Desde pedir un informe completo a la DGT hasta comprobar si el coche ha sufrido un accidente: las claves para inspeccionar un coche de segunda mano
Ya sea nuevo o de segunda mano, la compra de un coche sigue siendo para muchos la segunda compra más importante de su vida. Por tanto, hay que elegir bien. Y más aún cuando se trata de comprar un coche de segunda mano a un particular o un profesional.
Para evitar sorpresas desagradables, es imprescindible realizar algunas comprobaciones. No soy mecánico, pero un familiar lleva 50 años comprando y vendiendo coches de segunda; es su negocio. Y estos son los siete puntos clave que inspecciona siempre antes de comprar un vehículo de segunda mano.
Informe de la DGT y coherencia en el coche
Se acerca la cita con el vendedor para ver el coche de segunda mano que nos interesa. Por supuesto, hay que informarse previamente sobre los posibles defectos y problemas del modelo, por ejemplo, si es un modelo susceptible de equipar airbags de Takata, para luego poder pedir una prueba, como una factura u otro documento, que han sido sustituidos. Una rápida búsqueda en internet nos dará pistas de cuáles son los fallos o problemas recurrentes de un determinado modelo.
No hay que dudar en pedir a la DGT un informe completo del coche para comprobar que este no es objeto de un embargo, de procedimientos concursales o cualquier otra carga de naturaleza administrativa o judicial que afecte el coche. Para ello sólo necesitaremos la matrícula del coche.
El informe completo incluye la identificación del titular, el historial de ITV y por tanto el kilometraje, número de titulares y cargas, así como datos técnicos, si está asegurado o si llamadas a revisión pendientes de subsanar. El informe se puede pedir de forma presencial, online e incluso a través de la app Mi DGT. Tiene un coste de 8,67 euros.
Si el informe completo no arroja alguna anomalía (kilometrajes diferentes de una ITV a otra, embargo o carga), podremos ir a ver el coche. Una vez delante del coche deberemos comprobar siete elementos, para los que no hay que tener miedo de tomarse su tiempo y comprobar esos puntos con detenimiento.
Comprobar el número VIN (Vehicle Identification Number). Este número único es como el certificado de nacimiento del coche. Nos indica dónde se ha fabricado, qué modelo es, cuando se ha fabricado e incluye su número de serie. Está en al menos tres lugares distintos del coche.
Las ubicaciones más frecuentes son al pie del parabrisas, en el vano motor, en el marco de la puerta del conductor y debajo del asiento del acompañante o incluso en el maletero. Todos deben coincidir entre sí y sobre todo con el VIN indicado en el certificado de matriculación del coche y la ficha técnica. Si no coinciden, pasar de largo, pues será con toda probabilidad un coche robado.
Comprobar el mantenimiento. Un coche con el mantenimiento efectuado siempre en tiempo y hora, puede durar varios cientos de miles de kilómetros. Las facturas de los talleres y el libro de mantenimiento son las pruebas de que los filtros, aceites y, si es preciso, la correa de distribución se han cambiado siempre cuando tocaba.
Comprobar el estado de los neumáticos y demás consumibles. El estado de los neumáticos y consumibles es un indicador muy revelador del cuidado aportado al coche. Primero debemos comprobar el estado de los neumáticos, si son nuevos o muy desgastados (la profundidad mínima legal de los surcos es de 1,6 mm) y segundo ver cómo están desgastadas las ruedas. Un desgaste irregular (un lado con surcos profundos y otro con surcos apenas visibles, por ejemplo) podría implicar problemas de ajuste en la suspensión o en la dirección.
Y por supuesto hay que comprobar el nivel de aceite y de refrigerante, ya sea vía la varilla o vía el sistema de infoentretenimiento del coche en los que no se puede comprobar manualmente. Si no están al nivel correcto cuando se nos enseña el coche para comprarlo, podemos desconfiar del mantenimiento del coche. Bajo el capó, deberíamos buscar posibles fugas de aceite o de agua.
Cómo evitar los coches accidentados. Es el temor de muchos, comprar un coche accidentado, ya sea porque podría haber sido mal reparado o simplemente porque, si nos lo esconden, su valor debería ser inferior al anunciado. Una de las maneras más habituales de detectarlo es comprobar el estado de la carrocería.
Por ejemplo, una diferencia de tonalidad o brillo en la pintura entre dos puertas del coche pueden indicar que una ha sido pintada de nuevo. También se pueden apreciar paneles de carrocería mal alineados, o bien una zona de una aleta no suena metálica porque tiene demasiada masilla debajo de la pintura por ejemplo.
Pero sin duda una de las maneras más habituales y seguras de comprobar si un coche ha sufrido posibles choques es comprobar que las fechas de los faros, pilotos traseros o tuercas de las bisagras de las puertas o capó sean de la misma época que el coche, que cuadren con su periodo de fabricación.
¿Cómo se mira eso? Los faros y todos los elementos de un coche lleva impresos su fecha de fabricación, ya sea en el formato habitual (día, mes y año) en bien en el formato "semana-año", por ejemplo 24-23, para la semana 24 (principios de junio) de 2023.
Comprobar el interior. Se trata, entre otras cosas, de comprobar que el desgaste del interior cuadra con los kilómetros del coche. Un pedal de freno, por ejemplo, particularmente desgastado en un coche con menos de 100.000 km o 140.000 km es una señal que quizá alguien ha rebajado -y mucho- los kilómetros del coche.
Tampoco debe haber holguras en la dirección o en la palanca de cambio. Y por supuesto debemos comprobar que todos los equipamientos del coche funcionan. No debemos dudar en pulsar absolutamente todos los botones que hay en el coche, desde el aire acondicionado (frío y caliente) hasta el techo solar o la guantera.
Hay que probar el coche. Deberíamos probar el coche en carretera, primero para ver si nos gusta cómo va, y luego para verificar su comportamiento, la presencia de ruidos sospechosos y el buen funcionamiento de los equipos. Al arrancar, un humo azulado, por ejemplo, puede indicar un problema en la junta de culata (avería potencialmente muy, muy cara). Al igual que un ruido agudo, como algo que chirría, en el motor, indica una correa de distribución en las últimas.
En una recta podremos ver si el coche va recto o tiene tendencia a tirar hacia un lado (lo que indica un problema de alineación, como mínimo). En autopista, al levantar el pie del acelerador no debemos oír un ruido grave o de gravilla atenuado, que indicaría un problema en la transmisión y/o diferencial. En las aceleraciones, no debe haber tirones ni pérdidas de potencia. Ojo también con las marchas que no entran bien o rascan cada vez que las pasamos, puede ser tanto un problema de transmisión como de embrague desgastado.
Si hay modificaciones, comprobar que estén homologadas. Si no lo están, podríamos no pasar la siguiente ITV e incluso el seguro podría no cubrirnos por haber efectuado modificaciones ilegales. Ya sean llantas más grandes de lo habitual, una modificación de la electrónica del motor o un escape deportivo, estas modificaciones estarán reflejadas en la ficha técnica del coche si han sido homologadas correctamente.
Imágenes | Motorpasión, Mart Production, Toyota
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