Cuando 13 años no es nada

Cuando 13 años no es nada
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Tema complejo, el que me he buscado hoy. Va de indultos la cosa. Va de cometer un delito contra la seguridad vial, que extrañamente te condenen por ello y que luego te indulten. Va de ser víctima del tráfico y ver que la persona que te ha ocasionado un daño irreparable entra por una puerta y sale por la otra, no porque lo diga un juez sino porque lo dice un político.

Sé que ya lo comentaste el otro día con Delco, pero es algo de lo que yo quería hablar de un modo especial, porque también los penados de tráfico forman parte de nuestra fauna en ruta. Y con ellos, los penados indultados. Hoy no voy a hacer demasiada juerga, ni en el texto ni en la parte gráfica, porque el tema es muy serio.

Comienzo con una disculpa. Si por mí fuera, no existirían los delitos ni las condenas por causa del tráfico. En mis particulares mundos de Yupi entiendo que Pitágoras tenía razón cuando dijo lo de:

Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.

Pero claro, luego eres padre y te das cuenta de que, por mucho empeño que pongas, a lo mejor un hijo tuyo te sale rebelde porque el mundo lo ha hecho así, y la acaba liando. Y tú te quedas con cara de imbécil mientras piensas que el tal Pitágoras no debía de enterarse demasiado de lo que hacían sus dos retoños cuando él se quedaba embelesado con las hipotenusas, el muy cateto.

Verbigracia, los simpáticos que no tienen demasiado clara la frontera entre la broma y el delito.

Tirar cosas a los coches cuando pasan

Así, se hace necesario establecer un sistema de control y represión, como me dijeron que se llamaba eso de mentar al Coco para conseguir que te portes bien, de acuerdo con unas normas que han sido aprobadas por la sociedad. Por si tu padre no te salió demasiado pitagórico o por si a su pesar tú resultaste ser como la raíz de hipotenusa al cuadrado menos el otro cateto al cuadrado.

Desde este punto de vista, se supone que la condena es un elemento disuasorio: si te portas mal, acabarás en el rincón de pensar durante un tiempo para que tomes conciencia de lo que has hecho, del daño que has causado a los demás. Pero tranquilo, porque los establecimientos penitenciarios ("¿La cárcel?" "No, hombre, seamos políticamente correctos: los establecimientos penitenciarios") son lugares donde podrás reeducarte para reinsertarte en la sociedad.

Total, que las condenas por causas del tráfico son un mal menor que además resulta reeducador. Dicen.

Perdón por la digresión. Tanto cuando estudiaba en el instituto, como más tarde en la facultad, y cuando me formé como profe ya no digamos, tuve una colección de profesores que, quien más quien menos, se iban todos de excursión mental por los cerros de Úbeda con una facilidad pasmosa. Supongo que algo de eso se me pegó.

Indultos a condenados por delitos contra la seguridad del tráfico

Cuando cumples condena

No, no me he visto en la situación de pasar por un establecimien el talego, pero sí he leído algo sobre el tema, como todos, y he visto reportajes y todo eso, y me da que la actividad formativa que mejor se aprende entre rejas es la reincidencia. Como poco. Así que no acabo de entender muy bien el papel de la prisión en todo esto. Desde mi torre de marfil, ya digo que Pitágoras Pielhoff conquistó mi corazón: mejor construir bien que tener que andar luego con parches.

Hay un ejemplo que se me quedó muy grabado, precisamente cuando me formaba para profe. Quizá ya te lo he contado alguna vez. Andábamos en clase con simulaciones de cursos de sensibilización y reeducación vial. Estábamos aprendiendo a realizarlos, y lo mismo interpretábamos el papel de instructor que el asistente al curso. Al otro lado de la pared, se realizaban cursos de verdad, con penados a los que el juez los había condenado a pasar por el aula.

Cada tarde, a la hora del bocata, nos encontrábamos en el bar los futuros profes y los penados, que habían sido condenados por conducir ebrios y haber estado a esto de liarla. Por lo tanto, en clase les estaban explicando los efectos del alcohol en la conducción: el camino del alcohol en la sangre, las consecuencias cuando alguien conduce bebido y se lleva una vida por delante... cosas así.

Y llegaba la hora del bocata. Para beber, ¿a que no sabes qué tomaban los penados? Era algo exagerao, de verdad. Y sí, ya sé que cuando hablamos de alcohol hablamos muchas veces de una adicción, no hace falta que me lo cuentes. Pero se me quedó la historia grabada. Por mucho que intentes reconducir la situación, la reinserción y todo eso... es complicado.

Para casos como esos, antes hace falta un buen médico que un reeducador.

Enseñar con coherencia

Expliques lo que expliques, sé coherente

En cualquier caso, si estamos hablando de reeducación, o de educación, hay que ser coherente. Yo no puedo decirle a un alumno que uno no bebe si va a conducir y que luego me pille en la calle con un pedo que ni Alfredo y con las llaves en la mano, profiriendo gritos sobre lo mucho que yo jontrolo. Estamos de acuerdo, ¿verdad?

Bien, pues esa falta de coherencia es la que se observa cada vez que hablamos de un indulto, sobre una condena que impuso un juez, porque así lo ha decidido un ministro... o el Consejo entero. En primer lugar, ¿a alguien le suena aquello de la separación de poderes? Trias politica, que se llamaba años ha. Eso sigue siendo así, ¿no? ¿O es que paso tanto tiempo escribiendo cosas que me lo han cambiado y no me he enterado de nada?

Que me lo han cambiado... sobre el papel, digo. No soy tan cateto como el de las hipotenusas y ya sé lo que cuentan cada día en las Noticias. Pero a lo que vamos. Si un juez dictamina en función de unos hechos probados, con unas leyes en la mano y todo eso, ¿ahí qué ~#@~#½ pinta un político?

Eh, y me da absolutamente lo mismo el color del partido que haya en el Gobierno.

Penados por delitos de tráfico

Pero en segundo lugar, por una cuestión básica de coherencia con los internos. Es decir, si a uno lo indultan, ¿con qué cara le decimos al resto de los penados que para ellos no hay premio? Que sigan aprendiendo cosas útiles en el establecimiento penitenciario al que han sido destinados, pero que de momento el tercer grado se lo van a pintar al óleo en los talleres de la penitenciaría.

Y del indulto directo, ni hablamos.

Bueno, a no ser que conozcan a alguien que se lo pueda procurar, claro. Que nuestro sistema permite que un conductor que se mete varios kilómetros en sentido contrario por la AP-7 cuando huye de un siniestro vial, mata y hiere cuantas personas se le cruzan en el camino, pueda ser indultado de sus 13 años de condena si reúne vaya usted a saber qué condiciones. Pero que para los demás no hay el mismo trato de favor. Por cierto, nada que ganar puede derivar fácilmente en nada que perder.

Y todo eso, sin contar que al propio indultado la reeducación le va a salir, educativamente hablando, casi a nivel de chollo. Tú haz una animalada con el coche y mata a quien sea, que si tienes los recursos suficientes vas a entrar por una puerta y vas a salir por la otra. Ya que estamos, ahí va un aviso para navegantes: si el número de indultos va en aumento, ¿no será eso indicativo de que está a punto de llegar The Big One, como llaman los surferos a la gran ola que esperan ansiosos?

A todas estas, ¿qué les decimos a las víctimas y a los familiares de los fallecidos? Porque a mí se me cae la cara de vergüenza ajena, la verdad.

En Motorpasión | Aumentan los indultos por delitos de seguridad vial

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