Descubriendo el interior de Namibia por carretera: 34 imágenes de una ruta inolvidable

Tal y como os contamos hace un par de días en nuestra toma de contacto con el Toyota Hilux, hemos tenido oportunidad de cruzar Namibia en coche y descubrir parajes impresionantes. Como sabréis, este país africano se encuentra al suroeste del enorme continente, bañado por el Océano Atlántico y haciendo frontera con Sudáfrica, Angola, Botsuana y Zambia. En pocos sitios podrás estar tan al sur.

Desde espectaculares dunas de arena o carreteras costeras, hasta inhóspitos y áridos tramos por el desierto, pequeños puertos de montaña y, sobre todo, mucha pista de arena, puesto que las carreteras de asfalto quedan reservadas casi exclusivamente a las zonas más pobladas. Y es que Namibia, con sus 825.000 kilómetros cuadrados de extensión (un 64% más que España) y sólo 2 millones y pico de habitantes, es uno de los países menos poblados del mundo.

El país es un paraíso para aventureros y amantes de la naturaleza y los animales (exóticos y no tan exóticos), aunque también para los que disfrutan haciendo turismo en coche o conduciendo campo a través. Además, es uno de los países más seguros de África -aunque sigue siendo África, como nos contó uno de nuestros anfitriones allí afincado- y existen relativamente pocos riesgos para la salud si se toman medidas básicas de higiene y se controlan las bebidas y comidas.

Así pues, si pretendes viajar por Namibia necesitarás desde crema solar (porque sobre todo en el desierto el sol pega duro), una gorra, gafas de sol o suministros de agua embotellada, hasta ropa de abrigo para la noche (porque refresca, ya sea invierno o verano) o repelente de mosquitos, que aunque supuestamente aquí no transmiten enfermedades como la malaria, es mejor ser todo lo precavido que se pueda.

Al igual que en Reino Unido, Australia, Japón, algunos países caribeños o la mayoría de los de su entorno (como Sudáfrica, Zambia, Kenia, Tanzania o Uganda), en Namibia se conduce por el lado izquierdo de la carretera, así que antes de subirte al coche piensa bien por qué puerta debes entrar (no serías el primero en sentarte de copiloto sin quererlo) y acostúmbrate pronto a ir "al revés".

Las opciones en este país son muchas, pero hoy vamos a enseñaros en imágenes la ruta que tuvimos ocasión de hacer nosotros (entre Swakopmund y Windhoek) y, con un poco de suerte, a ver si podéis disfrutarla casi tanto como nosotros.

De la costa al Desierto del Namib

Lo primero fue diversión en dunas de arena, cerca de la costa, junto a Walvis Bay. El lugar se llama Dune7 y alquilan quads, tablas para bajar 'surfeando' la arena, etc...

¿Te gusta la conducción todoterreno? Entonces no deberías perderte la experiencia en las dunas. Si tienes coche 4x4 para ello (deberías), baja la presión de los neumáticos y a disfrutar, pero con cuidado, que las hay muy altas.

Y alguno que no tuvo mucho cuidado o simplemente lo hizo todo al revés (como el coche azul del fondo), acabó atascado en la arena. Era de esperar.

Es hora de salir de esta jungla de arena para ponernos en marcha, aunque en realidad, nos espera arena y más arena.

Una foto de recuerdo en el Parque Nacional del Desierto del Namib no puede faltar antes de poner rumbo a Windhoek, la capital.

En ruta hacia Namibgrens

Mayo no es mala época para visitar Namibia, pero en pleno desierto del Namib el calor es sofocante. Parajes monótonos, de otro mundo, y poquísima vegetación.

Aspecto de gran parte del recorrido del primer día. Aquí afortunadamente hay algo de vegetación, en lo que parece el lecho de un río seco. Es otro mundo...

Polvo, polvo y más polvo. Circulamos en caravana y esto es un secarral de los buenos, así que... ¡nos vamos a hartar!

Llegando al Trópico de Capricornio, donde no podía faltar la foto de rigor. La estela de polvo del convoy de más de 25 coches se extiende durante kilómetros por las llanuras del interior de Namibia.

