Videojuegos de coches: ¿queremos que sean realistas?

Videojuegos de coches: ¿queremos que sean realistas?
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Los expertos jugones dividen los videojuegos de coches en dos categorías: los arcade y los de simulación. Los primeros tienen como único objetivo entretenernos, mientras que los segundos buscan además mantener en mayor o menor medida un cierto parecido con la realidad.

El simulador más conocido es el Gran Turismo, título exclusivo de PlayStation, que calca las características de los coches, su comportamiento, su estética, etc. También cobran importancia juegos online menos conocidos pero con grandes comunidades detrás, como Live For Speed.

En el apartado de arcade situaríamos todos los demás, desde el Need for Speed hasta el Gran Theft Auto. Éstos buscan hacernos pasar un buen rato sin necesidad de guardar parecido con la realidad. ¿Pero realmente los simuladores son reales?

El coche puede ser real, el conductor no

Por muy exacta que sea la reproducción del circuito, del sonido, de la curva de par motor o del agarre de los neumáticos, un simulador de carreras siempre conservará una diferencia fundamental, al menos para la gran mayoría de los jugadores: la percepción de riesgo no es la misma.

Esto mismo lo comentábamos en Motorpasión hace ya más de tres años, cuando Jeremy Clarkson se preguntaba cómo de realista puede llegar a ser un videojuego.

La consecuencia es clara: en un videojuego no nos importa ver hasta donde podemos apurar el coche. No tenemos nada que perder, ni daños físicos, ni daños para el coche ni siquiera la carrera, que podemos reiniciar al momento.

En el caso de los arcade, los creadores de los videojuegos buscan añadir una dificultad artificial para compensar esto.

En la mayoría de los casos un videojuego resulta mucho más difícil de controlar que un coche real, e incluso en los simuladores hay otro factor determinante: la sencillez de los mandos respecto a la complejidad de los de un coche (un pequeño mando frente a volante, pedales y palanca de cambio en su caso).

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¿Con un coche real nos saldríamos de pista en cada curva?

Un ejemplo claro se puede comprobar cuando jugamos a un videojuego utilizando un coche que hemos conducido en la realidad. Sabemos que con el real no nos hemos salido de la carretera, sin embargo en el juego nos ocurre constantemente.

De ahí las dos fotografías ilustrativas, el simulador del BMW M3 (juego promocional oficial de BMW) y el Fiat Grande Punto en el Need for Speed, dos ejemplos de coches razonablemente controlables en la realidad y rebeldes en el mundo de los videojuegos.

De todo esto saco dos conclusiones, con las que quizás no todo el mundo esté de acuerdo. La primera es que algunos arcade acaban siendo más reales que los simuladores, especialmente cuando no eres un as del mando. Y la segunda es que los buenos juegos de coches no son los que consiguen imitar su comportamiento: aunque esto ayuda, lo interesante es que consigan transmitirnos las mismas sensaciones que tenemos cuando nos ponemos al volante de un coche de verdad.

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