Probamos el Range Rover Velar, o cuando efectividad offroad y tecnología punta se fusionan en un SUV

Novedades hay muchas todos los años, pero puede que pocas tan significativas como la que implica el nuevo Range Rover Velar. La más reciente creación del fabricante británico especialista en todoterrenos es un SUV, pero a su manera.

Lejos de crear otro SUV más en un abarrotado mercado de todocaminos, el Velar abre las puertas de par en par a una nueva dimensión en la que se postula como todo un referente. Nos hemos ido hasta las carreteras de Noruega para probar la versión más prestacional y más lujosa de lo último de Land Rover, con hasta 380 CV y un precio que supera de largo los 120.000 euros.

Range Rover Velar: tradición elegante y vanguardia musculosa

Parece sencillo mantenerse fiel a las pautas de diseño de la casa, pero es muy complicado conseguir un resultado tan brillante, agresivo, moderno y al mismo tiempo fiel a sus raíces

Visto desde fuera nadie puede negar que estamos ante un Range Rover. Ciertas similitudes como la línea del techo, el perfil del capó que se une con la parte inferior de las ventanillas eludiendo el pilar A, la caída lateral del capó o la vista lateral con paneles sencillos, limpios de aditivos son seña de identidad en los diseñosde la marca. Al mismo tiempo, la impronta que te deja el primer vistazo al Velar es de tener una modernidad rabiosa, pero bien conjugada con los estándares clásicos de la marca.

La fuerte personalidadd que desprende rompe con los esquemas del segmento SUV. El frontal intimida, es imponente con unos faros Matrix LED minimalistas, una gran parrilla central, un voluptuoso paragolpes, salidas de aire y un faldón con aires deportivos, todo rematado por un capó alto y muy musculoso. Elegancia tradicional británica y vanguardia se dan la mano en un coche reconocible al primer vistazo.

Visto de lado, el voladizo delantero es muy corto, la distancia entre ejes tiene el tamaño de un coche utilitario, la superficie acristalada es minimalista y de facciones pronunciadas, el techo cae con decisión hacia la zaga y el voladizo trasero es alargado y ascendente, componiendo un perfil único culminado por los pasos de rueda que enmarcan unas gigantescas llantas de aleación de 22 pulgadas. Muy bruto todo, menos las manillas retráctiles para rematar unos laterales sobrios.

En la parte de atrás el lenguaje de Land Rover se extiende como una plaga bíblica con una luneta tendida rematada por un alerón de techo y un paragolpes prominente con dos salidas de escape. Hilando fino, nos gustaría más que los embellecedores de escape fueran menos evidentes, aunque no es de los peores casos tampoco.

Relájate, esto es un coche de lujo

Los colores, formas, materiales e iluminación ambiental (configurable en 10 tonos) empleados en el interior convierten al Velar en una especie de santuario místico en el que relajarse

Si por fuera es alucinante, la experiencia de pasar al interior de un coche que supera con facilidad las seis cifras se convierte en una especie de sublimación para los sentidos. La selección, tratamiento y combinación de los materiales utilizados han sido procesos cuidados hasta la extenuación, y sólo cuando se ha conseguido un interior que roza la exquisitez no se ha dado por bueno, resultando en un habitáculo con el que el Velar enamora incluso a los usuarios más exigentes pues cumplen son todos materiales sostenibles.

Entre el cuero y la tela que adquieren el protagonismo principal se intercalan de forma discreta (la franja sobre la que se abren los aireadores) y a diferente profundidad algunas superficies plásticas que producen un bonito efecto moderno sobre un salpicadero limpio y de formas en principio clásicas. En las zonas inferiores más sufridas es el único punto donde nos encontramos con materiales más convencionales en forma de plástico duro, sin recubrimiento, pero con un acabado y tacto que no desmerece el resultado final.

