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Si eres de SUV, eres de Toyota C-HR

Nos volvemos a poner a los mandos de uno de los SUV más vendidos de su categoría. El Toyota C-HR es un coche que parece gustar a todo el mundo o al menos a casi todos. Es un modelo bastante fácil de ver en las calles y desde la vez que lo probamos, allá por el mes de febrero, su número parece haber aumentado. Desde febrero hasta aquí también se han cambiado algunas cosas en el C-HR, aunque nada que pueda afectar a su comportamiento.

Básicamente, el Toyota C-HR ha recibido nuevos acabados, más opciones de personalización y nuevos colores para la carrocería. Es decir, en cuestiones de motor o suspensiones no hay cambios de ningún tipo. En realidad no es necesario pues lleva en el mercado desde 2016, simplemente, Toyota ha buscado hacer del C-HR un coche todavía más atractivo y para ello ha trabajado en un apartado que afecta a las compras un poco más que los motores. Recordad que el Toyota C-HR sólo tiene un motor disponible, un híbrido de 122 CV y 142 Nm de par con el cambio e-CVT.

Así por tanto, a modo de recordatorio, podemos comentar que el equipamiento de serie cuenta con algunos detalles interesantes como los faros delanteros con luz diurna LED y encendido automático, llantas de aleación de 17 pulgadas, sensor de lluvia acceso y arranque sin llave o control de crucero adaptativo. No falta tampoco el climatizador bizona, el sistema Toyota Touch 2 y toda una larga lista de asistentes a la conducción electrónicos que vienen siendo comunes en todos los rivales.

Con el nuevo color Azul Santorini te miran en todos los lados

En Toyota deben estar muy contentos con el C-HR, es un éxito de ventas y no parece que las cosas vayan a cambiar. De hecho, es posible que aumenten todavía más cuando reciba el nuevo motor híbrido de 180 CV. El chasis de este coche puede con eso y posiblemente con más, así que las prestaciones ganarán mucho y obviamente, esperamos poder probarlo. Pero para esta ocasión, hemos tenido una unidad del Toyota C-HR que ha supuesto ser el centro de atención en todos los lados, pero no por prestaciones, pues son las mismas, sino por su imagen. La marca nos prestó una unidad equipada con el acabado Dynamic Plus y además, con el nuevo Azul Santorini y el techo negro. Un tono muy llamativo, que se ve reforzado por las llantas de color negro y los indicadores de dirección dinámicos.

Si ya de por sí el modelo llama la atención, con este color ha sido imposible pasar desapercibidos. Pero ha sido sobre todo cuando tomábamos algún giro cuando la gente miraba con más atención. Los intermitentes ‘dinámicos’ vienen a ser un sistema de encendido que simula como si el haz de luz saliera del centro del coche y se extendiera hacia el exterior. De dentro hacia fuera. Queda bonito y curioso.

Mientras la gente nos miraba nosotros estuvimos pensando qué hacer esta vez. Ya habíamos probado este SUV y cómo las cosas no habían cambiado, una prueba al uso no tenía sentido. Pero recordamos que teníamos un par de viajes pendientes y que era el momento perfecto para hacerlos. Así podríamos comprobar que tal se viaja en un coche como el C-HR y de paso, controlar un poco los consumos. Sí, los controlamos a través de lo indicado en el cuadro de mandos, pero se trata de ofrecer algo que un usuario cualquiera pueda replicar por sí mismo.

Primera parada, la Ruta de las Caras, a unos 200 kilómetros

La primera parada que nos propusimos fue la Ruta de las Caras, una ruta en medio del campo donde tallaron una serie de caras en la roca y que resulta tan llamativo como inquietante en algunos momentos. De noche debe ser interesante visitar este sitio. Está situado en un pueblo llamado Buendía, en Cuenta, a unos 200 kilómetros de nuestro punto de partida. Según el navegador teníamos 2h 24 min de viaje aproximadamente por una carretera que al principio no supuso problema, pero luego comenzó a retorcerse de forma importante. Es aquí donde el tráfico comenzó a ser un poco incómodo (la gente suele ir mucho más despacio y frena mucho más cuando llegan curvas) y los moteros comenzaron a tomar posesión de la carretera.

El recorrido por autopista con el Toyota C-HR viene a ser como un paseo. Lo que más se aprecia durante estos recorridos es el ruido de los neumáticos, que con una sección de 225 se dejan notar. Pero esto ocurrió, en nuestro caso, porque hicimos parte del viaje por autopista sin usar el equipo de sonido. Quizá puede oírse el ruido del motor cuando le pides potencia, pero viene a ser igual que en cualquier otro modelo híbrido de Toyota. Tiene un rodar muy confortable en este ámbito, las suspensiones filtran bien y los asientos son bastante cómodos. Ayudan mucho a obtener una buena sensación de conducción porque su mullido no es duro, pero tampoco resulta blando.

La postura al volante no es problema. Todo tiene reglajes amplios y es sencillo encontrar la posición que más nos guste. Además, tanto los pedales como la dirección colaboran en viajes de media distancia con un buen tacto. Resulta agradable viajar con el C-HR incluso en las plazas traseras a pesar de lo pequeño de sus ventanas. Hay espacio para que dos personas viajen cómodamente sin apreturas y la banqueta también ofrece un buen mullido, mientras que el hueco para las piernas tampoco plantea problemas. En general, ofrece una buena disposición para viajar.

