Gran Premio de Australia de 1994: leyendas que empiezan, leyendas que terminan

Como parte de las previas para cada carrera, este año hemos decidido mirar hacia atrás en el tiempo, así que antes de los entrenamientos libres de cada fin de semana de gran premio, un servidor traerá un comentario de alguna de las carreras históricas que haya vivido cada país donde la Fórmula 1 compite. Claro que algunos paises son bastante nuevos, así que lógicamente en ese caso trataremos carreras de paises que ya no forman parte del circo.

Para empezar, con motivo del Gran Premio de Australia, he decicido rememorar la carrera de 1994. Entre Adelaide y Melbourne, había muchas carreras y muy buenas por escoger, empezando por el épico final de 1986, pasando por los aguaceros de 1989 y 1991, la última victoria de Ayrton Senna en 1993, la última carrera en Adelaida, en 1995, o varias de las de Melbourne. Al final, la elección se debe a que la carrera de 1994 tiene importancia hoy en día, puesto que allí se coronó por primera vez campeón del mundo Michael Schumacher, aunque no sin polémica.

En ese sentido, una leyenda empezó, la de Michael Schumacher (y su trayectoria que muchas veces le ha llevado al filo de la navaja), pero también vimos la última victoria de otra leyenda como Nigel Mansell, que ocupaba el coche de una leyenda que se fué para siempre durante 1994; Ayrton Senna. Una carrera clave en muchos sentidos, por lo tanto, que creo que es la elección perfecta para empezar lo que espero sea una sección que ayude a muchos a recordar y enseñe a los más nuevos sobre otros tiempos en la Fórmula 1.

Pero antes de empezar con la carrera en sí, pongámonos en situación. Michael Schumacher y Damon Hill llegan a Australia con un solo punto de diferencia entre ellos. Al piloto alemán se le sancionó, según muchos, injustamente, y ya hay quien acusa a la organización del campeonato de beneficiar a Williams para favorecer al equipo que tuvo a Senna, así como de querer un campeonato más ajustado de la cuenta para mantener a los millones de espectadores que se arriesgan a perder con la muerte del astro brasileño.

Alemania y Reino Unido, parecen destinados a enfrentarse en todas partes. El escenario; la Fórmula 1, sus actores, dos pilotos como la copa de un pino, aunque con estilos muy diferenciados. Schumacher es reverenciado como la nueva estrella de la Fórmula 1 casi desde que llegó. Hill, por su parte, entró con una edad más elevada de lo normal y se le considera un piloto de segunda fila, aunque sorprendió a todo el mundo con varias actuaciones en 1993. Con la muerte de Senna, se ve obligado a ocupar el papel de primer piloto, y demuestra saber hacerlo.

De hecho, Damon acumula cuatro victorias y dos segundos puestos entre las últimas seis carreras, en una segunda mitad de temporada genial. También es cierto que una victoria la recibe por la descalificación de Michael Schumacher en Bélgica, que tras un trompo desgastó el fondo plano de madera de su Benetton B194. Otras dos victorias las consigue sin el alemán en pista, mientras que en Suzuka demuestra que es capaz de correr como el que más bajo el agua.

Aunque con todo esto, el destino se divierte situando a un veterano Nigel Mansell, a quien muchos daban por demasiado viejo (¡caramba, como a Michael ahora!) en pole position. A la hora de la carrera, la situación cambia, con Schumacher a modo de liebre y Hill persiguiéndole, dejando a Mansell en una distante aunque correcta tercera posición. El statu quo se mantiene hasta la vuelta 36 sobre 81. Damon Hill ejerce presión sobre Michael Schumacher, y le está recortando distancia, cuando ocurre algo que quedará para los libros de historia.

Michael Schumacher se sale de pista en East Terrace, golpeando el muro con los neumáticos derechos. Pero Damon no lo vé. Simplemente se da cuenta de que Schumacher se ha salido de pista y no está yendo a una velocidad elevada. A pesar de que le está reduciendo distancia, la impaciencia puede con el británico, que lanza un ataque desesperado en la curva siguiente. Schumacher cierra la puerta, pero se encuentra a Hill en medio. Hay contacto entre los dos; el Benetton-Ford sale por los aires y golpea el muro.

La carrera del alemán se ha terminado, y sabe que ha perdido el título. El error en East Terrace le ha costado un título, aunque la impaciencia de Hill también ha sido clave. Precisamente el británico vuelve a boxes a velocidad reducida, con algún problema aparente en su Williams-Renault. Parece un pinchazo en la rueda delantera izquierda, pero en cuanto la rueda es cambiada, el equipo de mecánicos se da cuenta de que hay algo mal con la suspensión del Williams.

Desesperación en el equipo de Frank Williams. Solo hay que terminar en quinta posición y el título es suyo. Pero el coche no puede salir así. Aparece Patrick Head entre la multitud de mecánicos, tirando del brazo de suspensión, intentando corregirlo, aunque sea para seguir para llegar en quinta posición (¿os imagináis a Adrian Newey intentando arreglar un brazo de suspensión a tirones?), pero es imposible. El coche no puede seguir y Michael Schumacher se convierte en campeón del mundo, a través de megafonía, y esboza una sonrisa que casi es más de alivio que de felicidad.

Casi parece una anécdota, el hablar del resultado final. Nigel Mansell mantendría el liderato después de la retirada de los dos primeros clasificados, aunque con Gerhard Berger pisándole los talones, y obtendría su última victoria. La tercera posición final fué para Martin Brundle, completando un podio de consolación para el Reino Unido. La cuarta posición la ocupó un tal Rubens Barrichello, con Olivier Panis y Jean Alesi completando la zona de los puntos.

Más tarde llegará la polémica. Muchos acusarán al alemán de haber golpeado a Hill deliberadamente. Sobre todo después de la colisión con Villeneuve en 1997 y del famoso “aparcamiento” en Mónaco, en 2006. Si le preguntamos a Murray Walker, comentarista de la Fórmula 1 en Gran Bretaña desde 1950 hasta 2001 (con apariciones como invitado en algunas carreras a partir de entonces, como el Gran Premio de Gran Bretaña 2011), nos dirá que Schumacher no lo hizo adrede. Hay que recalcar que Murray es amigo personal de Damon Hill.

La verdad es algo que nunca sabremos, y que seguramente solo Michael Schumacher sabe con certeza… o quizás no. ¿Es posible que cerrara la puerta pensando en simplemente bloquear un adelantamiento, pero fuera traicionado por un subconsciente desesperado por ganar? Esto quedará para que lo decidan los analistas, aficionados, y expertos en el tema. Campo de cultivo para un circo que, la verdad sea dicha, necesitaba polémica para mantener al público enganchado; y se consiguió con un duelo que continuó en 1995.

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