Audi R8 V10 S-Tronic, prueba (conducción y dinámica)

Audi R8 V10 S-Tronic, prueba (conducción y dinámica)
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La segunda parte de la prueba del Audi R8 V10 S-Tronic es sin duda la más esperada de todas. Llega el momento de ver que tal se compenetra el motor 5.2 atmosférico con la caja de cambios de doble embrague S-Tronic de siete marchas.

En el anterior Audi R8 la caja R-Tronic penalizaba un poco el comportamiento del coche sobre todo a baja velocidad y en el uso urbano, mientras que si rodábamos rápido el retardo de paso de una marcha a otra no se notaba tanto. Pero todo debería cambiar gracias al S-Tronic. Además los 525 caballos enviados principalmente al eje trasero prometen diversión como se puede ver en la foto de aquí arriba...

Conducir el Audi R8 V10 es toda una experiencia. Sobre el papel tiene la arquitectura perfecta, con el motor situado en posición central y la nueva caja de cambios S-Tronic situada detrás del motor. Esta es 16 centímetros más corta que la R-Tronic, con el consiguiente ahorro tanto de espacio como de peso.

Audi R8 V10 S-Tronic

Nada más poner en marcha el motor V10 girando la llave (si si, todavía hay que girarla en el R8), el 5.2 cobra vida y comienza una experiencia única. Cuando el motor está frío, el sonido que emite por los escapes es sencillamente espectacular, ya que las revoluciones están un poco más altas que cuando la temperatura es idónea para que el bloque alcance temperatura lo antes posible..

En uso normal, el sonido del motor es casi inapreciable tanto en el habitáculo como fuera. Si rodamos en modo normal, el coche está configurado para ser igual de confortable y dócil que un Audi A6. En cambio, hay un botón situado dentrás de la palanca del cambio con la inscripción Sport, que cambia por completo su carácter. Pero de eso hablaremos más adelante.

El Audi R8 es más dócil de lo que pensaba

En el nuevo Audi R8 hay algo que afortunadamente no ha cambiado, su docilidad. Es uno de sus puntos fuertes, ya que es un coche perfectamente utilizable en el día a día. Rodar con él en modo normal y con el S-Tronic en modo automático es fácil, sencillo y al alcance de cualquiera.

Audi R8 V10 S-Tronic en el Jarama

No parece un superdeportivo radical de 525 caballos de potencia. Arranca de forma suave, es capaz de moverse entre el tráfico urbano a velocidades bajas sin pegar tirones y eso se agradece cuando tienes que moverte por la ciudad antes de buscar tu carretera favorita. El S-Tronic es clave para conseguirlo.

Es cierto que las dimensiones de la carrocería y la baja posición de conducción no es idónea para serpentear entre coches y autobuses, pero si quieres algo más alto pídele el Q7 a tu mujer. El Audi R8 es un superdeportivo y hay cosas que ni se pueden ni se deben cambiar.

El recorridos urbanos, los consumos del motor V10 son altos. Es lógico, hay que darle de beber a 525 caballos y eso se traduce en unos 20,5 l/100 km, aunque sin despeinarte puedes hacer que suba hasta los 25 l/100 km. No debería ser mayor problema para alguien que se gasta más de 175.000 euros en un coche.

Audi R8 V10 S-Tronic

Por lo demás el Audi R8 V10 es un gran urbanita. Sus faldones no son exagerados y eso te permitirá meterlo en garajes o aparcarlo en batería sin miedo a rozar los bajos. También tiene un radio de giro muy amplio que te permite maniobrar sin ningún problema, pero deberás medirte para no rozar su bonita carrocería. La cámara de visión trasera opcional es muy recomendable, porque a través del cristal trasero se ve muy poco.

Entrar y salir no es fácil, porque los asientos están situados en una posición muy baja. Por suerte las puertas tienen un ángulo de apertura muy amplio que te permitirá acceder de forma más cómoda que en otros superdeportivos.

