Hace años que pasé de los 5 millones de kilómetros. Cómo es que todavía no odio conducir
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Hace años que pasé de los 5 millones de kilómetros. Cómo es que todavía no odio conducir

Estoy muy orgulloso de llevar muchos años ejerciendo cada día uno de los que considero derechos fundamentales del ser humano, el derecho a conducir. Han sido millones los kilómetros que he recorrido al volante de muchos coches que he ido probando desde que, con solo 18 años y una semana, obtuve el permiso de conducir B.

Desde entonces hasta ahora, el mundo ha evolucionado mucho y el ecosistema en el que nos movemos los conductores, ha cambiado infinitamente. Restricción de las libertades, mayor control sobre los conductores, costes cada vez más elevados, sanciones por doquier y aun así, no odio conducir sino que me apasiona.

Ahora multan por todo (y en parte tiene su lógica)

Porsche 911 GT3 2015 Prueba 65

Recuerdo con alegría cómo eran nuestras calles y carreteras cuando comencé a conducir. Por aquel entonces había muchos menos vehículos en circulación que hoy en día. Según estadísticas de la Dirección General de Tráfico, cuando me saqué el carnet B en el año 1999, en España había algo menos de 22,5 millones de vehículos circulando, contando turismos, motos, camiones, furgonetas, autocares y tractores, frente a los poco más de 32 millones de vehículos registrados en 2016, último año del cual disponemos el dato.

Así pues, conducir se ha ido convirtiendo en algo cada vez más popular, cada vez más gente tiene acceso a un vehículo, pero eso también tiene su punto negativo para los conductores: las infraestructuras se saturan y colapsan con mayor facilidad, tenemos que 'competir' con más gente por encontrar plaza de aparcamiento, por echar combustible, por llegar a tiempo al trabajo, etc.

El aumento en el número de vehículos ha traído aparejada de forma paralela la puesta en marcha de medidas de control y sanción a los conductores cada vez más severas. Recuerdo y echo de menos los tiempos en que aparcar en las ciudades era un derecho gratuito. Bastaba con encontrar un hueco en cualquier calle, meter el coche y despreocuparte.

Parquimetro SER Madrid

Desde hace unos años, primero los ayuntamientos de las grandes urbes y después los de casi cualquier ciudad o pueblo, han encontrado en el aparcamiento regulado una fantástica forma de recaudar dinero, cobrando a los conductores que ya pagan un impuesto de circulación, por el simple hecho de aparcar su vehículo.

Inicialmente la medida tenía cierto sentido, ya que con ella se pretendía disuadir del uso del coche mediante el pago por aparcamiento, con el objetivo de descongestionar los núcleos urbanos de las grandes ciudades, que ya comenzaban a adolecer una saturación preocupante. Se establecieron sistemas de aparcamiento regulado, y con el paso de los años lo que comenzó siendo una medida para disuadir del uso del vehículo, ha terminado siendo simplemente una vía más de recaudación de dinero para las arcas públicas, sin que ello necesariamente revierta en los conductores que pagan por ese derecho.

También han ido aumentando las medidas de control por parte de las autoridades competentes. El número de radares de velocidad ha aumentado de forma destacada, llegando a ser excesivos en determinadas áras. Cuando comencé a conducir, apenas había radares fijos en las carreteras, y hoy no hay vía urbana o interurbana en la que no haya un radar fijo.

Radares de tráfico

Situados en puntos peligrosos o no, de lo que no cabe duda es que los radares y las cada vez más habituales sanciones económicas por excesos de velocidad han llevado a que la sociedad sea más consciente de los riesgos intrínsecos que tiene superar los límites de velocidad, aunque haya sido a base de rascarnos el bolsillo. Sí, aquello tan habitual de alardear de haber hecho un trayecto en muy poco tiempo, ya no está socialmente bien visto.

Pero no solo los radares de velocidad han aumentado en número y presencia. Hoy en día hay cámaras capaces de detectar si nos saltamos un semáforo en rojo, si llevamos o no el cinturón de seguridad, hay más agentes de tráfico en las calles y carreteras y eso ha hecho que en solo 16 años en España se haya pasado de poco más de 2,2 millones de sanciones formuladas al año a las actuales 4,3 millones formuladas en 2016.

Conducir y el menor peso del bosillo

A pesar de todas esas medidas de control y sanción que hemos sufrido, hemos sido muchos los que hemos querido seguir disfrutando de la conducción con el paso de los años, pero las medidas opresoras no terminan ahí. Conducir es cada vez más caro, nos cuestá más dinero.

McLaren gasolinera

Los peajes son un buen indicador. El precio de los mismos en las vías que dependen del Gobierno central se calcula en base al IPC medio entre los meses de octubre de un año y del siguiente y de otras variables como el tráfico que tenga cada una de las vías. Quedan fuera desde 2002 de la Ley de Desindexación que afecta a determinados servicios.

Desde esa fecha hasta ahora, los precios de los peajes han ido en aumento, con picos como el registrado en 2009 cuando los precios de los peajes aumentaron un 4,46% respecto al año anterior, aunque también es cierto que ha habido años de bajadas como las registradas en 2017 y 2016 con descensos del 0,4% y del 0,6% respectivamente y la congelación de los mismos en 2015.

