Contenidos contratados por la marca que se menciona

+info

Disfrutamos a los mandos del Toyota GR Supra con cambio manual de su obediente deportividad

En estos tiempos de electrificación total todavía una existen algunos coches que apelan a dejar su sello en el asfalto y un rugido estilizado. El Toyota GR Supra con cambio manual es uno de esos irreductibles. Así lo hemos comprobado en vivo y en directo.

Con este lanzamiento, Toyota volvía a demostrar que no solo es un fabricante al que le importan reducir emisiones y electrificar de forma masiva a través de su estrategia multi-tecnológica.

Todas las soluciones Gazoo Racing hacen que la compañía nipona conserve ese aprecio por la deportividad más genuina y emotiva, algo que otros fabricantes hace tiempo que borraron de su gama o, a lo sumo, lo convirtieron en algo artificial. La firma GR logra su objetivo con propuestas que van desde acabados que se centran más en la estética roja y negra, hasta las que de verdad asumen una apuesta mecánica de identidad única.

El Toyota GR Supra asume el liderazgo del fabricante en esta última asignatura y, dentro de su familia, la versión del bi-plaza con cambio manual que tuvimos oportunidad de probar se alza como una gran representante entre la nostalgia y el futuro.

Primeras impresiones

Estamos ante un modelo al que Toyota ha colmado de identidad exterior, gracias al legado de rasgos evolucionados. Llaman la atención su alargado frontal, los faros, las entradas de aire, los difusores, o el juego de líneas en la zaga.

En su interior, el GR Supra se auto-confirma como un unicornio dentro de la gama de Toyota. Hay pocos detalles que conecten con la sintonía estética de la gama comercial. Hasta la pantalla central y la interfaz se distinguen únicas en un trabajo de artesanía entre lo físico y lo digital.

Los detalles premium de la versión Limited son la guinda de esta sensación que comienza a vislumbrar el inconfundible blanco mate que define este acabado.

Tras un primer vistazo al exterior y el interior, empezamos a notar que el fabricante ha conseguido contagiar el espíritu deportivo proveniente de la competición. Ahora bien, a lo largo de la prueba hemos constatado como Toyota ha rebajado la graduación salvaje de los circuitos para acercarse más a un tránsito (y una diversión) algo más terrenal en carretera abierta.

Ocurre al contrastar que equipa entradas y salidas de aire reales, junto con otras falsas. Da la impresión, en estos detalles, que van en la misma línea meramente estética de sus GR Sport. Tras arrancar, somos conscientes de otro rasgo de amansamiento. Con las ventanas subidas, apenas logramos escuchar su rugido. Toyota ha insonorizado a la perfección el habitáculo, quizá más pensando en el confort, que en elevar pulsaciones.

El esperado cambio manual para el Toyota GR Supra

Pero no nos llevemos a engaño. Esta unidad del Toyota GR Supra honra su apellido y despide deportividad a los cuatro costados, más allá de las apariencias. Y lo hace ayudado en gran medida por la decisión de Toyota de incluir una variante con cambio manual de 6 velocidades para que nosotros mismos gestionemos el trabajo de su motorización de seis cilindros en línea de 3.0 litros y 340 CV y 500 Nm de par motor.

Las sensaciones que nos otorgaron estos ingredientes tuvieron mucho que ver con la gran flexibilidad y elasticidad a la hora de adaptarlos a las diferentes situaciones de conducción. La nueva transmisión da una deliciosa vuelta de tuerca a la apuesta con este modelo.

Encontramos extremadamente difícil conseguir que perdiera resuello. Mantiene una compostura muy agradable a bajas revoluciones, incluso manteniendo marchas más cortas; cuando toca apurar los giros al máximo, destila un inagotable en empeño.

Esta ambivalencia nos permitió contener algo el consumo en situaciones urbanas en los primeros compases de nuestra prueba, y también a la hora de circular por autovía de una manera más o menos "tranquila al límite legal que impone la norma".

Para tratarse de un animal de raza, transmite a sus mandos cierto interior cierto sosiego, si es que eso lo que queremos, incluso al exprimirse en incorporaciones o adelantamiento en vía rápida.

Deportividad obediente

No tardamos en abandonar estos escenarios para experimentar de primera mano su comportamiento en su hábitat más natural, montañoso y plagado de curvas.

En estos días en los que la gestión electrónica todo lo domina, el GR Supra también cuenta con reglajes sometidos a ella. Presenta dos modos de conducción, 'Normal' y 'Sport'.

Al activar este último (ya estábamos tardando), permite además personalizar el tacto de la dirección y la suspensión también en dos posiciones virtuales. En 'Sport' el GR Supra se suelta la coleta y... sorpresa, el sonido del motor también se anima con los decibelios.

Con todo, mantiene el control gracias a los que Toyota ha querido destacar como la mágica “proporción aurea” en sus medidas: 4379 mm de largo, 1854 mm de ancho, 1292 mm de alto y una batalla de 2470 mm. Damos fe de que lo consigue. Y es que, pese a llevarnos llevar por la emoción desde la primera curva, la respuesta obediente del deportivo nipón fue más certera de lo que uno puede llegarse a esperar de inicio.

