Los frenos de tu coche siempre avisan ates de fallar: cinco problemas que puedes detectar solo con escucharlos

Sonidos como como chirridos agudos, golpes metálicos o traqueteos son señales claras de que algo no va bien

Irene Mendoza

Los frenos son el sistema de seguridad más importante de cualquier coche. Y aunque solemos olvidarnos de ellos prácticamente hasta que toca cambiar pastillas o discos, lo cierto es que siempre avisan mucho antes de fallar. ¿Cómo? A través de sonidos muy concretos.

Un chirrido, un rechinar metálico o un traqueteo al frenar no son simples molestias: son pistas claras de que algo no va bien. Escucharlos y entenderlos es fundamental, ya que puede evitarte un buen susto y, de paso, una factura muy gorda en el taller.

Lo que dicen los ruidos de tus frenos: cinco ejemplos de que algo va mal

Rechinido metálico: el clásico aviso de pastillas gastadas. Si al frenar escuchas el rechinar de un roce de metal contra metal, lo más probable es que las pastillas estén ya consumidas. Ese contacto directo entre la placa metálica y el disco no solo resta eficacia a la frenada, también puede dañar los discos (mucho más caros de sustituir). En ocasiones, el ruido puede deberse a una simple piedra atrapada o a óxido en los discos tras varios días de inactividad.

Chirridos agudos o silbidos: desde pastillas baratas hasta fugas en el servofreno. Un pitido agudo al frenar puede ser el aviso del propio indicador de desgaste de las pastillas, diseñado para sonar cuando toca cambiarlas. También es frecuente en pastillas de baja calidad, que además rinden peor. Si el ruido es más parecido a un silbido de aire, ojo: podría tratarse de una fuga en el servofreno, que además endurece peligrosamente el pedal.

Golpes y traqueteos: desde pernos flojos hasta discos alabeados. El sonido de un golpe seco al frenar puede deberse a algo tan sencillo como un perno de la pinza flojo, que se soluciona fácilmente apretándolo en el taller. Sin embargo, cuando el ruido es más parecido a un traqueteo repetitivo acompañado de vibraciones en el pedal o incluso en el volante, lo más probable es que el problema sea más serio.

En muchos casos la causa son los discos alabeados, es decir, discos de freno que se han deformado por exceso de temperatura o un enfriamiento brusco. Esa ligera deformación provoca que las pastillas no apoyen de manera uniforme sobre la superficie, generando vibraciones y reduciendo la eficacia de la frenada.

Otra posibilidad es que las pastillas estén mal instaladas o mal fijadas, lo que hace que se muevan dentro de la pinza cada vez que pisamos el freno. Este movimiento irregular también produce traqueteos y afecta a la seguridad, porque el coche puede frenar de manera desigual o desviarse hacia un lado.

Crujidos: pastillas cristalizadas y otros problemas. Las pastillas pueden “cristalizarse” si se abusa del freno en descensos largos o con frenadas muy fuertes. Su superficie se vuelve lisa y pierden agarre, generando un gemido profundo y reduciendo drásticamente la capacidad de frenada. La única solución real: sustituirlas.

Vibraciones y tacto extraño del pedal. Si al frenar el pedal vibra sin que actúe el ABS, seguramente los discos estén deformados o los rodamientos desgastados. Un pedal “esponjoso” suele deberse a aire en el circuito o al líquido de frenos degradado, que además es higroscópico y absorbe humedad. Cuando hierve, provoca el temido vapor lock (pedal blando y coche sin frenos).

Cuidado con el calor: qué es el ‘fading’ y el ‘vapor lock’

Las altas temperaturas multiplican las probabilidades de sufrir problemas en los frenos, ya que el calor bajo el capó puede superar fácilmente los 100 ºC. En estas condiciones aparecen dos fenómenos especialmente peligrosos:

  • Fading: el sistema se sobrecalienta y los frenos se “desvanecen”, obligándote a pisar a fondo para obtener respuesta… o directamente dejando de frenar.
  • Vapor lock: el líquido de frenos hierve y forma burbujas de aire, lo que convierte el pedal en una esponja.

Ambos efectos son más habituales en descensos prolongados, carreteras de montaña o conducción exigente, pero también aparecen por ejemplo si el líquido de frenos no se cambia a tiempo.

Cómo cuidar los frenos para que te duren más

Detectar e interpretar los ruidos es importante, pero lo mejor siempre es prevenir. Conducir de forma anticipada y suave marca la diferencia: si mantienes la distancia de seguridad, podrás frenar de manera progresiva y sin someter a las pastillas a esfuerzos extremos. Lo mismo ocurre al bajar un puerto: apoyarse en el freno motor y en las marchas cortas reduce la temperatura de los frenos y evita el temido fading.

Otro mal hábito, tan común como dañino, es circular con el pie apoyado en el pedal. Aunque apenas ejerzas presión, las pastillas rozan ligeramente contra el disco, se calientan y se desgastan mucho antes de tiempo. También conviene recordar que, si el coche pasa largos periodos parado, los discos pueden oxidarse: basta con usarlo con cierta regularidad para mantener el sistema en condiciones.

En definitiva, anticipar, usar el freno con cabeza y no descuidar el mantenimiento básico de tu coche son las principales claves para que el sistema responda siempre cuando de verdad lo necesitas. Los frenos nunca fallan sin avisar: lo difícil no es escucharlos, sino entender lo que te están diciendo.

Imágenes | Brembo, Unsplash, Volkswagen

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