulsores térmicos, electrificados mediante hibridación o 100% eléctricos.

A estos habría que sumar también los eléctricos de pila de combustible y la alternativa limpia a los motores de combustión adaptados para funcionar con gas, ya sea gas natural comprimido (GNC) o gas licuado del petróleo (GLP).

Ante este abanico de opciones lo normal es plantearse qué tipo de motor es el más apropiado para cada conductor. Vamos a intentar explicar cuál es la mecánica que se ajusta más en función de las necesidades, uso y presupuesto.

Gasolina

En los albores de la automoción, los motores de gasolina le ganaron el pulso a los coches eléctricos gracias al descubrimiento de grandes yacimientos petrolíferos. La gasolina se impuso y desde entonces acumulamos más de 100 años de evolución tecnológica constante.

Son una tecnología amortizada por así decir, si dejamos al margen a las constantes mejoras que los han convertido en motores mucho más eficientes y respetuosos con el medio ambiente. Sus consumos se han rebajado notablemente y, aparte, emiten menos óxido de nitrógeno (NOx) que los motores diésel. Pero su gran ventaja es que son más asequibles.

Los pros de las mecánicas de gasolina es que son las más baratas en cuanto a precio de adquisición, son más ligeros, tienen un comportamiento divertido en coches de planteamiento deportivo y su suavidad de funcionamiento es superior a la del diésel. En contra tienen un consumo más alto que los de gasoil, un precio más caro para el combustible y tener el acceso restringido a zonas para vehículos de bajas emisiones.

El perfil de cliente apto para los motores de gasolina es un conductor que realice pocos kilómetros al año (bajo la barrera de los 20.000 km) y a poder ser con pocos recorridos urbanos, y que necesite un precio de adquisición lo más ajustado posible.

Diésel

Las mecánicas diésel se crearon casi a la par que los motores de gasolina, concretamente en 1987 el ingeniero alemán Rudolf Diesel produjo el primer motor de este tipo para MAN. Ha sido desde entonces la solución predilecta para vehículos que tuvieran que mover cargas pesadas, pero también ha caló en los coches coches como alternativa teóricamente más eficiente.

Es cierto que los motores diésel no están pasando por su mejor momento debido a sus emisiones de partículas. Hay modelos o incluso marcas que ya han renunciado a los motores diésel y su oferta se está contrayendo. Aparte de esto, su precio de adquisición es más elevado que un homólogo de gasolina y tienen un funcionamiento algo menos refinado y más rumoroso.

Los grandes argumentos del motor diésel es que su consumo es más bajo que el de los motores de gasolina, una mayor entrega de par y, además, el precio de su combustible es más barato, lo que les convierte en propulsores perfectos para quien quiera un coche para hacer viajes frecuentes por carretera y más de 20.000 km al año. También es una gran alternativa para conductores que necesiten tener mucho par disponible: trayectos con mucha carga, todoterrenos, remolques...

Mild hybrid

Tanto los mecánicas de gasolina como las diésel están recibiendo desde hace poco opciones mild hybrid, o los también conocidos como sistemas de hibridación suave. Su propósito es sencillo: rebajar en la medida de lo posible el consumo del motor térmico liberándolo de carga de trabajo, alimentando los sistemas eléctricos o incluso apagando el motor cuando no es necesario pero manteniendo el coche encendido.

Generalmente estos sistemas se componen de una pequeña batería adicional (a 24V o 48V) que funciona en paralelo y se alimenta mediante un motor/generador. En fases de deceleración se acumula electricidad y en fases de aceleración puede ayudar a empujar al motor térmico, pero nunca podrá moverse exclusivamente en modo eléctrico.

Con estas medidas y utilizando exactamente el mismo motor de combustión, el consumo se puede rebajar por debajo de 1 litro cada 100 km en el mejor de los casos. Gracias a ello los coches mild hybrid consiguen la etiqueta ECO de la DGT. En contra tienen un mayor coste de adquisición, un peso algo superior y que seguramente cuando la DGT revise los criterios de etiquetado pierdan los beneficios de la pegatina ECO.

A nivel mecánico y de funcionamiento no hay grandes ventajas, ni tampoco la reducción de consumo es significativa, pero sí que suponen una opción interesante para aquellos conductores que suelan acceder a ciudades donde beneficiarse de las ventajas de la etiqueta ECO.

Gas (GNC o GLP)

Los motores de gas, ya sea GNC o GLP, son motores de combustión interna de gasolina adaptados para funcionar también con gas. De esta manera la mayoría de coches de gas tienen un depósito de gas y otro de gasolina, dando preferencia al gas por ejemplo en los SEAT Ibiza TGI o pudiendo funcionar indistintamente entre gas y gasolina, como el Dacia Duster GLP.

Las ventajas de ambos gases es que en su combustión se produce una reducción considerable de emisiones contaminantes, son motores baratos pues basta con una adaptación relativamente simple y un coste de uso, pues ambos gases cuestan cerca de un 50% menos que la gasolina.

Su propuesta es más que razonable desde el punto de vista económico mientras reciban el mismo tratamiento que los coches híbridos, incluyendo la etiqueta ECO, y un coste por kilómetro muy ajustado.