Por otro lado, los 122 CV dan bastante juego. Se puede ir muy ligero sin que los consumos se disparen y puedes ver cómo el ordenador siempre marca entre los cinco y los seis litros llenando y a una velocidad constante. Todo el viaje lo hicimos con el modo ‘normal’ activado, que nos resultó el mejor para estas situaciones. Ambos motores se combinan de forma que se tenga siempre potencia suficiente sin que se resienta el depósito. Si es cierto que cuando llegan pendientes acusadas o queremos adelantar, es un poco complicado mantener la aguja del marcador en la zona indicada como ECO, aunque si le cogemos el tacto al pedal del acelerador, es posible mantener la aguja en el límite de la zona eficiente sin perder prestaciones.

En el tramo más revirado las cosas cambian un poco, sobre todo con tráfico. Si tienes sitio delante se puede ir igual de ligero que por carretera convencional y autopista sin que haya problemas de ningún tipo. Los frenos tienen un tacto típico de un coche híbrido. El primer tramo del pedal hace uso del motor eléctrico para frenar y en un principio, puede parecer que no hay deceleración por lo suave de su actuación. Si accionamos más el pedal, entran en acción los frenos mecánicos y la deceleración aumenta considerablemente. Sin embargo, adelantando un poco las frenadas y conduciendo con algo de cabeza, se puede conseguir un ritmo alegre y una regeneración de energía en frenadas que resulta interesante al final del recorrido. Sobre todo porque podemos llegar a nuestro destino con la batería llena y circular por poblado en eléctrico.

Si te adaptas, el Toyota C-HR consume menos de lo que piensas

A la vuelta, otros 200 kilómetros de viaje, nos propusimos un objetivo adicional. Había que conseguir que el ordenador mostrara el consumo homologado por Toyota, que se cifra en 3,8 litros de media. Pero había que hacerlo desde el mismo inicio, hasta la llegada a casa, es decir, había que lograrlo con tramos en poblado y no sólo en carretera abierta. Así que iniciamos la marcha en eléctrico y con el modo ECO activado. En esta situación la respuesta del motor cambia notablemente, hay que pisar más que antes el acelerador y la gestión da preferencia al motor eléctrico. Se requiere un ‘cambio de chip’, pues comparado con el modo normal, parece que el coche ha perdido respuesta y acabas pisando el acelerador en exceso. Si hacemos eso, el económetro se dispara por encima de la zona eficiente con mucha facilidad y resulta un poco frustrante.

Una vez que te adaptas la sensación es la contraria. El Toyota C-HR se mueve con la misma soltura, con la única diferencia que necesita más metros para ganar velocidad. Todo es más calmado, invita a circular despacio, a frenar pronto para aprovechar la regeneración de energía y mantener contenida y sostenida. En carretera ocurre lo mismo. Incita a pisar suavemente el pedal del acelerador y a ganar velocidad con tranquilidad, como si no hubiera prisa por llegar al destino. Una vez lanzado puedes activar el control de crucero y olvidarte de acelerar, dejando al sistema que se encargue de ese apartado que gracias a la gestión electrónica, lo hace más eficientemente.

Si conduces de forma anticipativa, sin acelerar en exceso y sin mantener una velocidad elevada, los consumos pueden bajar y mucho. Nosotros logramos ver una marca de 3,6 litros de media, contando circulación por poblado tanto a la salida como a la llegada del viaje. Son dos décimas menos que lo homologado por Toyota así que podemos decir, que contando con un pequeño margen de error del ordenador, estuvimos circulando muy próximos a los consumos anunciados por la marca. La velocidad en todo momento estuvo entre los 100 y los 110 km/h, aunque circulando de esta forma puedes ir a 120 km/h con un consumo indicado de unos cuatro litros. Para ir hasta Buendía necesitamos poco menos de medio depósito de combustible, para la vuelta, poco más de un cuarto. Estamos hablando de un ahorro entorno a los cuatro litros más o menos, algo que no está nada mal. Eso sí, tardamos algo más en regresar al mantener una velocidad más baja, aunque no fue más de unos 15 minutos.

Un último tramos por Cebreros y una escapada ‘campera’ remataron el fin de semana

Antes de devolver el Toyota C-HR no pudimos evitar ‘irnos por las ramas’ y el domingo nos fuimos de tramo al Cebreros. Ya sabíamos de la anterior vez que este SUV se porta en este ambiente, pero dejar pasar la oportunidad de curvear no estaba en nuestros planes. Esta vez nos gustó más su conducción en este terreno, principalmente por los asientos. Son más deportivos, con unos ‘pétalos’ más marcados que sujetan mejor el cuerpo. Te sientes más cómodo atacando curvas y mucho más confiado. Tampoco es un deportivo, ni lo pretende, pero puedes darte alguna alegría de vez en cuando aunque tienes que asumir un aumento del consumo obviamente.

Además, no perdimos oportunidad de salir fuera del asfalto como la anterior ocasión, pero esta vez sin excedernos. Puedes circular por zonas relativamente en mal estado sin complicaciones y aprovechando el motor eléctrico. Si circulas a baja velocidad todo es fácil y ni rozas en ningún lado, ni el pasaje tiene la sensación de ir metido en una coctelera. A este ritmo puede sortear zonas que al primer vistazo parece más indicado para un coche con más distancia al suelo.

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