Los precios de los combustibles flucuan mucho en base al coste del petróleo y otras materias primas. Aunque ahora no se encuentan en máximos históricos registrados en 2013, sí que son más caros que el año pasado, independientemente de si nuestro vehículo se mueve con gasolina o diésel.

Menudos desalmados, no quieren que conduzcamos

La Gran Vía de Madrid se cerrará al tráfico de manera permanente a partir de estas Navidades

Otra de las medidas con las que nos hemos ido topando los conductores, especialmente en los últimos años, son las restricciones al tráfico, una práctica que cuenta con diferentes modalidades.

Primero fue la peatonalización de las ciudades. Los ayuntamientos decicieron que los coches debían quedarse fueras de algunas calles, especialmente en los centros neurálgicos de las grandes urbes, en favor de los peatones que o bien tendrían absoluta prioridad en la calzada o prioridad compartida, dependiendo del nivel de restricción al tráfico.

Así tuvimos que acostumbrarnos a que aquellas calles por las que felizmente circulábamos al volante de nuestro vehículo, de un día para otro cambiaban su fisonomía al desaparecer el asfalto, dejando paso a gigantescas aceras e incluso zonas empedradas y adoquinadas. ¡Todo un avance!

La Gran Vía de Madrid se cerrará al tráfico de manera permanente a partir de estas Navidades

Pero no terminaron ahí las restricciones al tráfico rodado. En los últimos tiempos nos hemos encontrado con que ante episodios de alta contaminación, las autoridades pueden llegar a limitar el uso del vehículo a su antojo. En Madrid y Barcelona, hemos visto cómo se ha limitado la velocidad de circulación, se ha restringido el aparcamiento en las zonas reguladas e incluso se ha limitado el uso del vehículo en base a si llevan matrículas pares e impares. Una genialidad.

No solo eso, de unos meses a esta parte la Dirección General de Tráfico ha emitido unas pegatinas que categorizan nuestro vehículo en base a sus emisiones contaminantes. Como si de ganado se tratase, ahora nuestro coche está marcado de por vida como ZERO, ECO, B o C y en base a ellas está previsto que se apliquen nuevas restricciones al tráfico.

Aun así, nos gusta seguir conduciendo y seguiremos haciéndolo. Esta vez mientras nos lo permitan, ¿verdad que sí?

¿Conducción asistida por máquinas?

Por si todo eso fuese poco, en los últimos tiempos los automóviles han evolucionado tanto tantísimo que hoy en día casi pueden conducir solos, por ellos mismos, tomando sus decisiones. Técnicamente es posible realizar una conducción completamente autónoma, aunque a nivel legislativo todavía queda mucho trabajo por hacer para que sea una realidad, al menos en Europa.

Los propios coches han ido incorporando poco a poco asistentes que han limitado el control sobre la conducción que los conductores tenemos que ejercer para que el vehículo se mantenga en la calzada. Comenzaron ayudándonos a frenar con el ABS, (con lo que nos gustaba subir y bajar el pie del pedal del freno cuando las ruedas se bloqueaban en una frenada de emergencia) y han llegado a detener el vehículo en caso de colisión o frenar una u otra rueda para favorecer la dinámica del vehículo.

Amo conducir y nunca dejaré de hacerlo

Porsche Boxster Spyder conduciendo

Conducir hoy en día es una labor más sencilla, más asequible para cualquiera, no requiere unas grandes dotes al volante y eso hace que sea muy distinto de lo que era hace 20 años. Es un ejercicio menos puro, más aburrido y menos apasionante que antaño.

Levantarte un día por la mañana, bajar al garaje, montarte en tu coche e ir a pasar el día por tus carreteras favoritas, por el simple hecho de disfrutar conduciendo. Eso es algo que jamás deberíamos dejar de hacer, o que al menos yo no dejaré de hacer.

Cuando conduzco mi mente se libera de todos los tormentos que nos ostinan en el día a día. Es como si mis pensamientos fluyesen a una dimensión que me hace sentir libre, me hace sentir yo mismo sin ningún problema a mi alrededor.

Mazda MX-5 RF Contacto 3

Solo estamos el coche y yo, dos elementos en conexión viajando sin rumbo fijo. Me encanta sentir el asfalto, la rugosidad de cada uno de sus tramos a través de lo que me transmite la columna de dirección, el volante y el asiento.

Me gusta percibir cómo el coche adapta su comportamiento a los movimientos que le hago a base de volante, acelerador, freno, sentir cómo cuando hago un punta tacón frenando en una curva antes de reducir una marcha, el coche me guiña el faro en gesto de complicadad, porque sabe que estoy sacando lo mejor de él.

Me gusta ver cómo la gasolina se va consumiendo, cómo la aguja del depósito va bajando a media que aumenta el disfrute al volante, las vivencias de ese día, y lo único que puede frenarnos es que el depósito se acabe. ¿Qué más da? Basta con parar en una gasolinera, llenar el depósito, tomar un café calentito y volver a salir a carretera para terminar de coronar esa montaña que se ve a lo lejos, con el sol poniéndose en el horizonte.

Tesla Model X Motorpasion Prueba

Me gusta conducir, como decía el claim del anuncio de coches, y pese a las muchas trabas que encontremos para seguir haciéndolo, creo que no debemos cesar en el empeño. Conducir es libertad, conducir es placer, conducir es realizarse a sí mismo. Conducir es vida, a fin de cuentas.

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