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No echamos de menos al diesel en la prueba del Toyota Yaris 110

Llevamos varios años rodeados de motores diésel de todo tipo. La evolución de dichas mecánicas las hizo especialmente interesantes, aunque no siempre rentables a largo plazo. Este es un tema que pocos miran, al ser muy lejos en el tiempo se nota menos aunque al final salga más caro. De todas formas, el poco gasto de combustible y el empuje de esos propulsores a bajas vueltas, también ayudaron a que dicho suceso se pasará, y se pase hoy día, un poco por alto.

El caso es que llegamos a un punto en el cual se miraba con cara extrañada a todo aquel que se decantaba por un motor de gasolina. Se convertía en una especie de bicho raro, alguien que debería tener un buen sueldo para pagar el precio de la gasolina, con los consumos de los motores de este tipo. Consumos que según quien condujese, al final tampoco estaban demasiado distanciados.

A día de hoy el diésel no tiene el mismo peso en el mercado del que disfrutaba antes y, p or ejemplo, el segmento de los urbanos le ha dado totalmente la espalda. Los modelos más pequeños, aquellos destinados a pasar sus días circulando por poblado, situación donde más combustible se consume, no emplean motores de gasóleo. Un camino que poco a poco se acabará extendiendo a otros segmentos, como el de los utilitarios.

Gasolina, 1.500 centímetros cúbicos y 111 CV

Toyota es uno de los primeros fabricantes en retirar los motores diésel de su gama de utilitarios. Es decir, el Toyota Yaris no dispone de motores de gasóleo. Lejos de ser un problema, se ha aprovechado para dar prioridad a la hibridación, solución totalmente capaz de suplir al diésel con garantías, como ya vimos en la prueba del Toyota Yaris hybrid.

Así que para la ocasión, y para constatar que se puede vivir sin diésel y, de paso, sin hibridación, hemos pasado unos días con un Toyota Yaris 110. Se podría decir que es el modelo equivalente al Yaris hybrid, pero sin montar motor eléctrico. Ideal para aquellos que son contrarios a los coches con cambio automático y optan por otros motores.

Por tanto, han sido exactamente tres días con un Toyota Yaris equipado con un motor de gasolina con 1.496 centímetros cúbicos, 111 CV y 136 Nm, cuyo consumo homologado es de cinco litros de media cada 100 kilómetros. Propulsor, por cierto, que tiene la particularidad de contar con una relación de compresión bastante alta (13,5:1) y de poder funcionar en ciclo Otto o Atkinson. Una característica que sólo notarán aquellos especialmente sensibles ya que el motor, llegado un momento, parece ganar más brío.

Y lo hemos puesto a prueba ‘de verdad’. Tres días de recorridos distintos y una conducción que podríamos definir como normal. Sin estar pendientes de consumos ni cosas así. La idea era usar el coche como lo haría cualquier conductor que se decantara por un Toyota Yaris 110.

Los recorridos cotidianos dejan al Yaris en muy buen lugar

El primer día lo empleamos en los quehaceres diarios: ir a comprar, del trabajo a casa, recados de última hora; recorridos completamente urbanos a los que se sumaron otros al extrarradio de no más de 40 kilómetros (ida y otros 40 vuelta). Vamos, el uso que tendría el Yaris 110 en la mayoría de los casos.

Aquí, el coche resulta muy satisfactorio. Es cómodo de suspensiones, el motor no se nota y responde perfectamente a cualquier solicitud. Maniobra muy bien, tiene buena visibilidad y, en general, se encuentra como en casa. También es verdad que las exigencias son mínimas en estos casos, pero nunca está de más comentarlo.

Muchos agradecerán la suavidad de todos los mandos, con un tacto de dirección bastante agradable y una asistencia justa para circular por poblado. El cambio tiene unos recorridos muy cortos y un tacto muy bueno. Es de esos cambios que apetece usar siempre. Y los frenos van sobrados en estas circunstancias.

Respecto a los consumos, no pasamos de los 6-6,2 litros marcados en el cuadro de mandos. Buena cifra para ser un motor de gasolina en terreno hostil, como se suele decir. Aclarar que nuestra zona de acción no fue una gran ciudad como el centro de la capital, auténtica jungla urbana. Nos movimos por un pueblo de la sierra norte de Madrid, que a pesar de tener mucho tráfico, no es la capital ni de lejos.