Los asientos tapizados en cuero perforado se merecen una mención especial. Cuando te subes en el Velar y te acomodas te das cuenta de que otros asientos son poco más que una silla de madera del siglo XI. La posibilidad de regulación totalmente eléctrica es casi infinita y es complicado no sentirse cómodo y cuidado por el coche sobre unas banquetas calefactadas y ventiladas.

Pero la confortabilidad no es sólo cosa de los asientos. La sensación de encontrarse en un salón de absoluto lujo es culpa en gran parte de la habitabilidad interior más propia de un loft de diseño que de un coche. La fila delantera cuenta con casi 50 cm de regulación longitudinal, dando un entorno casi de limusina para las plazas traseras, que por cierto también son regulables y calefactables. La altura con respecto al techo además está bien resuelta pese a pronunciada caída del techo hacia la zaga.

Hay mucho espacio disponible tanto longitudinal como transversalmente para albergar a cualquier conductor u ocupante. Quizá el túnel central podría haberse reducido, pues resulta bastante voluminoso, aunque como contrapartida ofrece una guantera generosa (más grande en el gasolina que en el diésel), tapizada y con cuatro tomas USB y de 12 V. El reposabrazos está dividido al 50% y es de apertura abatible además de corredizo.

Sí es cierto que el marco inferior de las ventanillas está muy alto condicionado por el diseño exterior (a la altura de los hombros) y que el grosor de las molduras de las puertas podría reducirse para aumentar aún más la habitabilidad, pero posiblemente iría en contra de un aislamiento acústico bestial que impide que se filtren al interior los ruidos exteriores, aerodinámicos o los procedentes de las enormes ruedas que calza este Velar.

Velar es sinónimo de tecnología al servicio de los ocupantes

Pero en el salpicadero la estrella principal es el juego de doble pantalla táctil con el que la firma británica borda el interior. El sistema Touch Pro Duo acapara la práctica totalidad de botones físicos, englobando de forma limpia, dinámica e inteligente todas las funciones que poblarían de pulsadores un salpicadero convencional.

El Velar coge la tecnología punta y la convierte en su estandarte, ofreciendo un equipamiento intensivo pero accesible a cualquier usuario

La pantalla inferior se integra en la prolongación entre la consola central y el salpicadero y a través de ella podremos controlar la climatización, la regulación térmica de los asientos, algunos ajustes del vehículo y el Terrain Response Control.

Un poco más abajo, los únicos tres botones físicos son los dos rotativos que en la obsesión por reducir el número de botones pueden cambiar de función a golpe de pulsación y el botón de encendido-apagado-volumen del equipo de sonido. Como remate, el resto de pulsadores son capacitivos y se destinan al aire acondicionado, recirculación, lunetas térmicas, desconexión del control de tracción y activación del asistente de descenso.

Mientras tanto, en la pantalla superior abatible que emerge al poner el contacto tendremos una ingente cantidad de información repartida de manera intuitiva. Navegando de forma rápida y fluida a través de un elaborado interfaz podemos acceder a la configuración del vehículo, navegador, teléfono, sistema multimedia, conectividad, información todoterreno, cámaras de apoyo, asistente de aparcamiento...

En nuestras manos sin darnos cuenta tenemos un volante que sigue la misma filosofía de líneas clásicas con toques muy modernos. Las formas son muy Land Rover con un tapizado doble rematado por una inserción metálica en su unión. Aparte de tener un tacto, grosor y forma fantásticos, en el interior de su circunferencia dos sets de botones capacitivos brillan, literalmente.

Actúan al unísono de un cuadro de mandos digital compuesto por una pantalla de alta definición configurable de 12,3 pulgadas. En función de lo que queramos controlar, la botonera izquierda del volante puede adoptar diferentes funciones.

Tanto las pantallas de la consola como la del cuadro de mandos son perfectamente legibles bajo cualquier condición de luz. El uso de superficies acristaladas o brillantes lo que sí puede provocar es algunos deslumbramientos al reflejar de manera perfectamente nítida la luz solar a través del techo panorámico.