El problema de los motores de gas es una red de GLP o GNC no demasiado extensa y que pueden perder algo de espacio interior. En el Dacia Duster GLP por ejemplo el depósito de gas se aloja en el hueco de la rueda de repuesto. Por lo demás no hay grandes desventajas, pues sus prestaciones no se ven apenas alteradas.

Híbrido

Los motores híbridos son un buen punto de equilibrio. Mezclan lo mejor de dos mundos, uniendo la versatilidad y autonomía de los motores de combustión con las ventajas de un motor eléctrico capaz de mover por sí mismo al coche o trabajar de forma combinada mientras alimenta la batería de forma autónoma mediante regeneración.

El territorio predilecto por los coches híbridos tradicionales son las ciudades y los atascos, consiguiendo rebajar los picos de consumo de los motores térmicos en arranques y paradas. Además, son motores con un confort de marcha elevado gracias a su suavidad de funcionamiento y se benefician de la etiqueta ECO.

Obviamente los consumos en trayectos urbanos son por defecto más bajos que en un motor exclusivamente alimentado por gasolina o diésel, aunque si se les da un uso mayoritario en carretera esta ventaja se difumina. El motor eléctrico asiste poco a alta velocidad y, además, pesan más debido a todo el aparataje eléctrico.

Su uso está recomendado principalmente para quienes vayan a recorrer muchos kilómetros en ciudad o quieran un coche híbrido pero no dispongan de punto de recarga para alimentar un híbrido enchufable. Su mayor precio de adquisición también supone una barrera de entrada y salvo para profesionales su amortización vía ahorro en consumo es complicada.

Híbrido enchufable

Un paso más allá están los coches híbridos enchufables, o PHEV por sus siglas en inglés (plug-in hybrid electric vehicle). Este tipo de híbridos están pensados y diseñados para cumplir con un cometido similar al de los híbridos convencionales, pero con un propósito más específico.

Cuentan con baterías de mayor capacidad que un híbrido para alimentar uno o más motores eléctricos que puedan mover el coche sin recurrir al motor térmico, y hacerlo además con una autonomía superior a 40 kilómetros para conseguir la etiqueta CERO. La misma que los coches eléctricos, y también deben enchufarse para recargar al completo sus baterías.

La implementación del apartado eléctrico puede ser de diferentes maneras en función del tipo de motor eléctrico o la ubicación escogida. Por su construcción son vehículos más pesados y, dependiendo de si es una plataforma específica o adaptada, pueden reducir su habitabilidad o capacidad de carga para alojar las baterías.

Los puntos a favor de los coches híbridos enchufables son la capacidad para recorrer distancias relativamente largas en modo eléctrico, la etiqueta CERO y un consumo sensiblemente reducido si se hace un uso correcto e inteligente de las recargas. Por contra están el peso extra, el precio de adquisición más elevado y un consumo más alto si se utiliza con la batería descargada.

La solución PHEV es especialmente indicada para conductores que conduzcan habitualmente por zonas de bajas emisiones, quienes saquen partido a la etiqueta CERO y sobre todo para quienes tengan acceso a una o dos recargar por día, lo que reduciría al mínimo el consumo de combustible.

Eléctrico

Los coches eléctricos que renuncian por completo a consumir sin una gota de combustible cada día están más presentes, son mejor aceptados por la sociedad y las marcas poco a poco van ofreciendo más opciones y más interesantes. Siguen sin tener una presencia especialmente reseñable pero son parte del futuro.

Son silenciosos, no emiten gases ni partículas y su coste de funcionamiento es muy, muy bajo. Recargar 40 kWh es más que suficiente para un uso diario, y su coste se sitúa aproximadamente entre 2 y 5 euros en función de la tarifa elegida para un punto de recarga doméstico. Además cuentan con menos partes móviles susceptibles de avería y los consumibles como los frenos tienen un desgaste mínimo.

Por su autonomía y aprovechando la regeneración, los coches eléctricos están especialmente indicados para conductores eminentemente urbanos y que tengan acceso a un punto de recarga en origen, destino o ambos. La mayor contrapartida de este tipo de coches es la autonomía limitada de cara a trayectos largos y los tiempos de recarga necesarios y un precio de adquisición alto.

Hidrógeno

Sobre el papel, los coches de hidrógeno o mejor llamados de pila de combustible son la solución más eficiente y limpia. Se trata de vehículos que se mueven gracias a motores eléctricos, alimentados por electricidad que se produce gracias a la descomposición del hidrógeno al exponerse al oxígeno. Como resultado emiten H₂O; agua.

Actualmente los coches de hidrógeno se llevan la palma en cuanto a precio de adquisición. Son especialmente caros debido a su complejidad técnica: el Hyundai Nexo es uno de los pocos coches de pila de combustible a la venta en España, y arranca de 72.250 euros. Su otra gran pega es la ausencia de hidrogeneras, pues sólo hay siete dentro de nuestras fronteras.

La otra gran desventaja de los vehículos alimentados por hidrógeno es que la producción del H₂ es muy costosa, tanto económica como energéticamente, y sólo serán coches realmente sostenibles si la energía empleada para producir el hidrógeno es producida por fuentes renovables.

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