La responsabilidad de Stefano Domenicali

En los últimos meses, tras el fracaso que significó perder el título en la última carrera del año en Abu Dhabi, en Ferrari han decidido realizar ciertos movimientos en su equipo técnico de cara a recuperar el lustre ahora perdido. Un Plan Renove en toda regla que seguro que implicará el fichaje de grandes nombres robados a golpe de talonario.

El primer señalado fue Chris Dyer. Su error en la estrategia, el tomaba las últimas decisiones, lo marcó y tras ser degradado a la división de vehículos de calle, la semana pasada se confirmaba su adiós. Por cierto, su sustituto a cargo de la táctica, Neil Martin, tampoco ha podido hacer gala de la buena fama que le precedía.

Caso similar ha ocurrido con Aldo Costa. El director técnico ha sido culpado de la falta de rendimiento de los monoplazas de los dos últimos años y también ha abandonado la escudería para pasar a labores en dentro de Ferrari, pero lejos de la escudería. El paso atrás que hicieron dar a de Aldo Costa, enmascarado bajo una renuncia, hizo que en la escudería italiana tuvieran que reorganizarse.

La responsabilidad ahora está en manos de Pat Fry. Tras llegar a Ferrari como asistente, a comienzos de temporada sustituyó a Dyer como ingeniero jefe de pista y ahora sustituye a Costa como director técnico. Entre las labores de Fry, la evolución del 150º Italia de esta temporada. Por su parte Nikolas Tombazis, jefe de aerodinámica, tiene bajo su dirección el proyecto del 2012. Sin olvidar que Ferrari ha sacado su caña y está en busqueda de nuevo personal técnico.

Varios cambios de profundo calado pero que curiosamente no afectan a Stefano Domenicali. El italiano parece que es el ojito derecho de alguien dentro de Ferrari (¿Luca Cordero de Montezemolo?) y su posición está fuera de toda duda. Está claro que él no toma las últimas decisiones, no tiene la culpa de las tácticas y que tampoco puede hacer nada si túnel de viento no funciona, pero lo que está claro es que Domenicali está al frente y tiene su responsabilidad como jefe de la escudería.

Si buscásemos un símil en algo tan manido como la política, podríamos decir que un presidente del gobierno no toma cada una de las decisiones, para ello, lo que hace es rodearse de un buen equipo que le asesorarán y que serán los que lleven las riendas en cada uno de los campos. Similar a cualquier organigrama empresarial y una escudería lo es.

Eso implica que cuando se está en el poder, la capacidad de gestión es fundamental. Pero estar arriba y gestionar implica responsabilidad. Cuando las cosas van mal, la primera cabeza que se pide es la que está más arriba, y es por algo. Reiteramos que el que está en la cúspide no suele tomar las decisiones pero no puede eludir que son sus personas de confianza, las que el ha escogido, las que están están fallando.

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