Mazda3 MPS, prueba (parte 2)

Pasamos a la segunda parte de la prueba, la que seguramente más os interesa. Pocos son los compactos con motor de más de 200 CV en nuestro mercado, y los hay mejores y peores. El Mazda3 MPS combina una potencia elevada con tracción delantera, y esos dos datos no siempre son una buena combinación.

En esta generación, el Mazda3 MPS tiene el mismo motor que en la generación previa, con mínimos cambios para cumplir la normativa de emisiones Euro5. Además, se ha mejorado la gestión electrónica para mejorar la experiencia del modelo anterior, el cual no tuve ocasión de probar.

Sí probé, hace ya cinco años, el Mazda3 2.0 150 CV, y entonces ya me quedé impresionado con lo divertido que era, sobre todo en la zona más alta del cuentavueltas, donde los motores japoneses dan lo mejor de sí mismos. Este ejemplar tiene otro pedigree, desde luego, pero en el aspecto de la diversión no se queda corto.

Conducción y dinámica

Tiene un motor 2.3 de cuatro cilindros (MZR DISI Turbo), transversal, con 260 CV de potencia y 380 Nm a 3.000 RPM. Tiene inyección directa de gasolina, sobrealimentación por turbo y un control inteligente del par, así las ruedas delanteras digieren mejor sus embistes llenos de fuerza.

Acelera muy bien, 0-100 km/h en 6,1 segundos, pero sus recuperaciones sorprenden en cualquier régimen y marcha, siempre vamos a encontrar carácter en el motor, va muy lleno en su régimen útil. Una de las facilidades que tiene para acelerar deprisa es su contenido peso, poco más de 1.400 kg con conductor.

Pisando el acelerador a fondo en primera o segunda, el par está limitado para evitar pérdidas de motricidad (1ª 320 Nm, 2ª 360 Nm). Mirando la curva de potencia, se observa que la entrega de potencia es progresiva a más no poder, sin altibajos ni oscilaciones hasta 5.500 RPM, donde lo da todo. Corta antes de las 7.000 RPM.

El motor no adolece de pereza en ningún momento, y los retardos del turbocompresor son mínimos, está muy bien gestionado electrónicamente, y desde luego el motor es muy “apretable”. El manómetro del turbo nos muestra que en pocas ocasiones el motor funciona “atmosférico”, acariciando el acelerador, ya empieza a soplar.

En conducción tranquila, es un motor muy agradable, puesto que tiene la curva de par muy plana y a bajo régimen, no hace falta cambiar de marcha con mucha frecuencia, y los desarrollos están muy bien escogidos. A 120 km/h, 6ª, son 2.750 RPM, y a esas revoluciones el motor apenas se oye.

Evidentemente cuando le enfadamos, hace ruido, pero está muy contendido y a veces echaremos de menos más contundencia. Se ha reducido adrede el nivel sonoro respecto al modelo previo hasta en 10 dB en el escape, fundamentalmente por el uso de dos tubos en vez de uno. El vano está muy aislado de ruidos.

¿Qué hay de los consumos? Pues depende mucho de quién conduzca. A velocidad legal y sin aceleraciones fuertes, el ordenador casi siempre estaba por debajo de 9 l/100 k, y es menos de lo que homologa. Me he divertido con él, pero aún así, el consumo final fue contenido. La pega gorda es que pide zumo de dinosaurio de 98 octanos.

Eso sí, como nos pese el pie o nos metamos frecuentemente por ciudad, traga pero bien. Un conductor promedio lo tendrá por encima de 10 l/100 km, pero sin necesidad de correr. En definitiva, en la conducción diaria, no hará falta llorar cada vez que se le eche gasolina… se puede aguantar.

El ordenador cambia la media en función de los últimos kilómetros, así que la media de 9 l/100 km que tenía al devolverlo no es muy realista. Mentiría si dijese que fui pisando huevos, tampoco me preocupé en hacer una conducción muy eficiente. Procuré disfrutar de él de otra forma, como lo haría un dueño normal.

No me convenció el sonido al ralentí, un V6 sería más ameno, pero en lo que es la conducción normal o deportiva, el sonido es bonito aunque no sea intenso. Destaco especialmente lo obediente que es cuando necesitas potencia, siempre la tiene reservada, otros motores turbo se muestran más vagos en ciertos lugares del tacómetro.

Primera, aceleramos fuerte, apenas pierde tracción. Cambiamos a segunda y volvemos a pisar a fondo, se nota un ligero encabritado, pero apenas dura un instante. La aguja pasa de las 6.000 RPM, queremos más, pero va aflojando, metemos tercera y tenemos otro golpe en el eje delantero, un poco disimulado.