Tras una decena de kilómetros comenzamos a alcanzar un grado de sintonía más elevado entre conductor y vehículo, sobre todo a la hora de dominar el nuevo juego de inercias que nos propone. Vamos, poco a poco, exprimiendo más el cambio de marchas hasta alcanzar su límite en la zaga.

Comprobamos, no obstante, que cuesta sacarlo de sus casillas, pues reeduca el desenfreno sin titubeos o bamboleos, reconduciendo todo el poder de su tracción trasera hacia el frente.

La relación entre lo transparente e inmediata que resulta su dirección y su precisión resulta sorprendente y, hasta diríamos que exquisito. Esa instantaneidad va en consonancia con la del propio bloque, pues el turbo apenas demora su presencia. Un gran placer, en especial, cuando el rango de revoluciones es elevado.

No es un deportivo frenético. Es algo que se percibe también con el trabajo con las suspensiones reajustadas con motivo de la inclusión del cambio manual. Van en la misma línea que el resto de ajustes, pues no buscan tanto el límite de la firmeza, sino algo más de comodidad, lo que permite que el deportivo se maneje mejor en ambientes urbanos, salvando resaltos.

Es difícil cansarse de su desparpajo. Tras cada curva queremos otra y así nos empleados durante muchos kilómetros y tres puertos de montaña.

Un interior algo inédito en Japón

Aunque se le ha acusado acomodado, a nosotros nos pareció que el interior sí que acompaña a la experiencia, al menos, de la que Toyota quiere transmitir con este GR Supra.

Hemos hablado ya de su interfaz diseñada a la cara y, entre otros detalles no tan superfluos, encontramos un head up display con mayor nitidez que el de los modelos comerciales; la posibilidad de observar el despliegue de potencia en kW y par en tiempo real en la pantalla central; o que en modo Sport se calla para sí mismo las sugerencias electrónicas sobre la mejor relación (algo configurable, en cualquier caso).

En la concepción del salpicadero destaca un contraste entre la sencillez y cierta sofisticación digital también contenida, con pocos elementos integrados en la instrumentación, pero mucha información adereza con un cromatismo anaranjado y rojo, que se torna aún más bermejo al activar el modo Sport.

El juego de detalles se extiende a lo largo y ancho del habitáculo, con una composición que escapa de lo que Toyota nos tiene acostumbrados y hace honor a sus colaboraciones con otros fabricantes premium.

A nosotros no nos molestó. Y es que, como hemos mencionado, nos pareció que acompañaba a la perfección a la personalidad física que el fabricante ha querido insuflar al modelo. Quizá, en estos tiempos ultra-tecnológicos que corren, sí habríamos prescindido de parte de la botonera física, puede que de la ristra de canales del sistema de audio.

Ahora bien, es de agradecer la sinceridad del interior con molduras dirigidas más al concepto tradicional de deportividad, texturas y tejidos desplegados para honrar al tacto, limitar el protagonismo de la pantalla y, en definitiva, recordarnos que un coche no debería ser un smartphone. La palanca de cambios y su tacto son el culmen de esta concepción interior.

En lo que a espacios de almacenamiento ser refiere, son más bien reducidos. Eso sí, nos gustó el espacio dedicado al teléfono móvil, con un par de semi-abrazaderas que como os podréis imaginar, resultaron bastante útiles para que el aparato no saliera disparado. Fue inevitable compararlo con el cubículo más futurista que el Toyota bZ4x monta, con diferente intención.

Consumo del Toyota GR Supra

En el apartado de los consumos y, como es lógico, no mostramos la pasión de recopilación estadística que nos ha caracterizado en los últimos tiempos. Aunque nos importan (y mucho) eficiencia y consumos, según fueron pasando los kilómetros a los mandos del GR Supra nos fueron interesando algo menos.

Hay que decir, eso sí, que transitando por autovía o carretera convencional se pueden lograr "buenas" cifras. Sin obsesionarnos demasiado y transitado entre 100 km/h y 120 km/h, es posible incluso bajar de los 8 l/100 km con el debido tiento en determinados trayectos.

A la hora de emocionarse, la quema de combustible no tarda en dispararse por encima de los dos dígitos a los cien kilómetros. Con todo y debido a la combinación entre situaciones que vivimos, abandonamos (con tristeza) el vehículo con un dato de consumo de 9,5 l/100 km.

Eso sí, que nos quiten lo bailado. Con sus virtudes y sus defectos, comprobamos que el Toyota GR Supra hace honor a la campaña #savethemanuals en estos tiempos tan curiosos y cambiantes que no ha tocado vivir, en los que la automoción parece sometida a unas tendencias que la alejan de sus orígenes. Nosotros, en Espacio Toyota, hemos puesto todo nuestro empeño porque el espíritu original del motor perdure. Siempre abogaremos por una tecnología al servicio de la conducción; y no a la inversa.


También te puede gustar

Portada de Motorpasión

Ver todos los comentarios en https://www.motorpasion.com

VER 1 Comentario