Head-Up Display dinámico, mantenimiento de carril, asistente de frenado, control de velocidad adaptativo, reparto de par a las cuatro ruedas, suspensión adaptativa... La tecnología cala hondo en el Range Rover Velar y lo convierte en uno de los SUV más avanzados del mercado y al mismo tiempo más gratificantes de conducir.

Un SUV que sorprende en movimiento

Con 2.000 kg de peso podría ser un coche aburrido de conducir o torpe, en cambio el Velar se muestra excitante y resolutivo tanto en carretera como fuera de ella

Hemos probado las versiones más prestacionales con las que esta nueva creación brit se pone a la venta: dos motores de seis cilindros en uve, uno diésel de 3.0 litros, 300 CV de potencia y 700 Nm de par motor y un gasolina también de 3.0 litros pero en su caso con 380 CV y 450 Nm de par motor, ambos sobrealimentados por compresor y asociados a la caja de cambios automática ZF de ocho velocidades.

Gracias a la armonía entre unos motores potentes y una transmisión resolutiva y bien calibrada, el resultado es un coche de 2 toneladas que se mueve realmente bien. A velocidades tranquilas, en ciudad o de viaje por vías rápidas, el Velar se muestra un coche aterciopelado en el que da gusto ir tras el volante gracias a un confort de marcha magnífico.

Cuando llega la hora de apretar un poco el ritmo, lo último de Range Rover te puede despertar más sonrisas de las que imaginas porque se muestra efectivo en curvas gracias por un lado a la contundencia de los motores y por el otro a la buena puesta a punto del chasis. La suspensión y el reparto dinámico de par consiguen que un coche tan grande gire casi plano en las curvas.

Los propulsores son muy diferentes a la hora de buscarles las cosquillas con el pie derecho. El alimentado por gasolina te regala el alma con un presente a base de estirada excitante y un sonido embaucador, mientras que el diésel tiene una patada vehemente gracias a su descomunal par motor de 700 Nm, además de un sonido que podríamos catalogar como "poco diésel".

Hasta ahora sabemos que es un SUV que se comporta bien sobre el asfalto, pero ¿y si lo sacamos de la carretera? Pues fácil, porque te encuentras algo típico de la marca y es un todoterreno en el que el límite no lo pondrán sus aptitudes, sino la valentía del conductor u otros elementos que no dependan directamente del coche.

Durante esta prueba hemos pasado por ascensos barro, zonas rocosas, gravilla, raíces profundas, pistas rápidas... Hasta hemos subido a lo alto de una estación de esquí y el Velar no ha hecho el más mínimo amago de achantarse. Al contrario, porque el verdadero respeto daba hacer todo eso calado con unas enormes llantas de 22 pulgadas y un escueto perfil 40.

Sacar al Range Rover Velar del asfalto implica romper los límites de la mayoría de los futuros propietarios pudiendo sobrepasar situaciones más que complicadas con solvencia

Aparte de la ingente experiencia de Land Rover creando auténticos todoterreno capaces de encarar tareas habituales como un cruce de vías, inclinaciones laterales vertiginosas y generosos ángulos de ataque y salida, la magia de unas capacidades offroad que permiten al menos diestro enfrentarse a zonas inimaginables para otros SUV es el Terrain Response Control.

Este sistema inteligente es capaz de adaptar múltiples parámetros (recorrido y dureza de la suspensión, diferenciales activos, entrega de par, frenos o acelerador) de manera autónoma respondiendo de forma inteligente a los que pasa bajo sus ruedas o bien siguiendo las indicaciones de los diferentes modos a disposición del conductor (ECO, Dynamic, terreno con rocas y raíces, nieve, hielo y gravilla o arena). Y no son atrezzo, cumplen de verdad su función.

Las numerosas ayudas electrónicas y el buen hacer de la mecánica del Velar te pueden hacer llegar a lugares muy remotos. La única limitación en conducción offroad se encuentra en la visibilidad exterior.

