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Los coches más míticos de Ford: el Thunderbird de 1955

Los coches más míticos de Ford: el Thunderbird de 1955
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Los coches ya no son como antes. Al menos así lo ven muchos aficionados cuando comparan los automóviles modernos y los de hace años. Y tienen toda la razón, los coches no son como antes: en realidad son mucho mejores, pero en ocasiones, como esta que nos ocupa, es difícil pensar así.

Hoy día las normativas y el control sobre costes de desarrollo y fabricación han provocado que los coches pierdan algo de personalidad, que tengan un estilo bastante similar entre sí, y que nos hagan añorar aquellos diseños de décadas pasadas que se han convertido en auténticos mitos sobre ruedas.

Obviamente, los diseñadores actuales no han perdido inspiración ni capacidades, ni mucho menos. Lo que han perdido es libertad de actuación, o al menos más libertad que antes. Los mencionados controles sobre el gasto afectan a todo lo que tiene que ver con el lanzamiento de un nuevo modelo y sus posibles beneficios, cosas que en parte nos benefician a todos, pero que por otra, hacen de coches como el Ford Thunderbird de 1955 un objeto de deseo.

Ford Thunderbid 1955 3

Durante la década de los 50 y también, durante los 60, se crearon algunos de los automóviles más bellos de la historia. Diseños que además eran tremendamente diferentes si cruzabas el Atlántico en una u otra dirección. Una diferencia en la forma de entender el coche que provocó la creación de coches como el Chevrolet Corvette o, precisamente, el Ford Thunderbird. Modelos que buscaban reinterpretar los deportivos europeos de aquel entonces al estilo yankee.

Así es como podría considerarse el nacimiento del Ford Thunderbird, como una reinvención del concepto europeo sobre un deportivo, pequeño y ligero, pero en lenguaje americano. Un modelo de culto que ha llegado a tener 13 generaciones desde que fuera presentado en 1955 con motivo del Salón del Automóvil de Detroit.

Reinventando el deportivo americano

Ford Thunderbird 1956 1

La idea de crear, por así decirlo, deportivos europeos al estilo americano, comienza con el regreso del ejército tras la Segunda Guerra Mundial. Durante el tiempo que los militares estuvieron en Europa pudieron conocer los deportivos que por aquel entonces se hacían en el Viejo Continente. Automóviles liderados principalmente por marcas británicas como MG, Jaguar o Triumph; ligeros, ágiles y muy atractivos. Lejos de lo que ofrecían los fabricantes americanos por aquel entonces.

Aquellos coches se convirtieron en objeto de deseo para muchos conductores y evidentemente, los fabricantes locales actuaron rápidamente para ofrecer eso que los conductores buscaban. Primero llegó el Corvette, un deportivo que mezclaba estilo americano con la forma de entender un deportivo europea. Esto fue en 1953 con un éxito arrollador. Mientras tanto, Ford estaba inmersa en el desarrollo del que sería considerado uno de los mayores éxitos de la industria del automóvil: nuestro protagonista, el Ford Thunderbird de 1955.

Todo comenzaba en octubre de 1951, cuando Louis D. Crusoe (antiguo ejecutivo de GM) y George Walker (vicepresidente de Ford) paseaban por los pasillos del Grand Palais de París. En un momento dado, Crusoe hizo un gesto hacia una de las pantallas en las que aparecía un automóvil y volviéndose hacia Walker le preguntó: "¿Por qué no podemos tener algo así?"

En los meses siguiente todo se puso en marcha, se comenzaron a dar forma a algunas ideas y todo el mundo hablaba sobre un ‘verdadero deportivo de Ford’. Pero no fue hasta el 9 de febrero de 1953 cuando se recibió la aprobación final para desarrollar un deportivo para Ford.

