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Contaminación acústica y radares de ruido: ¿son los decibelios para la DGT los nuevos km/h?

¿Es posible imaginar una multa de tráfico porque el propulsor de nuestro vehículo ruja por encima de unos decibelios preestablecidos? La situación está cerca de producirse gracias a la instalación de radares que miden el ruido. De hecho, Barcelona los probará de forma experimental a partir del próximo verano.

Esta última noticia contrasta con la actitud que la DGT había mostrado en la materia hasta la fecha. Según apuntaron a Motorpasión el año pasado, no tenían "previsto empezar a utilizar ningún radar nuevo". Ahora bien, el ente responsable del tráfico sí que veía una aplicación con mucho sentido en vía urbana. Señalaban que se trataba de una competencia local (como establece, no la DGT, sino la Ley de Ruido).

Casualidad o no, el mensaje de la DGT coincide ahora con el plan de Barcelona. Sin embargo, antes de entrar en detalles sobre los sonómetros y las posibles multas, analicemos qué argumentan los defensores del control del ruido y por qué es importante combatirlo.

¿Qué es la contaminación acústica?

No son solo las emisiones por el efecto de la combustión o producción de energía. El exceso de ruido en vía urbana lleva tiempo en el centro de la diana de las autoridades europeas y nacionales. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico habla de ello:

Se entiende por contaminación acústica la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones, cualquiera que sea el emisor acústico que los origine, que impliquen molestia, riesgo o daño para las personas, para el desarrollo de sus actividades o para los bienes de cualquier naturaleza, o que causen efectos significativos sobre el medio ambiente.

Los estudios de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) muestran que el 20 % de la población, es decir, más de 100 millones de personas, está expuesto a niveles de ruido prolongados que resultan perjudiciales para la salud. Como ocurre con las emisiones de gases contaminantes, el transporte terrestre no es, ni mucho menos, el único responsable. ¿Qué ocurre en el caso de la contaminación acústica?

Según el último informe de la AEMA, parece que el tráfico rodado posee un mayor porcentaje de culpa en las dolencias relacionadas con el ruido. Se estima que aproximadamente 82 millones de personas soportan niveles por encima de los 55 dB dentro de las áreas urbanas. Esos 55 dB se corresponden con el límite de ruido legal fijado por la Unión Europea durante el periodo diurno, que baja hasta los 50 dB durante la noche.

Las pruebas de la AEMA se traducen en cifras preocupantes, como 48.000 casos anuales de de cardiopatía isquémica, 12.000 muertes prematuras o 6,5 millones de europeos con alteraciones del sueño graves y crónicas.

De cualquier manera, la incidencia sobre la salud de la contaminación acústica difiere a la de la contaminación atmosférica. Esta última se cobra muchas más muertes prematuras. Con todo, la AEMA insiste en que la acústica influye en mayor proporción sobre los indicadores de calidad de vida y salud mental.

Barcelona instalará radares de ruido, pero no sancionarán (de momento)

La cruzada contra el ruido está servida y no parece una muy buena noticia para los propulsores que se alimentan con combustibles fósiles. Hasta la fecha, los Ayuntamientos se encargaban de fijar los máximos umbrales sonoros.

Los criterios que imperaban en Barcelona tenían que ver con el tipo de vehículo, su antigüedad y su naturaleza, gasolina o diésel. A estos últimos se les permite un par de decibelios más.

Ahora bien, el control de los límites ha vivido hasta ahora en un limbo. Una vez más, desde Europa, la prueba de ruido será obligatoria para superar la ITV a partir de 2024. Antes de eso, ya habrá municipios con radares de ruido en España.

Después de algunos test como el del sonómetro instalado en la carretera C-31, el siguiente capítulo tendrá lugar en el corazón de Barcelona. El concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Ciudad Condal, Eloy Badia, ha explicado cómo será la instalación:

Radares experimentales que incorporan nuevas tecnologías para detectar el ruido e identificar el vehículo.

De este programa piloto de Barcelona se sabe también que se iniciará en verano y que los radares serán móviles. Se centrarán en los vehículos que superen entre cinco y diez decibelios más de lo legalmente permitido.

El dirigente ha apuntado de forma literal a los ciclomotores y motocicletas y, además, ha confesado la intención de explorar el camino jurídico para imponer sanciones en el futuro. Por tanto, esto es solo el comienzo.

Inspiración gala: Francia ya cuenta con radares de ruido

Aunque sí lo es en España, Barcelona no es la primera urbe europea que instala radares de ruido. En París y alrededores funcionan desde enero sonómetros que captan los excesos de ruido. El proyecto de la organización Bruitparif es también experimental, pero cuenta con un itinerario que prevé aplicar multas de 135 euros a partir de 2023.

¿Cómo funciona los radares de ruido en Francia?

Bautizados como Hydre, cada poste viene equipado con dos packs o "medusas" protegidas por una estructura metálica que contienen cuatro micrófonos cada una. Estos son los encargados de realizar las tomas acústicas y de ellos recalcan los expertos:

Así es posible calcular el nivel sonoro del vehículo a una distancia de referencia fijada en 7,6 metros (por coherencia con las condiciones de homologación acústica de los vehículos).

Para identificar a los infractores, Hydre incorpora una cámara con visión de 180º que inmortaliza al vehículo y trabaja en equipo con otras dos cámaras más de reconocimiento automático de matrículas.

De este modo, Bruitparif, auspiciado por las autoridades francesas, lucha por erradicar picos de ruido extremo. Según relatan desde la organización, el primer radar se instaló en Saint-Lambert, al sur de la capital francesa. Allí se han venido registrando mediciones de intensidad preocupante, superiores al denominado "umbral del dolor", que va más allá de los 120 dB.

Propulsores híbridos eléctricos para combatir el ruido

El incremento de la severidad en el control del ruido y la persecución de infractores obligará a modificar algunas costumbres, malas por lo general, como la de descuidar mantenimientos relacionados con este aspecto. También pondrá un techo acústico a las modificaciones que alteren elementos asociados a ello, como los sistemas de escape.

Igualmente, en función de cada vehículo y modelo, se verá comprometida la generosidad a la hora de usar el claxón y pisar el pedal del acelerador con demasiado énfasis.

Este panorama hace que reluzca más una de las ventajas de los vehículos híbridos eléctricos. La movilidad híbrida eléctrica es una movilidad silenciosa. De hecho, se trata de una propiedad de este tipo de motorizaciones que encaja con la reducción de ruidos vinculados al empuje.

Y es que la combinación entre motores térmico y eléctrico tiende a dejar que estos últimos asuman gran responsabilidad en la entrega en momentos como las arrancadas, en los que se demanda más energía y más decibelios se disparan.

Forma parte, además, de una senda común a la incorporación de tecnologías más sostenibles. Una evolución que los fabricantes pioneros llevan años afrontando. El exceso ruido, como se puede comprobar, se convertirá en un agente tan indeseado como las propias emisiones de efecto invernadero o aquellas dañinas para la salud.

Imágenes | Bruitparif y producción propia

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