Con un capó tan alto y una superficie acristalada minimalista es complicado saber por dónde vamos en tramos estrechos, revirados y con cambios de rasante, pero para eso también hay una solución en forma de cámaras frontales y laterales que se proyectan en la pantalla central para ayudarnos a continuar por nuestro camino, aunque hacen de la conducción por lugares complicados menos intuitiva.

Range Rover Velar, el nuevo referente en los SUV de lujo

Su precio parte de los 60.250 euros pero puede sobrepasar los 120.000, así que hasta las versiones más asequibles heredarán al menos parte del refinamiento de las más opulentas, manteniendo inalteradas sus cualidades dinámicas

Puedes ver que hemos probado dos unidades diferentes, la gris se trataba de la edición limitada First Edition (124.750 euros) que se venderá sólo durante el primer año de vida del Velar, incluye el acabado exterior específico en gris mate, llantas bitono, un interior con tapicería exclusiva y todo el equipamiento que puedas imaginar de serie. La de color rojo es la versión R-Dynamic HSE con motor diésel y acabado Black Pack (100.905 euros).

Está ya disponible a un precio que parte desde los 60.250 euros para el modelo más básico. A partir de ahí los incrementos de precio de los modelos de gasoil es de 4.450 euros para el 240 CV y unos 9.000 euros para el de 300 CV a igualdad de acabado pero no de equipamiento, siendo de 3.580 euros para el 300 CV y de unos 11.000 euros para el 380 CV en los gasolina. Para los acabados Dynamic R (paragolpes, entradas de aire, llantas, pedales de aluminio, inscripciones, parrilla) hay que añadir unos 3.700 euros de media.

Motor Configuración Configuración Cilindrada Potencia (CV) Par (Nm) Consumo mixto (l/100 km) 0-100 km/h (s) Vel. máx (km/h)
D180 Cuatro cilindros Cuatro cilindros 2.0 180 430 5,4 8,9 209
D240 Cuatro cilindros Cuatro cilindros 2.0 240 500 5,8 7,3 217
D300 Seis cilindros Seis cilindros 3.0 300 700 6,4 6,5 241
P250 Cuatro cilindros Cuatro cilindros 2.0 250 365 7,6 6,7 217
P300 Cuatro cilindros Cuatro cilindros 2.0 300 400 7,8 6 234
P380 Seis cilindros Seis cilindros 3.0 380 450 9,4 5,7 250

Velar, además, tiene un significado histórico para la marca puesto que así se denominó a uno de los primeros prototipos que hace décadas cambiaron para bien la forma en la que debían entenderse los todoterrenos, pasando a ser elementos de lujo, diseño y sofisticación en los que el Velar se inspira para convertirse en una prueba viva de cuánto Range Rover confía en este modelo.

Con un precio de partida que arranca desde los 60.250 euros hasta los 124.750 euros que puede alcanzar el tope de gama con motor seis cilindros en uve de 3.0 litros y 380 CV puede acercarse peligrosamente a captar clientes del recientemente renovado Range Rover Sport, cuyos precios van en una horquilla superior entre 69.200 euros y 148.500 euros.

Más aún si tenemos en cuenta unas cotas exteriores que no se diferencian demasiado y en cierto modo les hacen jugar en la misma liga. Mientras que el Velar alcanza los 4.803 mm de largo por 2.145 de ancho y 1.665 de alto, el Sport no es mucho más grande con 4.850 mm de largo por 2.220 de ancho y 1.780 de alto. Cuestión de gustos personales al final, con un punto a favor del Sport por mejor habitabilidad y dos para el Velar en cuanto a diseño y tecnología.

El Velar se trata en definitiva de un SUV, pero de uno muy capaz tanto en carretera como fuera de ella y que hará a sus futuros dueños enamorarse perdidamente del pedigree de una marca como Land Rover que mira al futuro y luchando de tú a tú contra los mejores de su segmento.

Los gastos asociados a esta toma de contacto han sido asumidos por la marca. Para más información, consulta nuestra guía de relaciones con empresas.

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