El Trópico de Capricornio, el del hemisferio sur, pasa únicamente por Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, Namibia, Botsuana, Sudáfrica, Mozambique, Madagascar y Australia.

Unos poquitos de los 25 Toyota Hilux 2016 que fueron nuestros compañeros de viaje.

Todo parece muy plano y similar, pero de repente te encuentras un "paso de montaña" que te hace bajar a un desfiladero, donde el paisaje cambia bastante. Además encontramos algún trocito de asfalto. ¡Olé!

Tenemos la suerte de llegar a un mirador en plena colina a la hora del atardecer. El espectáculo está asegurado por el sol, los tonos anaranjados del cielo y la nube de polvo en el valle.

La vista es esta. El sol se esconde, el cielo coge un montón de espectaculares tonos y la pista de arena por la que acabamos de pasar -y por la que todavía pasan otros, sigue envuelta en una importante humareda de polvo.

La cosa se pone interesante... Menos mal que estamos al lado de nuestro destino intermedio.

Esto es Namibgrens, a la mañana siguiente, una granja y campamento para huéspedes en pleno corazón de Namibia. El propietario, John, vive con su mujer, sus hijas y sus animales, "en medio de la nada".

Hemos pasado la noche en estas tiendas de campaña, con su luz interior, su cama, mosquiteras y hasta una rudimentaria ducha exterior con bolsa de agua colgando sobre tu cabeza.

Otra perspectiva de Namibgrens, con las lámparas para iluminar el campamento por la noche en primer plano.

Vistas desde la colina más alta de la finca Namibgrens. Una gran extensión de zonas áridas, que bien podrían pertenecer a Arizona, Nuevo México o Nevada.

Aprovechamos lo escarpado del terreno para hacer una rutita todoterreno. Del polvo pasamos a las piedras, muchas piedras, algunas de ellas afiladas como cuchillas y con importantes desniveles e inclinadas pendientes.

Y siempre hay tiempo para hacer un poco el tonto... ¿no?

Última etapa hasta Windhoek

Un último vistazo a este solitario árbol en lo alto de la colina y... ¡carretera y manta!

Podríamos ir más directos a Windhoek, por mejores carreteras (o pistas, quién sabe), pero la gracia está en descubrir estos anchísimos caminos de tierra, con poco tráfico y animales salvajes rondándolas (monos, avestruces, antílopes, etc...).

En varios lugares nos encontramos con estas torres de piedras que alguien se ha dedicado a construir. ¿Qué serán? ¿A cuento de qué? No tenemos ni idea...

Menudo dilema. ¿Seguimos hacia la capital o volvemos a la costa, que se estaba muy bien? Menos mal que lo que nos espera cerca de Windhoek es digno de ver.

N/a'an ku sê: Santuario de fauna salvaje

Pasamos de largo la capital para llegar a esta reserva natural, tipo Safari, donde nos hospedamos. Antes de volver a casa hay unos cuantos animalitos que queremos conocer.

Nos reciben antílopes, babuinos, jabalíes y estas dos avestruces que acaban de pegarse una buena carrera delante del agotado guepardo, que cesa en su empeño. Es que corren mucho...

Resulta que esta señorita se llama Kiki y es un guepardo de 14 años de edad. Fue criada en cautividad y es como un gatito. Está acostumbrada a la presencia de humanos y se deja hasta acariciar.

Este leopardo ya es otra cosa. Mimetizado con el entorno, es un felino más grande, fuerte y poderoso, pero es de pocos amigos, al menos entre los humanos. Precioso.

También nos topamos con dos bonitas leonas que parecen tener buen carácter, pero igual lo de acercarse no es buena idea... Bueno, y hay una alambrada entre medias, también es verdad.

El rey de la selva no deja dudas. Una elegante melena, su rugido intenso, unas zarpas de aúpa y una boca que no apetece conocer son sus cartas de presentación. Mucho cuidadito, que las leonas son suyas.

Y con esto y un bizcocho, nos despedimos hasta la próxima aventura.

Fotografía | Javier Álvarez
En Motorpasión | Toyota Hilux 2016: a prueba en el desierto y las dunas de Namibia

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