Citroën Jumpy Furgón 2.0 HDi blanca, prueba (parte 3)

¿Qué puede hacer la Citroën Jumpy por los profesionales? Pues hacerles sentir cómodos en su medio de trabajo. Dentro de la cabina disponemos de algunos huecos portaobjetos de importancia. En las puertas tenemos unos compartimentos muy prácticos para cosas que no sean necesarias en marcha, por su diferencia de altura.

Luego hay dos bolsillos verticales a ambos extremos del salpicadero, muy útiles para dejar los teléfonos móviles y utilizar funcionalidad Bluetooth. Eso no está ni de serie ni opcionalmente según el configurador de Citroën, pero se ofrece como un accesorio de postventa. De hecho, pocos extras hay.

Según el configurador sólo hay cuatro opciones. En primer lugar está la suspensión neumática trasera, que facilita las operaciones de carga y descarga bajando la altura de la caja, cuesta 930 euros. También se nos ofrece una toma eléctrica transformada para conectar aparatos auxiliares más allá de los 12 V.

Por último, se puede elegir el pack Aire radio CD o pack Aire. La diferencia está en tener o no capacidad MP3, luego van los altavoces, la radio-CD y el aire acondicionado. Cuestan lo mismo, 1.375 euros. Ni qué deciros que quitar el A/C es más racing, en algunas zonas no se necesita siquiera.

El mismo paquete también añade el limitador/regulador de velocidad, muy útil para evitar que nos quiten el carnet en un pispás, sobre todo si se ha matriculado como vehículo industrial. Los retrovisores exteriores tienen ajuste eléctrico y están calefactados, se pliegan a mano. No hay retrovisor interior central.

De vuelta al habitáculo, tenemos un hueco portaobjetos debado de la radio-CD. El fondo es rugoso, pero no impide que las cosas salgan volando como aprovechemos su potencia a la salida de los semáforos. Debajo del volante hay otro hueco útil para dejar ciertas cosas, así como la parte superior derecha del salpicadero.

Si el asiento del miedo está desocupado, se puede sacar una práctica mesita para apuntar cosas o dejar dos latas de lo que se prefiera. Por cierto, hay dos posavasos escamoteables a ambos lados del salpicadero, formato 33 cl, idóneos para las birritas, pero que sean SIN, por favor. Sujetan adecuadamente.

Por encima de la altura de la cabeza hay otros dos compartimentos, de forma interna muy irregular. El de la parte central no se puede usar desde la cabina, es accesible sólo desde la caja y tiene más capacidad que los laterales. La guantera está iluminada y tiene cierre con llave. Bajo el copiloto hay una bandeja más.

Una duda que a más de uno le corroe es qué tal es la Jumpy como vehículo para dar o recibir amor. La única pega que tiene es que su color llama muchísimo la atención, y tal y como conté en la guía al efecto, eso evita el factor discreción. Por otro lado sus lunas tintadas son el colmo de la privacidad.

Espacio hay, y mucho. Cabe apretadito de ancho un colchón de 135×190 cm, lo malo de la versión furgón es que detrás no hay altavoces, así que habrá que subir los decibelios del CPF para oír a Barry White. Por cierto, al igual de muchos PSA, a los pocos minutos se activa el modo económico y se apagan los aparatos electrónicos.

De modo que es mejor utilizar otro sistema para oír música, o mejor aún, generarla a capella y lo dejamos ahí, ¿vale? Tanto la puerta lateral como la trasera se pueden abrir desde dentro sin problema, a menos que se haya echado el seguro desde la cabina. Al abrir las puertas de la cabina ese seguro no se quita solo.

¿Qué dimensiones tiene la caja? Con altura baja (H1) 1.449 mm de alto o 1.750 mm con altura alta (H2). La anchura oscila entre 1.245 mm entre ruedas y 1.600 mm máximos. En cuanto a la longitud, con caja corta (L1) 2.254 mm y con caja larga (L2) 2.584 mm. Lo malo de la H2 es que es menos aerodinámica.

Ojito, la versión H1 mide 1.895-1.942 mm de alto, lo cual ya dificulta la entrada a muchos aparcamientos. La versión alta lo empeora, siendo el punto más alto de 2.276 mm y el más bajo de 2.204 mm. Por otro lado, la versión larga (L2) tiene la batalla y voladizo trasero más largos.

Dicho esto, la configuración más deportiva es la L1H1, al tener menos masa y mejor aerodinámica. La pintura blanca es la más eficiente para ir a toda leche, ya que las otras no cortan el viento de la misma forma. Me gusta la expresión “corta el aire como un cuchillo jamonero” respecto a la pintura blanca.

En cuanto a prestaciones, Citroën dice que coge 160 km/h (L2H1), acelera a 100 km/h en 13 segundos y hace el kilómetro desde parada en 34,7 segundos. Esos datos son mucho mejores cuando la pintura es blanca, se refieren a versiones de color, y no está nada mal para un bicho de 1.732 kg nominales.

Continuará...

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