Haciendo lo mismo con el Opel Zafira OPC, los meneos a las ruedas eran más acusados. Tengo la impresión de que el Mazda3 MPS entrega con fuerza, pero con cuidado, su potencia a las ruedas. Pero todo esto que he dicho es en recta, ¿y qué pasa en zona de curvas? La historia cambia un poco.

Al tener tracción delantera, cuando estamos girando y acelerando con cierta contundencia, la dirección se reblandece, parece como si flotara, y durante unos instantes, se echa de menos un poco de precisión, algo que no pasaría con un modelo de propulsión o con tracción total.

Para corregir esa particularidad de todo tracción delantera potente (o con mucho par, como diesel de más de 150 CV), en función del ángulo de la dirección el par máximo se recorta automáticamente hasta un 60%. Pese a todo, hay un diferencial autoblocante de deslizamiento limitado, y la rueda que más traccione recibe hasta el 66% del par disponible.

Es un coche con el que se puede ir deprisa en curvas con una gran sensación de seguridad. Quitando el detallito de la dirección, apenas se nota qué ruedas mueven el coche. El tren trasero va muy bien sujeto y el control de estabilidad funciona tan fino que si no sale la lucecita… ni te enteras que funciona, ¡pero funciona!

Aunque las marchas están un poco alargadas para contener los consumos (9,6 l/100 km según homologación), en las marchas intermedias se tiene toda la diversión necesaria, y como son seis, está muy bien como está. Sería interesante combinar este motor con un buen automático de doble embrague y levas.

El chasis está más reforzado que en un Mazda3 normal, fijaos en las zonas rojas del dibujo, son las de esta versión concreta. Tiene una puesta a punto específica que le aleja de un Mazda3, que no tiene precisamente un comportamiento aburguesado, ni aburrido, ni poco deportivo (para los motores que usa).

La suspensión no me parece incómoda, aunque es contundente y sujeta muy bien al coche, es más nerviosa en compresión que en extensión. Está muy conseguido el equilibrio entre confort y deportividad. Al que no le parezca suficiente, tiene una modificación Eibach como accesorio oficial.

Quitando el comportamiento de la dirección en curva acelerando, me gusta y me convence el tacto, precisión y rapidez de los mandos: dirección, cambio, pedales. Ciertamente ofrece una experiencia de conducción distinta, y por el precio que tiene, no decepciona, aunque se pueda echar de menos más mala leche por su parte.

Me parece que el Mazda3 MPS es carne de preparadores tuning, puesto que tiene un potencial escondido, ya que la marca se ha esforzado en hacerlo utilizable para todos los días, pero a su vez, deportivo, y este equilibrio no siempre convence a todo el mundo. Como coche particular, hasta me lo plantearía.

Según mi experiencia, para conseguir un sobreviraje o un subviraje en este coche, el conductor tiene que ir con varios cables cruzados en la cabeza, su límite no es alcanzable sin incurrir en más riesgos de los deseables y sanos. De modo que no voy a criticarle por ser un morrón, el resultado es bueno.

Su utilización diaria es más razonable que en otros modelos más radicales, e incluso se pueden conseguir consumos muy bajos, donde en estas potencias solo los 2.0 TFSI y cuatro más conseguirían medias bajas. No es incómodo, ni te estás acordando constantemente que es un pepino, hasta que notas que has atraído una mirada.

Y cuando se quiere que salga el carácter, sale. Los pasajeros no tienen por qué notar el coche que es, si no saben de coches, y el conductor circula de modo normal. Cae por su propio peso que el Mazda3 normal es más confortable aún, pero sin caer en aburguesamientos de compacto francés superventas.

Casi parece artificio que un coche tan utilizable para todos los días pueda que sus agujas de RPM y velocidad suban como suben, y que se reciba la potencia de forma tan controlada, y te puedas plantar en velocidad de multazo en menos de lo que esperas. Es un compacto deportivo, pero no radical.

La elección de neumáticos me parece correcta. No son más incómodos de lo imprescindible, transmiten buena información al conductor y el agarre transversal es especialmente convincente, sobre todo cuando tomamos una curva en fuerte apoyo y queremos estar concentrados en otras cosas. No chirrían con facilidad.

No concibo este coche sin ESP, dirán que es menos deportivo, y yo digo “¡Narices!”. Un ESP está bien tarado cuando actúa cuando tiene que actuar, permitiendo coqueteos con la diversión al volante, pero que permita recuperar el control en una situación de riesgo. No necesita programa deportivo, tal y como está, así muy bien.

Y aunque no lo he probado a distancias muy largas, sí tengo la creencia de que, tras un viaje de varios centenares de kilómetros, no nos bajaremos del coche con la espalda molida, ni temiendo por un consumo exagerado, aunque hayamos ido más deprisa de la cuenta. Y si gastase aún menos… lo quiero en blanco y con un lacito rojo, por favor.

Continuará...

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