Así se verían las calzadas romanas en Google Maps: muchas sirvieron para hacer las carreteras que utilizamos hoy

Las carreteras son las arterías de un país. Permiten a las personas desplazarse y el intercambio de mercancías. Griegos y fenicios basaron su potencia económica en las rutas marítimas y los puertos, pero Roma creó las vías romanas para cohesionar un territorio que abarcaba una buena parte de Europa y que llegaba hasta la actual Siria. Hasta el punto que en la actualidad, esas vías romanas, siguen influyendo en la economía europea.

Si bien los romanos dejaron para la posteridad numerosas obras arquitectónicas, descubrimientos y arte, una de sus mayores y duraderas contribuciones han sido las vías romanas.

Esa red de lo que serían hoy nuestras carreteras (que tenían su milla cero en Roma), así como rutas marítimas y fluviales era red de comunicación de más de 320.000 km en su apogeo.

Hoy quedan vestigios, con los primeros pasos de peatones instalados en las vías adoquinadas, las cuales no eran la norma sino la excepción. De hecho, la mayoría de esas carreteras eran pistas de grava.

El diseño de nuestros pasos de peatones tiene mucho que ver con esos pasos elevados que tenían para cruzar la calle sin mojarse los pies. (Foto: Falk2. CC BY-SA 4.0)

Aun así contribuyeron no solamente al crecimiento económico del imperio y de algunas regiones, como Hispania con el comercio del aceite, sino también ayudó a propagar las ideas y el modo de vida romano al permitir que las personas se desplazaran de forma más o menos sencilla.

El Google Maps de la época romana

Un historiador holandés de la Biblioteca Real de La Haya, René Voorburg, ha desarrollado un mapa interactivo que viene siendo el Google Maps de la era romana. ¿Cuál es el mejor camino de Lutecia a Toletum? ¿Y cuánto se tarda?

El Omnesviae nos da la respuesta. Y también nos enseña como hemos heredado las grandes vías de comunicación de la época romana, pues su mapa está superpuesto sobre un mapa de carreteras actual.

Viendo un sencillo mapa de las vías romanas junto con la cartografía de Google Maps llama la atención que apenas nada ha cambiado. Una de las principales vía de entrada a la Península Ibérica desde Francia se hace por la costa mediterránea y la actual Empuriabrava con la Vía Augusta, hoy conocida como N-340, que baja hasta Andalucía.

Otro aspecto llamativo es ver cómo ya en el primer siglo después de Cristo, ya existía una España vaciada, delimitada entre Valencia, Zaragoza y Madrid y que evidencia la casi ausencia de grandes vías de comunicación.

Y no es algo que se aprecie únicamente en España. En Francia, la vía principal que conecta el sur y el norte de Europa sigue siendo lo que hoy se conoce en el país vecino como la N-7 o la A-7 y que sigue el trazado del Ródano a partir de Lyon, antigua capital de las galias.

Y Londinum, perdón, Londres que en tiempos de Roma ya era el epicentro de Gran Bretaña, ciudad desde donde salían o llevaban todos los caminos de la isla.

Más que heredar las vías de comunicación terrestres, también siguen influyendo en nuestra economía. Un equipo de investigadores en economía dirigido por Matthias Flückiger se propuso medir la huella económica dejada en el continente por la Roma antigua. Y su influencia se dejaba ver incluso en el siglo XVIII. Los investigadores midieron la variación de los precios del trigo entre 1321 y 1790.

Las variaciones de precios fueron pequeñas entre las regiones fuertemente conectadas por la red romana (lo que demuestra la existencia de un mercado integrado). En cambio, los precios del trigo varían mucho entre regiones alejadas de estas vías y canales. Es decir, las regiones que estaban interconectadas en la antigüedad estaban igual de interconectadas en 1790, 1500 años después del apogeo del Imperio.

Las regiones que mantuvieron en la actualidad esa interconexión heredada la antigüedad, son también las que más han prosperado con respecto a las regiones más alejadas de las rutas comerciales.

Es decir, áreas como Milán, Londres, Lyon o Barcelona deben parte de su éxito al hecho que eran de las regiones mejor conectadas en la antigüedad. Y como con las personas y las mercancías viajaban ideas, éstas adoptaban antes nuevos modos de transporte, nuevas técnicas de producción y en general nuevas ideas. Este círculo virtuoso de innovación ha profundizado sus conexiones a lo largo del tiempo.

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