Gran Premio de España de 1980. Un gran premio no puntuable fruto de la guerra entre la FISA y la FOCA

Saltamos treinta años atras en el tiempo, y nos situamos en el caluroso verano de 1980. Nelson Piquet y René Arnoux llegan ocupando las dos primeras posiciónes del campeonato al Gran Premio de España de 1980, séptima carrera de la temporada, seguidos de cerca por Alan Jones, Didier Pironi y Carlos Reutemann.

El ambiente es raro. Las tensiones entre la FISA (subsidiaria de la FIA que se encargaba de dirigir los eventos deportivos) y la FOCA, que representaba sobretodo a los constructores de la Fórmula 1 (los equipos que no tenían el apoyo de una marca detrás, como Ferrari, Renault o Alfa Romeo), van en aumento.

Durante los grandes premios de Bélgica y Mónaco, previos al de España, la FOCA recomienda a los pilotos que boicoteen los briefings, puesto que la normativa no les obliga a asistir. La FISA, dirigida por Jean-Marie Balestre, responde con multas de 2000 dólares en Bélgica y de 5000 dólares a los reincidentes en Mónaco.

No solo eso, sinó que tras una reunión de emergencia en Rio de Janeiro, Jean-Marie Balestre decide, viendo que algunas multas no han sido pagadas, amenazar con retirar las licencias de los pilotos “morosos”. Llegando al Jarama, pues, la FISA había ordenado la suspensión de las licencias de quince pilotos.

Como respuesta, los equipos afiliados a la FOCA amenazaron con retirarse del gran premio. El RACE (Real Automóvil Club de España), por su parte, veía como la carrera podía irse al traste, y se ofreció para pagar las multas, viendo que era mejor ganar menos dinero del previsto que tener pérdidas millonarias, si no se disputaba la carrera.

El presidente de la FISA, Balestre, rechazó esta solución, alegando que las multas tenían que pagarlas los pilotos. A pesar de estas duras declaraciones, Essex, patrocinador de Lotus, había pagado ya la multa de Andretti, y Piquet había corrido en Nurburgring la semana anterior teniendo la licencia suspendida.

Llegados a este punto, el jueves quedaba claro que Balestre no dejaría que la FISA dirigiera el Gran Premio de España si las multas no eran pagadas por los pilotos, y no había intención de nadie de pagar dichas multas, con lo que el futuro de la carrera en el Jarama iba siendo cada vez más negro.

Llegó el viernes y se encontró una solución. El RACE decidió asumir la organización del gran premio, que había delegado en la FEA (Federación Española de Automovilismo). Aunque parezca una locura, el RACE, al ser propietario del circuito, tenía el derecho de recuperar la organización de la carrera con la única condición de informar a la FIA.

La ventaja es que la FEA, como organismo oficial del estado, tenía que estar afiliado a la FISA, mientras que el RACE solo necesitaba la colaboración de la FOCA, que dió su apoyo al conocer que, bajo la dirección del RACE no eran necesarias las licencias de piloto que la FISA pedía.

La primera sesión de entrenamientos libres ya había empezado, con Ferrari, Alfa Romeo, Renault, y Emilio de Villota en su Williams, en pista. Al tomar el RACE la dirección del gran premio, se anuló la primera sesión, declarada como no válida y por lo tanto, la sesión de entrenamientos libres se volvería a disputar más tarde.

Después de todo este lío político, finalmente la primera sesión de entrenamientos libres “verdadera” empezaba. Dos horas y media tarde, pero empezaba. Los problemas vinieron cuando cuatro equipos decidieron no tomar parte en dichos entrenamientos. Ferrari, Renault, Alfa Romeo y Osella, que no querían arriesgarse a perder sus licencias.

Estas licencias, que la FISA podría suspender como represalia, les permitían competir en otras competiciones además de la Fórmula 1. Para ellos, correr en una carrera no dirigida por la FISA era un riesgo que no podía tomarse, aunque dejaron sus coches preparados por si se encontraba una solución.

Cuando llegó el sábado, la situación era la misma. Las negociaciones entre Ecclestone y Balestre no habían llegado a ninguna parte. Pero había buenas señales en ver que Osella estaba dispuesta a participar, aunque usaría el nombre de su sponsor como nombre del equipo, y Renault y Alfa Romeo lo estaban también… siempre que lo estuviera Ferrari.

En Renault y Alfa Romeo querían el apoyo de Ferrari porqué creían que solo un frente común y unido podía salvarles el pellejo en caso de reprealias por parte de la FISA. Marco Piccini, director deportivo de Ferrari, anunció que la Scuderia no competiría. Había hablado con Enzo Ferrari y la decisión estaba tomada.

Por lo tanto, los pilotos de Ferrari, Renault y Alfa Romeo, no participarían en la carrera (irónicamente, dado que ninguno de sus pilotos tenía multas que pagar). Una carrera que veía a Jacques Lafitte con la pole delante de Jones, Pironi y Reutemann, con De Villota en una decente decimoséptima posición.

Desgraciadamente, la carrera vería al coche número 34, pilotado por De Villota, durar, curiosamente, 34 vueltas. Al ser doblado por Reutemann, que iba líder, Lafitte vió la oportunidad de adelantar al argentino con tan mala suerte que impactó con el español, rebotó, y tocó a Reutemann. El balance fue de los tres coches fuera de carrera.

Tras este drástico giro de eventos, Piquet heredaba el liderato, seguido de Pironi y Jones, que había cometido un error que le había hecho perder posiciones. Siete vueltas tardó el liderato de la carrera en cambiar de manos, al abandonar Piquet con la caja de cambios rota. Pironi parecía lanzado hacia la victoria, pero aún quedaba mucha carrera.

De hecho, a tan solo quince vueltas del final, su rueda delantera derecha se soltó y tuvo que abandonar. Jones se encontraba con una victoria regalada, y solo tuvo que mantener la distancia respecto a Jochen Mass, segundo con el Arrows, y Elio de Angelis con el Lotus. En un fin de semana de locos, acabaron seis coches.

Al final, las multas fueron pagadas, y el lunes siguiente a la carrera, la FIA tuvo una reunión de emergencia en Atenas donde se decidió que la carrera no iba a dar puntos para el campeonato del mundo. En Julio se confirmó esta decisión con otra reunión, y se impuso una multa de 3000 dólares a cada piloto que tomó la salida.

Como si el destino quisiera compensar al Jarama por la “farsa” de 1980, en 1981 vimos un gran premio épico, pero esa carrera bien merecería un post para ella misma, ¿verdad?

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