Por último antes de pasar a la acción, hay que hablar de las suspensiones. Todos los V10 llevan de serie el Audi Magnetic Ride, un sistema de suspensiones que automáticamente premia siempre el comportamiento acorde con el tipo de conducción que estemos haciendo. En modo normal las irregularidades se absorben bien, y en modo Sport es rígido como una piedra.

Audi R8 V10 S-Tronic

Es hora de pasar a la acción

Excepto que seas futbolista o tronista no utilizarás nunca el Audi R8 V10 para pasearte por la ciudad con esa chica siliconada que conociste la pasada noche. O si. Pero lo que tengo claro es que como realmente se disfruta el Audi R8 V10 es con una buena carretera de curvas o con un circuito reservado para ti.

Durante la prueba hice con él más de 600 kilómetros en los que me dio tiempo a usarlo en todo tipo de circunstancias, incluso una breve incursión en el Circuito del Jarama que una vez más volvió a estar a nuestra disposición para las fotos gracias a la amabilidad del RACE.

En carretera compruebas como esa comodidad de la que hace gala en ciudad, también se hace patente cuando hay que hacer muchos kilómetros. Me atrevo a decir que el Audi R8 es uno de los superdeportivos más cómodos para hacer largos viajes. ¿De Madrid a Nürburgring? Lo haría ahora mismo encantado. Pero si me dan a elegir, prefiero por supuesto darme vueltas al Infierno Verde que hacer el viaje hasta allí en él.

Audi R8 V10 S-Tronic en apoyo

Y eso que el Audi R8 V10 se convierte en un auténtico depredador de curvas cuando lo llevas como hay que llevarlo. El motor tiene muchos bajos y aunque acelera de forma muy progresiva, es muy explosivo. Sube de vueltas con una facilidad pasmosa. Es como si los diez cilindros estuviesen empujando un coche mucho más ligero, nunca tienes la sensación de llevar 1.620 kilos entre manos.

En parte ese dinamismo y esa sensación de agilidad se debe al reparto de fuerza. El motor, situado detrás de tu espalda envía en condiciones normales el 85% de la potencia al eje posterior, lo cual hace que el tacto deportivo se vea reforzado.

Se nota cuando pisas a fondo el acelerador que las ruedas traseras son las encargadas de empujar el conjunto hacia delante, y lo hace siempre con una fuerza impresionante si le pisas con ganas. El Audi R8 V10 es una bestia que siempre está dispuesta a darte lo que necesites. Da igual en la banda de revoluciones que marque la aguja, siempre tendrás potencia más que suficiente para pegarte al respaldo.

Audi R8 V10 S-Tronic

Incluso a velocidades muy superiores a las legales en España, el Audi R8 V10 es capaz de empujar, empujar y empujar como si no tuviese fin. El motor es maravilloso, está muy lleno en toda la banda de revoluciones, y eso que los 530 Nm de par ni son demasiado ni los entrega hasta las 6.000 RPM.

Por debajo de esa franja, el motor tiene mucho brío y las relaciones en marchas cortas permiten aceleraciones rápidas y unas recuperaciones que dejarán en ridículo a la mayoría de sus rivales. Las marchas largas en cambio, tienen unos desarrollos destinados a bajar los consumos y las emisiones. Por ello la velocidad punta se alcanza en sexta y no en séptima.

Las curvas rápidas son su hébitat natural. Ahí el coche va sobre raíles, la arquitectura del conjunto hacen que la perfección se materialice en él y no se mueve de su trayectoria salvo que vayamos muy por encima de los límites, y os aseguro que eso es realmente complicado.

Audi R8 V10 S-Tronic

Modo Sport para conseguir un nuevo carácter

Es como si el Audi R8 fuese siempre sobre raíles. Si llevamos activado el modo normal es dócil y cómodo, siempre por su sitio. Pero la cosa por suerte cambia cuando activas el modo Sport pulsando el botón situado detrás de la palanca de cambios.

Con él activado, el carácter dócil del V10 cambia considerablemente. La electrónica se encarga de que siempre vayas en la marcha adecuada para que, al mínimo roce del acelerador, salgas catapultado hacia delante. Las reacciones del coche son instantáneas y todo pasa mucho más rápido de lo que esperas.