Nos vamos a Cebolla, Maqueda y vuelta a casa

El segundo día nos pusimos algo más viajeros. Aprovechando la situación decidimos hacer algo de turismo y visitar un par de pueblos de Toledo, en concreto Cebolla y Maqueda. No en balde, todo el mundo se hace alguna escapada de vez en cuando, ¿no?

Sin contar los recorridos que tuviéramos que realizar en cada lugar, teníamos unos 270 kilómetros por delante sumando ida y vuelta. Todos por carretera donde poder mantener velocidades elevadas, pero sostenidas, otra oportunidad para comprobar si de verdad el consumo en un gasolina es un problema. Al adelantar en algunos tramos especialmente despejados aprovechamos para azuzar un poco, y también pasamos varios tramos retorcidos donde nos lo pasamos bastante bien.

Ponemos el destino en el navegador y partimos. En lugar de llevarnos por la A-6, que sería lo lógico, el navegador nos dirigió por otro camino completamente inesperado. Tanto, que tuvimos que subir el puerto de la cruz verde. Para que os hagáis una idea, es casi dirección contraria. Fue todo por carreteras secundarias o al menos casi todo, donde el Yaris 110 dio el do de pecho.

Aprovechando que el camino pintaba entretenido pusimos a prueba algunos apartados. Para que el Toyota Yaris 110 corra de verdad, hay que llevar el motor por encima de las 3.500 rpm y gira hasta unas 6.200 rpm, donde aparece el corte de encendido. Conduciendo en esa franja de revoluciones el motor no suena mal y permite divertirse. Además, tanto frenos, como dirección y cambio dan mucha confianza.

Pasamos por una zona, un recorrido de unos tres kilómetros, más propio de un trazado de rallies, donde no entraban dos coches en paralelo y la carretera ni siquiera merece ser considerada camino asfaltado por lo mal que estaba. Un tramo donde sorprendió bastante lo bien que trabaja la suspensión del coche, a pesar de lo rápido que fuimos. Si en ese momento no quedará tanto trecho por delante, de seguro, habríamos pasado un par de veces más por esa ‘carretera’.

La vuelta fue más convencional, por autopista. Situación donde el Toyota Yaris se presenta como un coche especialmente cómodo y hasta parco en consumos marcando en ocasiones una media de cuatro litros. Lejos de los seis e incluso siete que llegamos a ver en la ida. El regreso fue relajado y siempre en los límites legales.

Visitamos La Acebeda, un pequeño pueblo muy al norte de Madrid

Teniendo en mente que el día anterior no todo salió como estaba previsto y que, hay que reconocerlo, se nos fue un poco la mano y no hicimos una conducción que todo el mundo haría, nos planteamos otra escapada el tercer día. Pero esta vez sí, con una conducción ‘estándar’. Así que nos fuimos a La Acebeda, un pueblo realmente pequeño muy al norte de Madrid, a unos 14 kilómetros de Buitrago del Lozoya.

Una hora y diez minutos de viaje aproximadamente, por carreteras convencionales y sin apenas tráfico donde nuevamente, el Toyota Yaris 110 se mostró como un coche cómodo. El recorrido no planteó ningún problema y el coche se comportó perfectamente durante todo el camino con unos consumos que volvieron a ser bastante aceptables. Siempre estuvieron rondando los cinco litros y eso que parte del trayecto se hace cuesta arriba, con las evidentes exigencias que hacen que los consumos se resientan.

Tener un motor de gasolina no es algo disparatado

Si a esos recorridos les sumamos lo que realizamos en cada población, podemos obtener una media entorno a los cinco o cinco litros y medio a los 100 kilómetros, Siempre que los ánimos no se disparen como nos pasó a nosotros el segundo día, pues entonces rara vez bajarás de los seis litros y medio.

Al final fueron cerca de 600 kilómetros aproximadamente los que recorrimos en los tres días. Sin incluir el ir y venir de la sede de Toyota en Madrid, pues habría que añadir cerca de 100 kilómetros adicionales. Todos realizados con un depósito y cuarto más o menos, repostando el último día para entregar el coche a Toyota España con algo de gasolina.

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