Cuando hace unos años Honda fue sancionada por usar un depósito de gasolina ilegal, se llevó una sanción importante de la FIA. El equipo japonés no se quedó muy contento y sus jefes hicieron declaraciones en contra de la decisión de la FIA. Como consecuencia de ello fueron amenazados con sanciones más graves bajo la acusación, recogida en el reglamento, de "llevar el deporte a descrédito".
Bueno, lo que estamos comprobando estos días es que en la Fórmula 1 sigue habiendo equipos de primera y de segunda, y no es nada agradable. Tras la decisión del Consejo Mundial de la FIA que dejaba sin sanción a McLaren, Ferrari respondió con una pataleta inadmisible y declaraciones fuera de lugar. Ayer mismo McLaren replicaba con una carta durísima en la que acusaba a Ferrari de mala fe, y de haber usado un coche ilegal en Australia.
Si los actos protagonizados por estos dos equipos en la última semana no suponen un descrédito para el deporte, pocas cosas habrá que lo supongan. Y la FIA calladita. Seguramente, la ley del silencio impuesta por McLaren a sus pilotos tenga que ver con el miedo a que una metedura de pata de éstos pueda provocar que la paciencia de Max Mosley se acabe.