En las frenadas, el cambio S-Tronic se encarga de hacer las reducciones más radicales. En ese sentido me ha sorprendido gratamente el cambio, que permite jugar con las levas e insertar siempre la marcha que quieres aunque se acerque peligrosamente al corte de revoluciones.

Audi R8 V10 S-Tronic curva

Los pasos de una marcha a otra cuando juegas con las levas del cambio son instantáneos, y tu cuello lo siente. Primera, segunda, tercera y el coche sigue empujando hacia delante a medida que tu nuca golpea el reposacabezas. Sarna con gusto no pica, y podría romperme el cuello si me dejasen hacer esto todo el día.

El sonido cuando llevas activado el modo Sport es absolutamente espectacular. El motor emite un rugido muy grave, y a medida que pisas a fondo el acelerador ese sonido va envolviendo todo el habitáculo mientras se te ponen los pelos de punta.

En carretera abierta, es una máquina perfecta para enlazar curvas a toda velocidad. Es muy rápido y muy ágil, y en modo Sport y debidamente llevado, pocos coches pueden hacerle sombra. Pero ojo, porque todavía queda un modo más por activar.

Audi R8 V10 S-Tronic derrapando

Controles en modo Sport, solo para manos expertas

El control de estabilidad y tracción tiene tres niveles de funcionamiento. Tal cual te lo encuentras cuando pones en marcha el coche, es el modo normal, el apto para cualquier conductor. Si pulsas el botón del control de tracción, en la pantalla visualizarás que el control de estabilidad está en modo Sport y el cambio S-Tronic se pone también en Sport.

Entras entonces en una nueva dimensión de conducción, una dimensión solo recomendada para los pilotos más experimentados. Y es que en esa configuración, el Audi R8 V10 S-Tronic se convierte en una máquina capaz de ponerte en aprietos en cuanto te pasas un poco con el acelerador.

Para la sesión de fotos en el Circuito del Jarama, estuvimos provocando al coche para conseguir esas bonitas derrapadas que ilustran esta parte de la prueba. Pensé que tratándose de un coche con tracción quattro, iba a ser más complicado sacarlo de sus casillas, pero realmente hacerle derrapar es más que sencillo.

Audi R8 V10 S-Tronic interior

El 85% de los 525 caballos se entregan al eje trasero, dónde el diferencial de bloqueo mecánico juega un papel fundamental. Así pues, basta con pisar con garbo el acelerador cuando el coche está en pleno apoyo para que la trasera comience a deslizarse hacia fuera a una velocidad impresionante.

Esa explosividad del motor de la que hablábamos antes es la encargada de hacer derrapar a las ruedas traseras, que pronto empiezan a echar humo dibujando una estampa preciosa. Pero ojo, porque con 525 caballos todo esto pasa en milésimas de segundo, y aunque entonces otro 15% de la fuerza se va al eje delantero, seguimos teniendo el 70% de los 525 caballos empujando la trasera hacia fuera.

Así pues, toca hacer manos. La dirección es muy precisa y directa, pero la moda del volante con la parte inferior plana te puede dar algún que otro quebradero de cabeza cuando toca moverlo con rapidez para no acabar en sentido contrario y con cara de tonto.

Audi R8 V10 S-Tronic

Las derrapadas en el Audi R8 V10 son fáciles de conseguir, no hace falta desconectar del todo los controles. Pero lo que si te exige es una rapidez de manos reservada a aquellos que lleven muchas horas de circuito a sus espaldas.

Hablamos por tanto de un superdeportivo con todas las letras, y un coche con tres carácteres completamente distintos. Es cómodo y práctico en modo normal, divertido cuando activas el modo Sport y un coche con mucho nervio cuando decides jugar con él activando el modo Sport del control de tracción.

Además por suerte la unidad de pruebas equipaba el maravilloso equipo de frenos carbono cerámicos. Esta opción cuesta 11.600 euros, pero son una pieza fundamental para el uso en circuito. Solo deberás preocuparte de que los discos y pastillas tengan la temperatura adecuada cuando vas a usarlos con fuerza. El resto, coser y cantar.

Continuará...

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