Daytona 500 y la diversión máxima de los ovales

La nueva temporada 2009 empieza a ir arrancando poco a poco en las diversas competiciones automovilísticas. Si en el mundo de los rallyes todo empezó ya hace unas semanas, la Competición en mayúsculas del automovilismo estadounidense, la Nascar, vivió el pasado fin de semana el tradicional inicio de la maratoniana temporada con las míticas 500 Millas de Daytona.

Esta vez era la carrera de verdad, después de haber disfrutado una semana antes de la Budweiser Shootout, una carrera al sprint que sólo sirve para que todo el mundo se prepare, aficionados y pilotos, para lo que empieza una semana más tarde. ¡Y qué manera de empezar! Los que seguisteis la Daytona 500 en directo por Teledeporte seguro que la disfrutastéis de lo lindo, porque por mucho que se diga, no me cansaré de repetirlo: las carreras en ovales son muy divertidas.

Vale que el pilotaje no tiene nada que ver con los circuitos de toda la vida, y también reconozco que no cambiaría unas rápidas eses, una extraordinaria apurada de frenada a la entrada de una horquilla o una curva ciega con cambio de rasante por un óvalo, pero de ahí a concluir que el hecho de dar vueltas a un óvalo es aburrido, va un trecho demasiado grande.

Además, la salsa que siempre le ponen los americanos, y por qué no decirlo, las continuas neutralizaciones, hacen que sea imposible desconectar de lo que estamos presenciando: adelantamientos, intentos de escapada, cambios de líder, accidentes, errores, polémica… Y parecía que en 200 vueltas al trióvalo de Daytona tendríamos que aburrirnos.

Al final, y haciendo valer eso de que los últimos serán los primeros, la victoria se la llevó un emocionado Matt Kenseth, que no cabía en su gozo teniendo en cuenta que había salido desde la 39ª posición de la parrilla. La carrera fue acortada por culpa de la lluvia, pero aún así, el final fue de lo más apretado.

Creo que habrá gente que nunca valorará las carreras en circuitos ovales hasta que, quien sabe, un día la F1 vuelva a Indianápolis a disputar una carrera “a la americana”: en el óvalo (nada de Mickey Mouse) y con las neutralizaciones características. Alucinaríamos con el espectáculo, no me cabe la menor duda.

Vía | Racingpasión

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