El otro día dejamos la historia de Toyota en un punto crucial. Se trata de un punto que es común a muchos grandes desarrollos y empresas, y es el momento en que se afronta una crisis y se pueden tomar dos caminos: fracasar o superarse. De la mano de Taiichi Ohno y su sistema de producción pull Toyota toma el segundo camino. Estamos en los años de posguerra, y la industria nipona está resurgiendo de sus cenizas.
La producción comercial empezó en 1947 con el modelo SA. Este primer modelo suponía innovación con respeto a modelos anteriores de la casa, y equipaba un motor de 4 cilindros (en contraposición a los 6 cilindros que incorporaban modelos anteriores), suspensión independiente en cada rueda y una carrocería moderna y aerodinámica.
Recuperación y preparación para la expansión mundial
La filosofía de este modelo estaba inspirada en tecnología alemana de la época de la segunda Guerra Mundial, y fue aplicada al modelo SA. No se trataba de una copia, sino de conseguir reunir en un modelo de producción propia los aciertos tecnológicos, siempre con el punto de mira en la innovación y en ir algo adelantados a su tiempo (consejo fundamental del padre de Kiichiro, Sakichi Toyoda).
Para mejorar o hacer más eficiente la red de ventas se creó la Toyota Motor Sales Co. en 1950. Era el momento de poner las bases de una expansión mundial que llevaría un día a Toyota al número 1 en ventas de coches a nivel mundial (lo que viene siendo la historia reciente, que no toca hoy). Como sabéis, cuando la producción a nivel local o nacional se estanca, hay que salir fuera. Y sí, dio la producción porque en el caso de Toyota producción era igual a ventas gracias a la filosofía Just in Time, que permitía el ahorro de costes y una producción racional. Curioso, ¿verdad?
Como comentábamos, salir fuera era el objetivo a medio plazo, así que el siguiente paso fue crear la Toyopet, una cadena de puntos de venta que ponía las bases ya más firmes de la exportación de coches. Solo un año después de su creación, en 1957, llegaba a Estados Unidos el Toyota Crown convirtiéndose así en el primer coche japonés en conseguirlo. Como corresponde a un auge en la expansión y exportación, se crearon las divisiones locales en EEUU y Brasil (Toyota Motor Sales Inc. y Toyota do Brazil S.A.)
La expansión de Toyota como hecho consumado
La expansión como tal se conoce a partir de 1960, pero si leemos atentamente los párrafos anteriores vemos que la idea germinó desde la primera semilla en 1947 hasta la época en la que comenzó la nueva división de investigación y desarrollo y el establecimiento de una nueva división en Tailandia. En ese 1960 se produjo el Toyota 10 millones, y recibió el Premio Deming, un galardón que certificaba la calidad de la producción de la fábrica, sus métodos de ahorro de costes y optimización de recursos. Uno de los Premios más importantes para el desarrollo que en Japón fue clave. También en ese año se estableció na alianza con Hino Motors y Daihatsu.
Finalizando la década y durante los años 1970, Toyota tenía presencia mundial consolidada gracias a su nivel de exportaciones, obtuvo más certificados de calidad y empezó su trayectoria en competición, algo de lo que hablaremos en profundidad en la siguiente entrega de la serie. Llegados a 1980, la fusión entre la Toyota Motor Company y la Toyota Motor Sales dio lugar a Toyota Motor Corporation en 1982. A raíz de su posterior incorporación a la New United Motor Manufacturing, Toyota empezó a aglutinar nuevas marcas siendo el caso más notorio el lanzamiento de la marca de lujo Lexus en 1989.
Como vemos, un vertiginoso despliegue y una expansión decidida que han hecho que Toyota se sitúe dentro del Olimpo de las marcas de automoción. La historia no cesa, seguiremos hablando de su evolución hasta nuestros días no sin antes echar un vistazo a la experiencia de la marca en la competición, algo que ya fuimos adelantando con pequeñas pinceladas y con lo que seguro que podemos pasarlo muy bien recordando modelos míticos y hazañas en las pistas.
