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Diez consejos básicos de conducción eficiente

Cada vez más nos vamos dando cuenta de la importancia de ser eficientes en la conducción, y lo cierto es que siguiendo unas pautas bastante sencillas podemos conseguir consumos más reducidos a la vez que alargamos la vida útil de nuestro coche. Sí, la conducción eficiente nos permite ahorrar en muchos sentidos.

Además, la conducción eficiente aporta un plus de seguridad, ya que para llevarla a cabo es necesario trabajar nuestro sentido de la anticipación y respuesta a lo que nos rodea, y eso nos hará estar alerta y detectar cualquier imprevisto cuanto antes. Por todo eso, hoy vamos a trabajar la conducción eficiente en 10 consejos básicos aptos para cualquiera.

  1. Arranque. Ya hace años que los motores autogestionan la energía de manera prodigiosa, así que en la actualidad arrancar un motor para iniciar la marcha es eso mismo: arrancar un motor para iniciar la marcha. Atrás quedan los tiempos en que era necesario “calentar” el motor con acelerones. Las centralitas de alimentación de los coches de hoy en día hacen inútil esa práctica tan antigua como perjudicial. Al arrancar en frío, lo mejor es iniciar la marcha cuanto antes, siendo suaves y dejando que el motor se vaya calentando paulatinamente con el uso.
  2. Aceleración. Salvo casos justificados, las aceleraciones deben ser suaves para evitar consumos exagerados. El tacto del pie derecho debe ser muy refinado para evitar que la centralita de la alimentación interprete un pisotón como una demanda urgente de inyección de carburante en los cilindros del motor. Además, si pisamos a fondo y al ver que nos hemos pasado soltamos el acelerador, el daño para nuestro bolsillo ya estará hecho. Dicho de otra manera: con nuestro pie tenemos que hablar claro: sólo si necesitamos acelerar de verdad, pisaremos de verdad.
  3. Velocidad. De todas formas, el verdadero secreto para reducir el consumo está en mantener una velocidad de marcha constante, evitando pérdidas de energía cinética y aprovechando al máximo las inercias del vehículo. Para eso, conviene anticiparse en todo momento a lo que sucederá más adelante y obrar en consecuencia: si más allá hay coches que se están deteniendo, no nos ayudará en nada mantener el pie sobre el acelerador. Al contrario: nos hará quemar carburante y además luego tendremos que recurrir a los frenos.
  4. Régimen. El motor puede y debe funcionar a regímenes bajos como norma general. Cuanto menos carburante entre en el motor, menos vueltas dará por cada minuto y esto, leído a la inversa, quiere decir que si mantenemos un régimen motor bajo, gastaremos menos y el motor tardará más en envejecer. Siempre que sea posible, elegiremos una marcha larga para circular y así aceleraremos lo menos posible, a no ser que necesitemos obtener aceleración (por ejemplo para adelantar en carretera o para incorporarnos a una autopista), ya que cuanto más larga es la marcha menos fuerza, y por lo tanto menos empuje, le da al vehículo.
  5. Ralentí. El ralentí es el circuito alternativo de alimentación del motor que garantiza que los pistones seguirán en movimiento dentro de los cilindros aun cuando no haya nadie que los haga mover (ni el vehículo por su propio movimiento ni el conductor con el acelerador), y su consumo es elevado, sobre todo teniendo en cuenta que en la mayoría de ocasiones se pone en marcha cuando estamos detenidos. Por eso, como norma general se recomienda apagar el motor a partir del primer minuto de detención.
  6. Climatización. De acuerdo, dentro del habitáculo del coche hace calor. Pero, ¿siempre es así? La comodidad se paga, y no estar pendiente de si podemos desconectar el aire acondicionado cuando no es necesario eleva bastante nuestra factura en la gasolinera. A bajas velocidades, a menudo es suficiente llevar algo abiertas las ventanillas del coche. Y antes de considerar si encendemos o no el aire acondicionado, muchas veces con la ventilación forzada tenemos frescor de sobra. Finalmente, antes de llegar a destino podemos ir apagando el aire acondicionado que no necesitaremos, y eso que nos ahorraremos.
  7. Aerodinámica. Los coches actuales son capaces de obtener grandes resultados de resistencia aerodinámica tal cual salen de fábrica. Eso sí, si llevamos instalado un portaequipajes que no necesitamos, o llevamos abiertas las ventanillas cuando circulamos a alta velocidad, o nos da por instalar alerones en el coche como si fuéramos a salir volando con él, todo o parte del trabajo de ingeniería realizado para reducir el consumo del vehículo se irá con el viento.
  8. Peso. Cada vez más, los coches vienen más equipados con elementos necesarios para nuestro confort y nuestra seguridad, y eso significa que presentan un problema: el peso (la masa, para ser más precisos). Si en el interior de nuestro vehículo cargamos con cosas inútiles, estaremos incrementando ese problema. Las latas de aceite y las garrafas de agua que poblaban los maleteros de los coches de nuestros padres y abuelos hoy ya no tienen demasiado sentido. Los motores son más fiables y suelen aguantar bien el intervalo entre revisiones, así que, ¿por qué cargar con medio taller en cada desplazamiento?
  9. Mantenimiento. Pero si los coches actuales aguantan bien, es porque llevamos a cabo un programa de mantenimiento con puntualidad británica. Los cambios de aceite, refrigerante, filtros, bujías, correas, cuando así lo marca el fabricante del vehículo no sólo nos ahorrarán sustos e inconvenientes en mitad de la carretera, sino que redundarán además en un menor consumo de carburante, lo que ya a corto plazo nos supondrá un buen ahorro económico. Y a largo plazo, más aún.
  10. Neumáticos. La presión de inflado de los neumáticos es esencial para una conducción eficiente. Con un déficit en la presión de 1 bar, por haber olvidado revisar este punto durante algún tiempo, se consume un 6 % más de carburante además del envejecimiento prematuro de las cubiertas y del riesgo de reventón inminente. Con controlar la presión de inflado en frío una vez al mes y siempre antes de un viaje, sin olvidar la rueda de repuesto, no sólo estaremos ahorrando un buen dinero, sino que estaremos invirtiendo en nuestra seguridad.

Con todo, estos son consejos generales que cada uno debe saber aplicar en función de su buen criterio. Por ejemplo, un mediodía de verano en Sevilla tira por el suelo cualquier ahorro que queramos hacer en materia de aire acondicionado. Y quien tenga que subir un puerto de montaña dirá que con marchas largas es imposible. Como siempre, las pautas están para tenerlas en cuenta, y las excepciones son excepciones aunque en algunos casos concretos se conviertan casi en norma.

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