No obstante, Ford Motor Company tomó otro camino diferente al de sus competidores y en lugar de crear un auténtico deportivo, lanzaron lo que denominaron como un automóvil ‘de lujo personal’. Un coche que cuadraba mucho más con las carreteras y gustos americanos de aquel entonces. Los encargados del proyecto fueron los propios Louis D. Crusoe y George Walker, con la ayuda del diseñador Frank Hershey, presentando el primer prototipo en 1954 para comenzar con la producción al año siguiente.

Ford Thunderbird. Automóvil de lujo personal

Ford Thunderbird 1957 1

Como ya se ha dicho, el Ford Thunderbird no era un deportivo puro. No había fibra de vidrio, sino acero. El motor era un V8 típicamente americano que podía superar los 300 CV en su versión de 321 pulgadas cúbicas (5.260 centímetros cúbicos) pero montaba una caja de cambios manual de tres relaciones con ‘superdirecta‘ Synchromesh o la automática Ford-O-Matic que, a pesar de que incluso Ford la define como una caja de dos velocidades, cuenta con tres relaciones aunque normalmente, siempre iniciaba la marcha en segunda. Asimismo, incluía columna de dirección regulable, salpicadero ‘de seguridad’ acolchado, volante cóncavo también ‘de seguridad’, elevalunas, encendedor y asientos regulable en cuatro posiciones eléctricos o dirección asistida.

En definitiva, el Ford Thunderbird de 1955 era, según la propia marca, un elegante y lujoso biplaza para pasear con aire juvenil y espíritu deportivo. Algo que no impidió que en los primeros diez días de comercialización, acumularan 3.500 pedidos teniendo una acogida mucho mayor que el Chevrolet Corvette y siendo descrito por sus propietarios como un coche más pausado en curva, pero muy rápido en recta.

De hecho, el Thunderbird estuvo bastante por delante del Corvette en muchos otros apartados. Durante aquellos años, los fabricantes americanos comenzaron con lo que parecía una competición por tener el motor más potente y Ford, aumentó la potencia de todos los propulsores del Thunderbird de manera que se colocó en la pelea directa por la cabeza del mercado. El V8 más pequeño pasó de 193 CV a 200 CV, mientras que el más potente llegaba a los 245 CV, que además podían pasar a ser 300 CV con un compresor Paxton. Aunque esto vino en 1956 y 1957.

Ford Thunderbird 1957 2

En el primer año se vendieron 16.155 unidades del Ford Thunderbird, cuando se había hecho una estimación en torno a las 10.000. Supuso un éxito rotundo adjudicándose un lugar en la historia que fue apuntalado y reforzado con sucesivas evoluciones.

Como detalle curioso y guinda de nuestra historia, tenemos la elección y origen del nombre. En el verano de 1953 el desarrollo del coche estaba muy avanzado y en septiembre del mismo años recibió finalmente la luz verde para pasar a producción. En ese momento Crusoe se encontraba en París, viendo los mejores deportivos del mundo para ‘compararlos’ con su creación, que aún era una maqueta en arcilla.

A pesar de que no entraría en la línea de montaje hasta otoño de 1954, en Ford estaban ansiosos por dar a conocer el modelo pero, a pesar de estar prácticamente terminado, no había un nombre para el coche. Así que realizaron un concurso de dónde obtuvieron nada menos que 5.000 propuestas con sugerencias como Runabout, Arcturus, Savile, El Tigre o Coronado. Nombres que no impresionaron a Crusoe quien ofreció un premio con valor de 250 dólares a quien pudiera hacerlo mejor. Puede que parezca poco, pero el Ford Thunderbird salió a la venta desde 3.000 dólares…

En ese momento apareció Alden ‘Gib’ Giberson, quien sugirió llamar al coche ‘Thunderbird’. Nombre que proviene de los desiertos de Arizona y Nuevo México. Al parecer, según una leyenda de los nativos americanos, Thunderbird era un ser divino, un espíritu que con aleteo de sus enormes alas, invisibles para los ojos de los hombres mortales, creó el viento y el trueno y otorgó a las tribus nativas el agua para vivir en el seco desierto donde el destino los había arrojado.

Fotos vía: FavCars.com y Netcarshow.com

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