La operación salida de Agosto ya no es para tanto

Hoy ha salido en el telediario de TVE una noticia que no es noticia: último día laborable del mes, y coincide con fin de semana, sinónimo de éxodus hispanicus. Los españoles nos vamos a la playa, a la montaña o al pueblo de la abuela… y muchas veces nos ponemos de acuerdo en las horas y hay atascos.

Si echamos la vista atrás unos 30 años, comprobaríamos que el panorama es mucho mejor. Aunque ahora hay muchísimos más coches, ahora hay menos atascos. La respuesta no es simple sino compuesta, hay varios factores que han permitido cambiar odiseas por viajes.

Las carreteras ahora son más rápidas y tienen más capacidad: ¡hace 30 años no existía autopista entre Madrid y Levante! (aunque había algunos tramos). Lo de las vías rápidas es una cosa relativamente moderna. Nos quejamos de que hay peajes… pero a veces no se podía elegir ni eso, sino nacionales llenas de lentos camiones.

El aire acondicionado y su influencia en la seguridad vial

Otro invento que se popularizó en nuestra querida España tuvo mucho que ver: el aire acondicionado. Ya no hacía falta salir de madrugada, con la fresca, y poder llegar a destino sin morir achicharrado. Poder vivir en el habitáculo supone poder elegir cuándo salir. Eso evita las horas punta, se distribuyen un poco.

Por otra parte, la velocidad media del recorrido ha mejorado mucho, los coches andan más y las carreteras permiten ir más deprisa, ¡y hablo de cumplir los límites de velocidad! Yendo “a todo lo que da el coche” se llega antes, pero claro, el riesgo de multa o accidente se disparan, y no siempre compensa.

Por otra parte, el drama de la carretera era más intenso por entonces, y había menos coches en las carreteras. En 1981 se instauró el límite de 120 km/h, si bien no muchos modelos de la época podían aguantar ese ritmo con toda la familia dentro. Muchos se llevaron calentones en los atascos.

Parece mentira la influencia que puede tener una cosa tan cotidiana como el aire acondicionado en un país tan caluroso como el nuestro. De Pirineos para arriba, el aire necesario no es, se echa de menos días sueltos. Pero viva usted en Andalucía o Extremadura sin A/C, que lo va a flipar en Technicolor.

Los talleres instaladores de aire acondicionado lo tienen claro, el día que aprieta bien el sol, tienen negocio asegurado, la gente se acuerda más de que su coche no enfría. Los que viven en el norte no tienen el problema en semejante dimensión, si bien pueden echarlo de menos puntualmente.

A estas alturas, el aire acondicionado sigue siendo un extra en los modelos básicos de muchos coches. Que un Dacia Logan racanée en sus “altos de gama” me parece comprensible (aunque casi muero en el intento por comprobarlo), pero que un Mini One, o un Alfa MiTo o un Opel Corsa no lo tengan en los básicos, ¡es de traca!

Normalmente un coche con acabado intermedio ya tiene aire acondicionado, aunque sea con climatizador totalmente manual. Mejor eso que nada. Es algo que al cabo de los años se acabará estropeando igual, y habrá que hacer una reconversión a gas R-134 en el caso de coches viejos, pero el Sol nunca se toma vacaciones en verano en España.

Si nos ponemos a pensar… si en los años 70 hubiese estado popularizado el aire acondicionado, la de vidas que se habrían salvado. Ojalá hubiésemos podido tener autopistas y autovías como las de ahora, también habrían salvado muchas vidas. Pero era otra época para lo malo… y para lo bueno.

También hay que comprender que un SEAT 127, con cinco ocupantes, maletero lleno y cosas en la baca, de tener compresor de aire acondicionado, habría sufrido mucho con su motor de 45 CV (LS, N, C y CL). El automóvil está irreconocible en solo 30 años, la de cosas que han cambiado desde entonces, da vértigo pensarlo.

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